16. Mentiras

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Si le preguntaban cómo es que se sentía en ese momento, ni siquiera él mismo sabría qué responder, todas sus emociones estaban en un inmenso remolino sin parar.

Volvía a ver a Quackity luego de 7 años, y bueno, digamos que no de la mejor manera o como lo habrían hecho dos seres humanos decentes.

Salió de la oficina empezando con pasos medianamente rápidos, trató de mantener su compostura, y apenas notó como Quackity desfijó su vista de él, incluso imaginó como una luz verde aparecía e iluminaba el lugar para escapar del lugar lo más rápido posible.

No podía negar que el establecimiento era muy lujoso y elegante, con un fino toque de hogar. Definitivamente el pelinegro se había esforzado en crear un casino llamativo y único como se lo había propuesto hace años, y que en su momento el castaño fue el único en saber.

Bajaba las escaleras cuando de repente sintió una gran necesidad de admirar la pecera que se encontraba en el medio del lugar, ¿Bonita pecera, no?... ¿Por qué sentía como si todos los pares de ojos le juzgaban hasta el alma?

Desvió su vista hacia en frente para poder llegar al primer piso aún más rápido, pues quería salir de ese ambiente, que lamentablemente poco a poco se hacía más incómodo. Sabía que la mayoría de miradas de las personas presentes se dirigían hacia él junto a diferentes susurros y palabras llenas de curiosidad.

Frunció sus labios acompañado de un suspiro entrecortado al volver a recordar por qué se había ganado toda esa atención hace segundos.

Al tocar la fina tela roja del piso, se apresuró a dirigirse a la entrada del casino, y con ayuda de sus manos abrió con facilidad esta, para ser golpeado por los fuertes rayos de sol en su rostro.
La preocupación lo invadió cuando recordó que sus equipajes quedaron en el auto de Jschlatt, que en seguida lo divisó y fue hasta su ventana, observando que no había rastro de sus cosas en él. Empezando a frustrarse empezó a mirar a todos lados en busca de estas por si estaban fuera en algún lugar.

Soltó un suspiro de calma, cuando vio a, tal vez, un trabajador del casino, caminando con su bolso de mano, maleta y mochila juntas hacia lo que parecía el estacionamiento del lugar.
Aceleró sus pasos para acercarse al hombre.

— ¡Hola! —Saludó recuperando su respiración. —Eh, disculpa son mis maletas, y me las tengo que llevar. —Explicó. — ¿Me las podría dar, por favor? —Pidió viendo como el hombre lo examinaba con notoria duda y desconfianza.

Al notar esto se decidió por hacer que su palabra tuviera más credibilidad, así mencionando nombres que, tras su rápido análisis, creía que significaban mucho para los trabajadores.

—Venía con Jschlatt, en su auto. —Señaló rápidamente el auto que estaba estacionado cerca. —Para… Para ver a su Big Q. —Terminó mencionando el último nombre en un tono rápido y casi bajo.

Sintió como la persona ahora relajó su mirar junto a unos cuantos asentimientos lentos pero seguidos. Y sin más, entregó los equipajes al de ojos carmín manteniendo silencio. Cuando este finalizó la entrega, se volteó en dirección al casino para seguir su camino, pero se detuvo para hablar calmadamente.

—Jschlatt me pidió que llevara esas maletas a otro auto. —Empezó explicando. —Hay cámaras rodeando todo este casino. Si decidiste mentirme y robar esas cosas, ten por seguro que todo el mundo conocerá tu cara, y no de una buena forma. —Lo miró directamente finalizando y caminando hacia el establecimiento.

Quedó un tanto extrañado por esas palabras, incluso esperó a que el sujeto ingresara por las puertas del lugar para estar más cómodo.

¿Tan malas vibras daba para que lo confundieran con un ladrón? Llevaba traje y su cabello medianamente largo sujetado en una coleta para suponer una apariencia formal, ahora suponía que no fue suficiente.

Segunda baraja || Luckity ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora