𝖈𝖆𝖓𝖘𝖆𝖓𝖈𝖎𝖔...

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Desde aquella noche, no volvieron a verse, más por qué el impedía que eso sucediera.

Paso exactamente una semana, en la cual no fue a las oficinas, teniendo la excusa de estar enfermo gravemente.

Era cobarde, lo sabía.

Estar ausente en un periodo de tiempo como el suyo, definitivamente afectaría las ganancias de cualquiera, pero con el 10% de su paga, era suficiente para él.

Recibía incontables llamadas de su jefe, quien preguntaba por los proyectos y de vez en cuando por él. No contestaba ninguna de las llamadas, pero si los mensajes que le llegaban.

Sus párpados se volvieron pesados, teniendo casi todo el tiempo sueño.

Trabajar en el ambiente de un hogar era igual de difícil que en las oficinas, con la única diferencia que estaba solo.

Su mesa de cocina se volvió su escritorio, con las hojas en cualquier parte de este, desordenadas y fregadas en cualquier sitio.

Aquel ambiente lo hacía sentir como si estuviera por un momento en el edificio, extrañando nuevamente estar allí.

Pero su cobardía y ansias de escapar eran más intensas que cualquier otra razón.

Con pasos vagos, cruzo el marco de la cocina, ingresando en ella y viendo los papeles tirados en el suelo.

La noche anterior se quedo hasta tarde terminando y llenando algunas hojas, yéndose a dormir cerca de las tres de la mañana.

No era la primera vez que se quedaba hasta tarde por sus proyectos, estuvo con el mismo horario toda la semana.

Provocando que despertara a las doce o una del medio dia, perdiendo tiempo valioso que podría haber invertido en sus proyectos.

Bostezo con sueño y se agacho para levantar una por una de las hojas, apilandolos encima de la mesa en el proceso.

Se levantó del piso cuando terminó y dirigió su mirada al reloj que colgaba en la pared, dando las una y media del medio dia.

- Mierda... - Susurro para sí mismo.

Se acercó a los estantes del cuarto, buscando ingredientes para hacerse algo rápido y comenzar lo antes posible con su trabajo.

No encontró nada, se habia olvidado de hacer las compras del mes.

Se dirigió al refrigerador y lo abrió, para solo encontrarse paquetes a medio comer que él mismo había dejado ahí.

Suspiro mientras cerraba la heladera, dispuesto a ir al supermercado para comprar lo necesario para una semana. Tal vez no duerma en toda la noche, pero las necesidades personales eran lo primero.

...

Aseguró con llave su puerta, percibiendo al instante los rayos del sol que dañaron levemente su visión.

El melodioso canto de las aves lo acompañaron hacia su destino, relajándose y disfrutando el pequeño paseo que daba.

Paso por los angostos caminos de un parque cerca de ahí, escuchando a los niños divertirse jugando con otros de su edad.

Quiso adentrarse más al lugar, pero no tenía tiempo para eso. Siguiendo su camino hacia la tienda de comestibles.

Cuanto más avanzaba se daba cuenta de las vacías calles, casi no había nadie, a excepción de familias que pasaban para divertirse en la plaza.

Pero no había ningún auto pasando por las anchas calles.

Aun que le resultó extraño, siguió con su ida al supermercado.

...

Con su mano libre, sacó la llave de su bolsillo y la introdujo en el huequito de la puerta, logrando abrirla con un poco de dificultad.

Las bolsas apretaban sus muñecas, dejándolas un poco rojas.

Pateo la puerta con su el talón de su pie, cerrandola de un fuerte portazo.

Coloco las bolsas negras en la mesa, aplastando unos papeles que no vio, y empezo a llenar los estantes, haciendo puntitas para colocar los paquetes en los estantes mas altos. Así paso parte de la tarde.

El cielo se fue pintando de rosa y su estómago vacío gruñó con hambre. Se olvidó de almorzar, su cabeza se había estado centrando tanto en otra cosa que se había olvidado comer.

Dejo los artículos que tenía en manos en la mesa y empezó a buscar en las demás bolsas ingredientes para hacerse la cena, procurando no hacer tanto.

...

Soltó un eructo, avergonzandose al instante.

El brillo lumisente de la luna lo alumbraba en la oscuridad, junto con el foco de la cocina que permanecía prendido.

Su cabeza se mecía con sueño, no pasaba de diez, pero aún así, sentía cansancio.

La lapicera en su mano derecha seguía escribiendo, mientra que la otra sólo permanecía apoyada a un lado de las hojas.

Tenía una taza de café, que lo tomaba constantemente para estar despierto, pero no daba efecto.

Teniendo que luchar para mantenerse despierto y no dejarse ganar por el cansancio que le generaba su trabajo.

- Mierda... - Fue su último Insulto antes de estrellar su logo contra la mesa, siendo derrotado por el sueño.

Fin capitulo.

Voten si les gustó el capitulo.

El siguiente Cap. es el último :(

804 palabras

𝐀𝐂𝐂𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓𝐄 | Universal x Pixar |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora