08: Noche de chicos (¡Progreso!)

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—No puedo creer que tu pijama sea literalmente azul.

Sí, ¡esta noche Kageyama se queda a dormir en mi casa!

La razón es muy fácil: mañana tenemos que madrugar para ir a un partido en Tokio; parece ser que jugaremos contra Nekoma así que le dije que viniera conmigo y nos íbamos juntos. Él, para mi sorpresa, accedió avergonzado y yo me sentí en el cielo. Campeón del mundo.

Esta noche tengo que intentar algo. ¡Tiene que pasar algo! Vamos, Shoyo no desaproveches tu oportunidad...

—¿Y tú a pijama le dices una camiseta y unos pantalones?

—¡Cállate que tú estás igual!

Somos un dúo aburrido en realidad. Luego de un largo rato haciendo pases, tomamos una ducha y nos preparamos para ir a dormir luego de comer del delicioso Yakisoba que mamá preparó.

Bien, este es el plan: Haremos que Kageyama duerma conmigo.

Quiero que me abrace.

Dios... soné tan...

Qué asco.

En fin...

Cuando fue a la cocina a tomar algo, aproveché el momento para abrir un poco la ventana y cerrar la cortina: Es simplemente la mejor forma que tengo para que suframos por el frío y tengamos que estar cerca para tener calor. Por favor, no imiten esto.

—He vuelto. Me encontré con tu hermana en la cocina y me pidió dinero.

—Ah, Natsu es así de insoportable.

—Dice que quiere guardar el secreto de que dormí contigo. No tengo ni idea a lo que se refiere.

—Ni yo.

Reí acomodándome en mi cama. Él apagó la luz y se acostó en la cama del suelo. Bien, de ahora en adelante empezó mi plan.

Estuvimos un rato en silencio. En realidad, la paz en estos momentos es normal porque ninguno habla hasta que el otro se irrite. Aclaré mi garganta y en la oscuridad, observé su rostro ser iluminado por su teléfono.

—Kageyama...

No contestó. Es normal.

—Tengo frío.

—Y a mí qué.

—Siento que voy a morir —suspiré dramático. Soy un estúpido—. Realmente moriré de hipotermia.

Malhumorado se sentó en su cama de golpe y me tiró su manta. Yo me asusté.

—¡Ah, idiota!

—Así no vas a tener frío.

—No me refería a eso, imbécil.

Gruñí indignado. Rápidamente acomodé la manta sobre mí y me dí vuelta. Estúpido, ¡Kageyama estúpido!

—¿Entonces a qué te referías?

—¡Algo obvio! —exclamé sin pensar—. ¡Podías subir y dormir conmigo!

Y antes de caer en cuenta sobre lo que dije, él bufó.

—Eres idiota. Debiste decírmelo, ¿qué iba a saber yo?

Redunfuñando, sentí a Kageyama acomodarse a mi lado. Yo me dí vuelta y lo miré sorprendido, dándome cuenta que estaba viendo al techo.

Quiero besarlo, carajo.

—¿Me puedes abrazar?

Murmuré avergonzado, casi ni me oí. Él giró su rostro y suspiró abriendo sus brazos.

—Acércate tú, rarito. No me pidas más.

Y sintiéndome un tonto enamorado, me acomodé entre sus brazos. Debo estar soñando; nunca pensé que estaría tan cerca de Kageyama. Siento su aroma, su piel suave, sus brazos acunándome y el calor de su cuerpo. Estoy enamorado, siento muchísimo con él a mi lado.

—Gracias por esto.

—Duérmete.

Hola mi genteeee

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Hola mi genteeee

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nos vemos!

tkm tkm tkm

Desafortunadamente, Kageyama² | KagehinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora