El Doncel y la Bestia [BAKUTODO]

1-¡Bonjour!

Era muy temprano aún. La gente se levantaba para hacer sus tareas cotidianas como todos los días. Los hombres salían a trabajar, las mujeres se quedaban en casa haciendo sus quehaceres y los niños salían a jugar con los demás.

En una vivienda a las afueras del pueblo estaba Shoto, quien salía de su casa por la mañana como suele hacer, tenía su típica vestimenta que consistía en una camisa blanca de mangas cortas junto a un chaleco celeste, un pantalón un poco más oscuro y sus zapatos negros, además, consigo llevaba una canasta.
Se dirigía hacia el pueblo mientras entonaba una melodía junto a unas palabras para matar el aburrimiento.

Que lugar simple y aburrido, siempre es como el día anterior.
Que lugar, solo gente simple que despierta así.

—¡Bonjour!
—¡Bonjour!
—¡BONJOUR!
—¡Bonjour!
—¡Bonjour!

—Ahí viene el panadero como siempre, su mismo pan viene a vender. Las mañanas siempre igual desde el día en que llegué a este rústico lugar.

—Buenos días, Shoto—Saludó el panadero.

—Buenos días, señor Hizashi.—Respondió Shoto de forma alegre.

—¿A dónde vas?

—A la librería, acabo de leer un cuento maravilloso sobre unas semillas, un ogro y...—No pudo terminar al verse interrumpido por la voz del panadero quien exigía que le pasaran el pan.

Shoto no le tomó más importancia y continuó con su camino ignorando todo a su alrededor.

—Mira, ahí va ese chico tan extraño.
Es distraído como ves.

—No es de nuestra sociedad.

—En las nubes siempre está.

—No hay duda que un chico raro es.

Todoroki se subió a la parte trasera de una carretilla que iba pasando para llegar un poco más rápido a su destino,  escuchaba como la gente se saludaba con "Bonjour" o un "Buen día" y alguna que otra queja, eso ya era una costumbre.

—Yo quiero más que vida provincial.—Fue lo último que dijo antes de bajar de un salto y adentrarse a la librería.

—Shoto.—Le llamó la atención un señor de cabello largo azabache, éste tenía aspecto descuidado y unas ojeras que le indicaba que no había dormido muy bien. Ya estaba acostumbrado a que el bicolor llegara a esa hora a su tienda.

—Buenos días, señor Aizawa, aquí tiene el libro que me prestó.—Saqué el libro de la canasta y se lo dí.

—¿Ya lo terminaste?—Preguntó sorprendido al recibir el objeto.

—No podía soltarlo.—Subí unas escaleras para ver mejor la parte de arriba del estante.—¿Tiene algo nuevo?

—El azabache rió ante el comportamiento del menor.—No desde ayer, Shoto.

—No importa, me llevaré...—Devolvió la vista al estante en busca del libro que tanto amaba, hasta que lo encontró.—este.