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―Zee, ¿prometes que no vas a dejarme?

―Claro que no, bebé. ¿Por qué te dejaría?

―No lo sé...

Zee suspiró y se arrodilló en el césped. Nunew parecía muy afectado, con los ojos llorosos y un puchero en sus labios, que temblaba cada tanto. Se veía que estaba a punto de llorar, y eso le rompía demasiado el corazón al alfa. Odiaba tanto cuando su novio se ponía a sollozar, ya fuera por cualquier cosa.

―Te amo ―le dijo Zee, serio, y le dio un suave beso en la boca―, y quiero estar contigo para siempre, ¿bueno?

―¿Para siempre, siempre, siempre? ―insistió Nunew, recibiendo más besos en sus labios. Eso, de alguna forma, le ayudaba a relajarse y pensar en otras cosas.

―Para siempre, siempre, siempre ―confirmó Zee, sacándole unas risas suaves al omega―. ¿Qué tal si después te quedas en mi casa, bebé? Sólo si quieres...

―¡Sí, me encantaría! ―chilló Nunew, feliz―. Me gusta dormir contigo, ¡eres tan calientito! Y me gusta cuando ronroneas, Prukie.

Zee sintió un poco de vergüenza ante sus palabras, como si las palabras de su novio le pusieran vulnerable. Él no era mucho de ronronear, pero no podía evitarlo cuando se trataba de Nunew, además de que se dio cuenta de que era una forma de relajarlo.

Lo que más quería, en ese momento, era que no se preocupara de muchas cosas. Al día siguiente tenía su primera hora con su nueva psicóloga, que su mamá buscó para el muchacho, y Nunew estuvo toda la semana muy nervioso. Nunew quiso esquivarlo de mil formas, pero a fin de cuentas, Zee le insistió tanto que terminó aceptando ir a regañadientes. El alfa comprendía que fuera difícil, que le provocara muchos nervios y pánico a su pareja, y por eso mismo, estaba allí para apoyarlo.

―¡Nuuuuuuu! ―gritó Gun, apareciendo con la respiración agitada―. ¡Necesito que me escondas!

―¿Cómoooooooooooo?

Nunew no tuvo tiempo para preguntarlo, porque Gun se convirtió en conejito y comenzó a luchar para meterse en su mochila. De paso, le sacó todos los cuadernos a pesar de sus quejas, y Nunew le puso el cierre, amontonando lo que antes estuvo en el interior. Zee trataba de reprimir una sonrisa.

―¡Oigan, ustedes!

Se sobresaltaron al escuchar la indignada voz de Tay, que llegó con el ceño fruncido. Nunew se puso de pie, recogiendo sus cosas y colgándose la mochila en el hombro.

―¿Por qué estás interrumpiendo mi sesión de besos con Nu? ―preguntó Zee, y el omega se coloreó de rojo.

―¡Hia! ―chistó.

―Estoy buscando a Gun, ¡me debe algo! ―se quejó Tay, mirando a su alrededor―. ¿No lo han visto?

―No ―dijo Nunew, agarrando la mano de Zee para ayudarlo a ponerse de pie―. Es decir, lo vimos pasar, pero desapareció entre los arbustos.

―Mmm ―Tay le miró con sospecha―. ¿Y por qué llevas tus cuadernos allí y no en tu mochila?

Nunew abrió la boca, sin saber exactamente qué decir, pero Zee intervino.

―Es que le regalé un nuevo juguetito para que lo use cuando me extrañe, y no le cabía con las cosas dentro ―dijo el alfa, moviendo sus cejas de manera sugerente.

El rubor en el rostro de Nunew empeoró, chillando por la indignación y golpeando en el brazo a Zee, que soltó unos quejidos. Tay rodó los ojos.

―¡Cochino! ―acusó, y se dirigió a los arbustos―. ¡Gun, regresa aquí, conejo aprovechador!

🐯WILD CHIPMUNK🐹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora