𝑨𝒍𝒎𝒂 𝒅𝒆 𝑯𝒆́𝒓𝒐𝒆 - [𝑫𝒆𝒌𝒖 𝒙 𝑫𝒄 𝑺𝒖𝒑𝒆𝒓𝒉𝒆𝒓𝒐 𝑮𝒊𝒓𝒍𝒔]

Capítulo 37: La Gran y Desastrosa Fiesta de Disfraces (Primera Parte)

¡Hey, hola!.

A todos los queridos lectores de esta obra, quiero recordarles que la historia está más centrada en el humor y lo relajado. Nunca tuve en mente hacer algo serio, pero las cosas se dieron simplemente y no puedo volver hacia atrás.

Tengo planificado hacer una nueva historia de Izuku en Dc, pero esta vez será algo totalmente diferente.

Eso no significa que esta historia este libre de drama, es más, dentro de unos pocos capítulos más se vendrá un arco qué realmente desafiara a Izuku y hará que se cuestione cosas que vayan en contra de su código moral.

Pero eso será más adelante, mientras tanto espero que disfruten este capítulo.

Sin más, comenzamos.

El bullicio de las canciones alegres del restaurante se mezclaba con el tintineo de los cubiertos y las risas de los comensales. Las mesas estaban adornadas con confeti y globos, y en el aire flotaba la dulce fragancia de la comida recién hecha.

Ember: Esto es estúpido. - vociferaba, la molesta camarera. - ¿Desde cuándo el restaurante permite este tipo de fiestas? Además, les dieron comida gratis y yo solo recibí una pala para recoger basura por mi cumpleaños.

Jefa: De nada, por cierto, señorita malagradecida. - replicó la jefa, una mujer mayor con tantas canas como paciencia. Ella tomó una escoba y se la entregó a su empleada con brusquedad. - Ahora, ¿por qué no mejor en lugar de estar hablando te ocupas de limpiar el desastre? Quiero que todo quede limpio para mi regreso.

Ember: Pero-. - intentó replicar la pelirroja.

Jefa: ¡Haz lo que se te ordena! Estás aquí para trabajar. Si no estás de acuerdo, ya conoces la salida. - interrumpió la mujer mayor, quitándose el gorro de tela y empujando la puerta de mala manera, adentrándose en un pequeño cuarto que funcionaba como su lugar de descanso.

Ember: Bruja... - murmuró entre dientes.

Con un suspiro profundo, Ember se amarró el mandil oscuro y caminó hasta un rincón del local, pronto siendo rodeada por el desorden y el caos. Un puchero de lado evidenciaba su irritación. Frunciendo el ceño, comenzó a recoger los restos de confeti y trozos de papel esparcidos por el suelo. El sonido de su escoba raspando contra el piso resonaba en el aire, un contraste agrio comparado con la alegría desenfrenada que se vivía a solo unos metros de distancia.

Cada vez que levantaba la mirada, sus ojos lanzaban miradas acusadoras hacia el grupo, culpándolos silenciosamente por el desorden con el que ahora tenía que lidiar.

Barry: ¡Enseguida regreso! Voy al baño. - anunció el rubio, que se levantó de la mesa y giró sobre su talón. - Mejor te llevo conmigo, no vaya a ser que alguien más te coma en este lugar. Solo yo puedo hacer eso, ¿entendiste?. - murmuró con una sonrisa pícara, levantando su trozo de pastel a la altura de sus labios.