X: Teoría de la seducción

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—¡Vamos a brindar por el trabajo duro y por Senku, el genio loco! —dijo Taiju, alzando su botella con entusiasmo, mientras Senku volteaba los ojos, claramente no impresionado por la efusión de su amigo.

—Recuerden que están aquí para hacer baterías —sentenció Senku, su mirada fija en Taiju, quien sonreía ampliamente mientras servía el licor en pequeños vasos para todos, sin prestar mucha atención a la advertencia.

Las siguientes horas transcurrieron con una mezcla de trabajo y risas. Yuzuriha y Taiju se dedicaban a ensamblar las pequeñas baterías bajo la supervisión de Senku, mientras él se mantenía con sus notas y su laptop a mano. Por mi parte, me sorprendió la fluidez de la conversación entre nosotros. Pese a que inicialmente había un aire de formalidad en el ambiente, a medida que el tiempo pasaba y el sake empezaba a surtir efecto, las barreras sociales se fueron desvaneciendo, y por momentos me sentí como si hubiera formado parte de este grupo desde hace años.

Era como si el alcohol hubiera hecho que las tensiones se disiparan, y eso me ayudaba a olvidar, al menos momentáneamente, lo que había pasado antes, esa inquietante sensación de ser observado, aquella sombra del ascensor. Me reí junto con los demás, concentrándome en el momento presente y dejando que la camaradería del trabajo en equipo y el licor hicieran su magia.

Al cabo de un par de horas, el reloj marcaba cerca de las 11 de la noche. Entre todos habíamos logrado ensamblar cerca de 230 baterías, una cifra bastante impresionante para el tiempo que habíamos dedicado. Decidimos tomar un merecido descanso, aprovechando para comer algunos bocadillos y abrir una segunda ronda de sake, mientras las cervezas también hacían su aparición en la mesa. Sin embargo, el vaso de Senku permanecía intacto, como si el alcohol fuera algo tan ajeno a él como lo era para una ecuación química.

—Vamos, Senku-chan, ni siquiera has tocado tu vaso —le llamé la atención en tono juguetón, tratando de incitarle a participar en el pequeño festín que habíamos improvisado. —Descansa un poco. Demasiado de algo no es bueno, incluso para un genio como tú.

Senku levantó la vista, claramente desinteresado en la oferta. Sin embargo, se enderezó un poco, dejando caer la espalda contra el respaldo de la silla mientras tronaba su cuello, como si finalmente estuviera considerando la propuesta.

—No sé qué le ven al alcohol —comentó mientras levantaba su vaso de sake y lo observaba con una mirada analítica—. Sabían que el sabor característico de esta bebida de arroz se puede describir como umami gracias a los aminoácidos que se forman durante la fermentación. Por la intensidad del sabor, podemos saber si estamos ante un sake con más o menos contenido de aminoácidos. Obviamente, si su sabor es umami, provoca más sensación de saciedad. Por eso es que muchas veces las personas se emborrachan más rápido con esta bebida.

Terminó su pequeño monólogo, dejando el vaso nuevamente sobre la mesa sin haber tomado ni un solo sorbo. Me quedé mirándolo, sabiendo que, aunque lo había intentado, no lograría que cediera tan fácilmente.

—Oh, vamos, Senku. Solo uno, por nosotros —insistió Taiju, levantando su botella en el aire una vez más.

—Kukuku —se limitó a reír Senku, mostrando su clásica sonrisa de suficiencia—. Ni en un 10 billones por ciento.

Entre risas y bromas, el intento de hacer que Senku tomara alcohol fracasó, pero no importaba. La compañía y el ambiente eran lo suficientemente agradables para que el ánimo no decayera. Una vez que terminamos el pequeño receso, volvimos al trabajo de ensamblar baterías, mientras intercambiábamos anécdotas graciosas sobre nuestras vidas.

Fue en medio de una de estas anécdotas que Taiju, con una sonrisa amistosa, me dirigió una mirada curiosa.

—Oye, Gen. No creí que fueras así —comentó, deteniéndose un momento mientras seguía enrollando cables.

Luces & Sombras | SenGenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora