02: Carta equivocada

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¿Prestar atención a la clase de inglés?

No, gracias. Estoy bien.

¿Pensar en Kageyama y lo lindo que es?

Acepto.

Bueno, no estoy pensando tanto en eso. Más bien intento idear un plan para demostrar mis sentimientos; quiero saber si tengo alguna chance con aquel desalmado armador prodigio.

—Pensé en invitarlo a salir.

Cuando me enteré de lo que sentía, me prometí a mí mismo no contarle a nadie por simple vergüenza. Y no es que gustar de chicos lo sea, más bien el haberme fijado en el idiota que tengo por mejor amigo que me trata dudosamente mal no es algo de lo que debería estar orgulloso.

—No me interesa.

La cabellera rubia de Tsukishima Kei brilla por el sol. Estamos sentados en una de las mesas de afuera. Logré traerlo conmigo con una bolsa de maní salado.

—Pero tengo miedo de que me rechace.

—Oh, seguramente lo haga —dijo sin despegar sus ojos de su maní—. Es un imbécil, claramente lo hará. Hinata, de todos los chicos en el mundo, ¿justo te fijaste en él?

Cuando me doy cuenta que las palabras de mi «amigo» no sirven, decido dejarlo en paz e irme.

Idear un plan solo es mejor.

Durante otra aburrida clase, termino pensando que la mejor forma de hacer que Kageyama se de cuenta que lo amo, es con una carta.

Sí. Vomitaré en palabras todos mis sentimientos y se la dejaré en su casillero, después de eso, que él se haga cargo de mi corazón.

—Querido Kageyama... No, mejor dicho: Idiota.

«Me gustas. Te amo. Ya sabes todo lo que esas palabras significan.

La verdad es que no soy el mejor expresando estas cosas, no soy escritor ni poeta pero... quiero decírtelo. Es molesto sentirme así porque por tu culpa, no me concentro lo suficiente en lo que debería: el vóley.

Así que sí, me gustas. Tanto que quiero besarte (qué vergüenza decirte esto, ¡no te burles por favor!) y abrazarte todo el día o incluso podría llegar a soportar tu terrible mal humor. Ni siquiera hace falta que sonrías para que yo ya me sienta feliz de verte. Esto es un asco, ya lo sé.

No me odies, por favor. Es lo único que pido, ¡y no importa si no correspondes mis sentimientos!

Pero hazte cargo. Esto ya es mucho para mí.

Es broma. Solo quería decírtelo.

Y si no me amas de vuelta, no hay problema. Solo sigue a mi lado, por favor.

¡Esforcémonos para mejorar en vóley si las cosas no se dan románticamente como deseo!

Así que, si me correspondes, te estaré esperando en nuestro árbol antes de entrenamiento.

Ya, adiós.

¿Con amor? Hinata».

Hermoso, ¿verdad? Di lo mejor de mí.

Para casi al final del día, ya tengo terminada mi carta. Y luego de ponerle perfume y dibujarle corazones con las lapiceras brillantes de Yachi, me dirijo al casillero de mi amado con las manos temblando.

Podré soportar que Kageyama me rechace, pero tengo miedo de que me odie y se aleje de mí por el hecho de que me gusta. Cualquier cosa menos eso, por favor.

La carta entra en su casillero y yo me voy rápidamente después de eso, con mi rostro ardiendo.

Ojalá no me rechace, pero sé que estoy pidiendo mucho.

¡Como sea! Subamos el ánimo un poco y centremos nuestra atención en cualquier otra cosa. Y sí, me refiero a sacarle punta a mis lápices hasta que no pueda durante toda la aburrida hora de física. Sinceramente no me interesa mucho esta clase.

El tiempo (Gracias a Dios) termina pasando rápido y para cuando me doy cuenta, por fin estoy dirigiéndome al lugar que le indiqué a Kageyama, a quien, por cierto, no he visto en todo el día.

¿Es esa una buena señal o qué debería pensar?

Decidí poner mi mejor sonrisa por si acaso. Arreglé mi ropa en el camino y apreté mi mochila, claramente nervioso. Me arriesgué demasiado... creo.

Aún así, todo es en vano.

Mi sonrisa poco a poco comienza a disminuir cuando me doy cuenta que Kageyama no está abajo de ese árbol esperándome.

Está Noya. Con una carta en sus manos.

—Hinata...

Y su rostro me deja en claro dos cosas.

Número uno: Soy un idiota.

Número dos: Me quiero morir.

—Tenemos que hablar.

—¡Noya-san! —chillé con mi rostro comenzando a arder. Él me miró apenado—. ¡Deténgase, no diga nada!

—Mira, chico... No me gustan los hombres, ¡pero está totalmente bien que a ti sí!

—¡No, no es eso! —me acerqué, tapando su boca. Noya me miró sorprendido—. Lo siento mucho pero no necesito que me rechace. Verá, ¡la carta no era para usted!

—Dios, deja de hablarme así —De un manotazo alejó mis manos. Yo lo miré dramáticamente—. Te saco un año solamente.

—Noya-san, la carta no era para ti —repetí ignorándolo.

—¿Y para quién era entonces?

—Oi.

Casi grito al escuchar la molesta voz de Kageyama. Me doy vuelta y lo miró con mi peor sonrisa.

—¿Qué está pasando?

Pregunta tan brusco como siempre. Mi rostro todavía arde más y niego, poniendo mis manos detrás de mi espalda con el inútil intento de lucir inocente.

—Nada, Kageyama. Vete.

—¿Por qué? —frunció el ceño y miró a Noya—. ¿Sucede algo?

—No, claro que no —dijo acercándose a mí—. Pero ve al gimnasio, Kageyama. Hinata y yo estamos... ¡resolviendo nuestras indiferencias, sí!

Otra mirada que claramente sospecha y se va. Yo recién respiro tranquilo cuando Kageyama entra al lugar y nos deja solos otra vez.

Y cuando me doy vuelta, Noya me mira indignado.

—¿Él? ¿En serio?

—Sí, yo tampoco me lo termino de creer —murmuré tomando la carta—. No se lo digas a nadie, por favor.

—No, ¡tranquilo! Será un secreto entre nosotros, Hinata —sonrió. Realmente parece aliviado—. ¡Incluso puedo ayudarte si quieres!

Eso será increíble.

—¡Por favor, Noya-san!

—¡Por favor, Noya-san!

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H

ola amores!! Cómo están?

Yo me estoy re cagando de calor CUANDO VA A EMPEZAR EL INVIERNO kenbronka

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nos vemos el martes qur viene!

tkm tkm tkm

Desafortunadamente, Kageyama² | KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora