XXII

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Senku

La oscuridad me rodea, pero siento una calidez familiar, como si una manta suave me envolviera. Mi mente flota en un espacio nebuloso, un limbo entre la conciencia y el sueño. Fragmentos de recuerdos se mezclan con sensaciones difusas: el sonido de las llamas rugiendo, los gritos de mis amigos, el frío metal del anillo petrificador rompiéndose en mil pedazos.

De repente, la oscuridad se disipa lentamente, reemplazada por una luz tenue y un murmullo constante. Parpadeo, sintiendo mis párpados pesados como el plomo. Al abrir los ojos, una luz fluorescente me ciega momentáneamente, y el murmullo se convierte en voces claras y distintas.

—¡Está despertando! —exclama Kohaku, y puedo ver su figura a mi lado.

—Senku, ¡gracias al universo! —dice Ukyo, inclinándose hacia mí, su rostro una mezcla de agotamiento y alegría.

Intento hablar, pero mi garganta está seca y dolorida. Kohaku, notando mi incomodidad, rápidamente toma un vaso de agua de una mesa cercana y me ayuda a beber. El agua fresca calma mi garganta, y finalmente logro articular algunas palabras.

—¿Dónde… estoy? —mi voz suena rasposa, débil, pero audible. Con un esfuerzo titánico, me apoyo en un codo, luchando contra el mareo que amenaza con hacerme caer de nuevo.

—No te esfuerces —dice la chica, preocupada, mientras coloca una mano firme en mi hombro, tratando de hacerme recostar.

Pero algo dentro de mí se niega a quedarse quieto. La sensación de urgencia es demasiado grande.

—Tenemos que irnos… ahora —logro decir, mi voz apenas un susurro.

Todos los presentes me miran con curiosidad y extrañeza.

—Senku, acabas de recibir un disparo —replica Gen, su tono inusualmente serio—. Necesitas descansar. No hay prisa.

—No... —murmuro, con la mente trabajando a toda velocidad—. Stanley... puede que no esté solo. No sabemos si hay más... si tienen refuerzos...

—Estás bien, estás en el hospital —responde Ukyo con una sonrisa tranquila—. Logramos traerte al hospital más cercano, llevas cinco días inconsciente.

Asiento lentamente, los recuerdos de los últimos momentos en el edificio en llamas volviendo poco a poco a mi mente. Stanley, el disparo, el dolor… Todo parece tan lejano, pero también tan vívido.

—¿Stanley? —pregunto, aunque ya sé la respuesta.

Ukyo baja la mirada, su expresión se ensombrece ligeramente.

—Murió allí, junto con Xeno. Ambos decidieron su propio destino.

Un silencio pesado llena la habitación. No puedo evitar sentir un extraño nudo en el estómago. Aunque Xeno y Stanley habían elegido un camino de destrucción, su final era un triste recordatorio de las consecuencias de la obsesión y la desesperación. Aún después de todo, Xeno era mi mentor y modelo a seguir.

—Lo importante es que todos nosotros estamos bien y que el anillo está destruido —añade Gen, intentando animar el ambiente

Me esfuerzo por sonreír, aunque cada movimiento me recuerda el dolor de la herida en mi pecho. Ellos tienen razón.

( . . . )

En las horas siguientes, varios miembros del personal de salud me han venido a visitar, haciéndome chequeos y monitoreándome, ya que la bala pasó muy cerca de una de las arterias del corazón y perforó un pulmón.

Además de todo eso, la policía fue informada de mi estado de salud y, como me encontraron estable, decidieron que podían interrogarme.

Luces & Sombras | SenGenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora