IX: Sombras en el ascensor

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Han pasado ya varios días desde aquel encuentro con el hombre de los ojos brillantes, una figura que seguía rondando mi mente con inquietante insistencia. También habían pasado varios días desde que, por impulso y desesperación, me quedé a dormir en el departamento de Senku. Aquel recuerdo seguía fresco en mi mente: desperté en su sofá con un post-it pegado en la frente, el mensaje era claro y despectivo, como siempre:

"Buenos días, mago de quinta. He salido a la universidad. Cuando te largues, deja la puerta cerrada. Dejé café en la cocina, haz lo que quieras. Que tu traumita no afecte en tu desempeño. Nos vemos en la noche."

-Tan amable como siempre -murmuré para mí mismo, arrancando el papel con una sonrisa irónica. Al menos, había dejado café.

Tal y como lo predijo, esa misma noche volví a su departamento, pero no esperaba que el precio por haberme dejado dormir ahí sería tan literal. El científico loco realmente me cobró, y no con dinero, sino con horas de trabajo forzado en su laboratorio improvisado. Montar circuitos, soldar componentes y verificar cálculos matemáticos que apenas entendía se había convertido en una especie de rutina.

Pocos días después, mi vida ya giraba en torno a ese patrón. Salía del trabajo, iba al supermercado a comprar la cena, y luego me dirigía al departamento de Senku, sintiendo siempre una especie de incomodidad al entrar al edificio. Esa inquietante sensación de ser observado, la misma que me había seguido desde aquel extraño encuentro en las calles, persistía. Era como si esos ojos brillantes me estuvieran vigilando desde las sombras, aunque sabía que lo más probable es que solo fuera mi imaginación. Pero, de todos modos, cada noche me encontraba tocando la puerta de Senku, buscando refugio en su compañía, aunque él no se cansara de hacer comentarios sarcásticos sobre lo ridículo que me veía llegando con mi disfraz de animador.

No obstante, las burlas no eran lo único que compartíamos. Las noches transcurrían con conversaciones que empezaron siendo sobre el proyecto y terminaron convirtiéndose en algo mucho más profundo. A pesar de su naturaleza reservada y su actitud científica, Senku había comenzado a abrirse un poco más. Hablábamos de temas triviales, como nuestras familias y nuestros amigos. Aprendí que su padre era astronauta en la NASA, un dato que parecía venir directo de una película de ciencia ficción, pero conociéndolo, no me sorprendía. También me habló de su buen amigo Taiju y la novia de este, Yuzuriha, con una calidez en la voz que desmentía su actitud fría.

Era extraño, pero en cierto modo, había empezado a sentirme cómodo en su presencia. Algo casi imposible de imaginar unas semanas atrás.

Sin embargo, esa comodidad no lograba deshacerse del todo de la ansiedad que me había estado persiguiendo desde el incidente. Hoy era uno de esos días. Mientras conducía de regreso a su casa, revisaba los espejos retrovisores con más frecuencia de lo normal. La paranoia seguía instalada, recordándome que, en cualquier momento, aquel hombre de los ojos brillantes podía aparecer nuevamente. Sin embargo, decidí detenerme en el supermercado, con la idea de variar la cena de siempre. Compré ramen instantáneo, por supuesto, pero también añadí algunas botanas como papas y nachos. Lo que realmente me sorprendió a mí mismo fue mi decisión de comprar cervezas, algo que no estaba en los planes.

Quizás, en el fondo, quería ahogar un poco la angustia que me había estado consumiendo lentamente durante las últimas semanas. Tal vez si bebía, podría olvidar esos ojos por un rato. Pero no estaba del todo seguro.

Al llegar al edificio, la sensación de ser observado volvió con fuerza. Me apresuré, con las bolsas en la mano, y solo me relajé un poco al entrar en la recepción bien iluminada. Fui directo al ascensor, presionando el botón para que bajara. Tres pisos más arriba, me decía el pequeño indicador digital. Esperé pacientemente, tratando de controlar mi respiración, pero el ascensor no bajaba. Fruncí el ceño, impaciente. Dejé las bolsas en el suelo y saqué mi celular, enviándole un mensaje a Senku para avisarle que llegaría en cinco minutos. Mientras terminaba de escribir, las luces del vestíbulo comenzaron a parpadear. Se apagaron por unos segundos, y luego volvieron a encenderse.

Luces & Sombras | SenGenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora