13. Volver

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Un pequeño camino de agua empezaba a expandirse por toda el piso de la oficina, y algunas pequeñas burbujas comenzaban poco a poco a acompañar al líquido.

En aquella habitación se encontraban varias personas, teníamos a un castaño riendo libremente a carcajadas un tanto exageradas, a dos personas de seguridad atónitas observando la escena, y a un ojirubí con una mirada demasiado neutra, nadie podía descifrar como era que se sentía en ese momento, pero algo era muy notorio y es que no quitaba su mirada de ese azabache en frente suyo.
Y digamos que este tampoco lo hacía, al parecer estaban en una pequeña batalla por quien  desviaba su mirar primero, ambos estaban con una expresión indescifrable que hacía que el ambiente también se tornara del mismo modo.

Por ahora había una razón muy clara del porqué estaban así, pues el de menor estatura en el lugar, estaba recientemente empapado por una mezcla de agua y algún tipo de limpiador líquido, no era una sensación agradable estar así, pero sobre todo lo que más le molestaba era la persona quien le había tirado toda esa cubeta llena de agua intencionalmente, arruinando sus perfectas prendas y su imágen.

En la mente del azabache pedía que todo esto fuera solo un sueño de muy mal gusto, que solo estaba soñando y que despertaría muy pronto.

Por parte del ojirubí... No se sabía en que estaba pensando, pero era obvio que arrepentido no estaba de lo que había hecho.

Hace algunas horas...

Según su amigo, al bajar por unas escaleras que dieran a la salida se encontraría con un hombre con el mismo color de cabello que el suyo, medianamente alto, con una vestimenta oscura y un pequeño cartel con su nombre para que lo reconociera, este lo llevaría hasta el casino para que mutuamente se conociera con el dueño y empezaran con las indicaciones.

Anteriormente recogió todo su equipaje correspondiente y sin ningún problema, todo se sentía tranquilo y eso lo incomodaba pues sabía que pronto se cruzaría con un gran problema.
Junto a su maleta caminaba en dirección a la salida del lugar, todo el lugar era diferente al de Karmaland, cada que daba unos cuantos pasos escuchaba a un nuevo grupo de personas hablar en un diferente idioma, de todos modos mucha gente de todo el mundo viajaba a visitar al famoso país. Habían demasiadas personas y demasiado ruido en el aeropuerto a comparación con el anterior, el otro era más pacífico y tranquilo se sentía un muy bonito ambiente en el.

Cuando tuvo las famosas escaleras en frente suyo trató de encontrar al hombre que lo recibiría, pero no habían señales de que estaba ahí. Con un poco de inquietud se subió a ellas y comenzó a bajar al primer nivel. Había localizado a un castaño parecido a sus características pero en su cartel no estaba su nombre, solo...

"¡Bienvenido a casa!"

No era, no tenía su nombre y además llevaba globos de colores y cada letra dibujada era de diferente color, supuso que tal vez estaba esperando a su hijo o algo así.

Estaba paseando todo su mirar entre las personas que se encontraban ahí, cuando sintió que lo observaban, buscó al responsable y... Era el hombre de los globos, desvío su mirar nuevamente y siguió con lo que hacía. Ese sensación se repitió como unas cuatro veces antes de que finalmente el castaño con el cartel le hiciera un gesto con las cejas para que confirmara que realmente era quien lo esperaba. ¿Por qué lo esperaba con globos?

Sintiendo un poco de incomodidad y sentir unas cuantas miradas dirigidas hacia sí mismo, se acercó hasta el un tanto irritado y frustrado.

—Buenas tardes... —Luzu le extendió la mano en forma de saludo, siendo correspondido al instante.

Segunda baraja || Luckity ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora