Capítulo 35

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Parte 3

Haslam.

Sentí un peso en mi pecho y besos. Quise reír porque ya sabía que iba a hacer esto. Lo hizo al descubrir a Quiles, aunque no llegamos a nada, y cuando se enteró de que Quiles me quería acá, aunque ahora que lo pienso esa vez también fue cuando le conté que Quiles mató a mamá, disfruté el hecho de hacerle el amor.

-Sé que estás despierto. - susurró subiendo hasta mi cuello, sentí como succionaba haciéndome doler un poco mas no me quejé.

-Mañosita. - mi voz salió ronca y adormilada, y la agarré de su cintura. - Duérmete. ¿Qué hora son?

-Hora de follar.

Se sentó en mi regazo y estuve obligado en abrir mis preciosos ojos para ver a la hermosura que estaba encima de mí.

Miré el reloj en la pared. Eran las tres de la mañana, sólo dormimos tres horas. Y siempre a esta hora se levanta calenturienta, ya es rutina, creo.

Me acomodé mejor poniendo mi espalda en la cabecera.

-Provocame y tal vez me lo piense. - bacilé un poco.

Me miró y sonrió aceptando el reto.

Yo me controlaba muy bien, sinceramente, pero con ella se me iba ese autocontrol, ¿la razón? Estoy enamorado de ella y me dio agua de calzón.

Siempre fuí un hombre que no tiene una erección demasiado rápida pero con ella, con tan solo un beso se me quiere poner recto el pene.

Parezco adolescente con las hormonas alborotadas.

Y no creo que deba estar orgulloso de eso. No quiero que piense que estoy con ella sólo porque me la quiero follar y pasar un buen rato.

No me perdonaría si llegara a pensar en eso.

-Tu cuello creo que necesitan unos besos míos. - miró deseosa mi cuello.

-¿Crees? - pregunté con falsa incredulidad.

-Necesitan. - afirmó.

Sonreí con la respuesta que quería.

Sus labios fueron a mi cuello donde no tardó en besarme y succionar, me quiere marcar, sus manos se metieron bajo mi polo y comenzó a acariciar mi abdomen con las yemas de sus dedos.

En este punto ya no aguantaba.

Caí.

Y lo hice bien fuerte.

Es imposible no amarla, en serio.

Mi pene quería pararse mas me contuve.

No tardó en mover sus caderas.

Apreté la mandíbula y su cintura.

Llevé la cabeza hacia atrás cuando mi señorita enamorada me besó en la manzana de Adán y bajó hasta llegar a mi clavícula.

-¿Estás jugando limpio o sucio, linda? - jadeé cuando su pelvis chocó con la mía de forma placentera.

-¿Tú qué crees? - sus manos recorrieron aún mi abdomen pero bajó y llegó hasta la cinturilla de mi pantalón.

-Repondenme. - decreté.

-¿Limpio? - dudó un momento y la miré con una ceja alzada. - Limpio. - afirmó.

-Juega sucio. - agarré sus caderas. Quiero ver hasta qué punto puedo llegar sin que se me parara.

-¿Seguro?

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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