Capítulo 17

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-Amo que hagas eso. - murmuró Haslam acostado en mi pecho.

-¿Qué cosa? - respondí con el ceño fruncido y mirándolo.

Él apuntó mi mano que acariciaba su melena larga.

-Eso. Es muy relajante. - dejó de apuntar para volver a poner su mano en mi cintura. - Linda ¿Qué hora es?

Volteé a ver el reloj y de nuevo dirigí mi vista hacia él.

-Las doce y treinta. - deposité un beso en su cabello.

-De acuerdo, en quince nos vamos.

Noooo. Me da pereza prácticar, estoy muy cómoda plastada en mi cama con él en mi pecho echado.

-Tengo pereza, estamos muy cómodos así, podemos... No sé... ¿Hacerlo mañana? - rogué esperando a que lo acepte, pero ya sé que será su respuesta, él es perfeccionista, responsable y organizado, es decir, no aceptará.

-Sabes muy bien cual es mi respuesta, bonita, tenemos que mejorar en esa puntería que me está empezando a estresar. - volteó a verme con sus ojos entrecerrados.

Es que el señorito al parecer no pudo dormir ayer por cosas de la vida y es por eso que está cansado, pero aún así no me da "días libres" y es por eso que se durmió un ratito para poder descansar esos ojos oscuros que tanto me gustan, lo odio. Mentira lo amo.

-Tenía que intentarlo. - le sonreí y él me devolvió la sonrisa, se acercó para poder empezar a besarme.

El beso primero fue lento y suave, pero yo empecé a besarlo con más ganas, lamí sus labios indicando que mi lengua quiere entrar en ellos y él la aceptó. Nuestras lengua bailaban entre sí. De pronto el beso -bueno los besos- ya no eran lentos ni suaves -gracias a mí- subió de intensidad haciendo que sea besos de necesidad y pasión.

Las manos de Haslam apretaba ligeramente -vale, un poco más fuerte- mi cintura y mis manos se enredaban con el cabello de él.

Una de sus manos bajó hasta mi cadera y la apretó tanto que solté un pequeño gemido de dolor y placer mientras que la otra mano subió a mi cuello apretándolo ligeramente -esta vez sí es ligeramente- y empezó a repartir besos por mí mandíbula y cuello.

Pude sentir como un bulto grande comenzaba a rozar mi muslo izquierdo y eso hizo que la humedad en mi entrepierna creciera.

Los besos bajaron hasta mis hombros -felizmente me cambié la blusa a una de tiritas ¿Qué? Incómoda un poco la ropa que uso para entrenar- y clavículas.

-Amo y me vuelven loco tus pecas hermosas que tienes. - soltó un pequeño jadeo mientras hablaba.

Seguía sus besos y yo jadeaba con cada beso que daba. Sus besos subieron de nuevo por el mismo recorrido que descendieron. Cuando subió a mi boca me besó y se separó para que pueda hablar.

-Debemos parar, porque este cuarto terminará en gritos y gemidos. - volvió a besarme pero esta vez más suave.

-¿En serio quieres parar? - lo volví a besar y él lo correspondió para luego separarse y responder.

-No, pero primero es la obligación que la devoción. Anda ve a cambiarte. - me dió un beso en la frente.

-¿Y qué harás con eso? - pregunté refiriéndome a su bulto grande que formaba sus pantalones.

-¿Eso? Solo se baja, mientras te estés cambiando seguro ya no habrá ningún bulto. No te preocupes. - me sonrió y volvió a darme otro beso en la frente. - Ve a cambiarte anda.

Se bajó de mí para ponerse en la cama y yo puse mis pies en el suelo levantándome para caminar hacia mi clóset.

***

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