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Parte 2

Debido a ese episodio, Nunew estuvo muy pegajoso con él. Demasiado. Lo abrazaba y besaba mucho, se ponía en extremo posesivo, frotaba su carita contra el cuello del alfa y se desesperaba por quedar impregnado en su aroma. A Zee no le importaba, no particularmente, y aprovechando que ambos tenían más tiempo libre, lo disfrutaban demasiado. Los dos se encontraban trabajando en sus tesis y pronto se titularían, por lo que ya no iban a la universidad todos los días.

Sin embargo, cuando pasó un mes y Nunew seguía con ese comportamiento insistente, Zee comenzó a preocuparse un poco. El olor del omega se volvió algo dulzón y cambió ligeramente, pero el menor no pareció tomarle importancia. El alfa, por el contrario, creía que algo no iba bien. Nunew se enfermó las últimas dos semanas del estómago e iba a vomitar por algo que le cayó mal. Y lloraba mucho. Se puso a llorar demasiado cuando se comió un helado de almendras y vomitó, sin entender el motivo de haber sentido náuseas.

Ahora también estaba llorando, pero de la frustración.

―¡El nido... el nido no me sale! ―dijo, enfadado consigo mismo, aunque también un poco con Zee―. ¡No sé... no sé por qué!

―Nu, ¿tú...? ¿Realmente lloras por eso? ―preguntó Zee, algo atónito.

Nunew lo miró con cara de matarlo. El alfa se arrepintió enseguida de haber dicho eso.

―¡Yo lloro por... por lo que sea! ―hipó Nunew, y agarró una almohada, como si estuviera dispuesto a ahogarlo con ella.

―Ya, bebé, no te preocupes ―se apresuró a decir, emitiendo feromonas para calmarlo―. Sólo... No es normal que llores tanto. Has estado muy sensible.

―¡Es que tú no me entiendes! ―se quejó el omega, pero pareció calmarse al percibir las feromonas alfas rodeándolo―. Desde que lavaste tus prendas...

―¡Eso fue hace más de un mes, New!

Otra vez se arrepintió de su acción, porque Nunew se lanzó a ahogarlo con la almohada. Mientras Zee gritaba y Nunew se le subía encima para asesinarlo, sintió con más fuerza el aroma del omega. Era... era...

No sabía qué demonios era, ¡pero distinto!

―¡Nu! ―gritó, agarrándole las manos para impedir un asesinato―. ¿No... no sientes que... que tu aroma es distinto?

Nunew detuvo sus intentos de muerte. Frunció el ceño ligeramente, atónito ante la pregunta.

―Uh... cambié de loción corporal hace unas semanas... A cocó y almendras, ¿no te gusta?

―No, no es eso ―Zee tiró a un lado la almohada―. Hueles... diferente. Raro.

El omega pareció volver a enfurecerse.

―¡¿Estás diciendo que huelo mal?!

Un nuevo intento de asesinato.

―¡Nu, no, no! ―se quejó Zee, luchando por respirar―. ¡Jamás hueles mal para mí! ―el omega parpadeó―. Sólo... Hueles muy reconfortante ―esa era la palabra exacta. Le recordaba un poco a cuando era pequeño y mamá lo tomaba en brazos. Se quedó congelado―. Hueles... hueles a leche... A leche materna. ¿No estarás...?

Nunew barboteó algo, interrumpiéndolo. Las mejillas del omega se pusieron algo coloradas, como tratando de entender lo que le estaba diciendo Zee.

―Ahora que... que lo dices... ―mordió su labio inferior―. He estado algo irritable, ¿no?

―Y has tenido náuseas y vómitos ―señaló Zee.

―Tal vez no sean por algo malo que haya comido ―admitió el omega.

Volvieron a mirarse. Y hablaron al mismo tiempo.

―Entraré en celo ―dijo Nunew.

―¡Estás esperando a mis cachorros! ―gritó Zee, feliz.

Se callaron. Continuaron observándose uno al otro.

―¡No puede ser! ―chilló Nunew, enderezándose―. ¡¿Pero cómo?!

Zee se sentó en la cama, con una gran sonrisa en el rostro.

―Siempre anudo en ti ―dijo como si nada. Nunew enrojeció.

―¡NO ME REFIERO A ESO, PEDAZO DE IMBÉCIL! ―gritó, espantado―. ¡Nosotros...!

Y enmudeció. Porque Zee tenía razón. Ellos no solían cuidarse mucho, y era una gran sorpresa que no hubiera quedado preñado antes.

―¡Necesito un test! ―dijo, incrédulo―. ¡Quizás sólo sea un celo...!

―O gases ―bromeó Zee.

Nunew agarró la almohada y procedió a ahogarlo. Nuevamente.

Una hora después, el alfa se paseaba en la habitación del departamento con aspecto ansioso. Nunew se encontraba en el baño, y Zee no podía dejar de sentir nervios. A pesar de llevar ya tanto tiempo con Nunew, que lo había marcado y eran casi un matrimonio, tener hijos siempre le había hecho mucha ilusión. Él sabía que para Nunew era parecido, pues lo habían conversado muchas veces, a pesar de que nunca hablaron sobre el momento idóneo para ellos.

La puerta del baño se abrió. Nunew salió.

―Negativo ―dijo.

La expresión del alfa se llenó de desilusión, aunque trató de disimularlo.

―Oh, está bien. Tal vez sea tu celo...

―¡Bromeaba, es positivo! ―dijo Nunew, y se puso a llorar.

Zee se congeló. Y reaccionó unos segundos después, yendo hacia Nunew para abrazarlo y besarlo.

―¡¿De verdad?! ―gritó, emocionado.

―¡Sí! ―lloró Nunew―. ¡Mira!

Y le mostró el test con las dos líneas rosadas. El corazón de Zee explotó en amor, con su alfa gritando de felicidad porque su omega estaba esperando cachorritos. Sus cachorritos.

―¡Oh, New...! ―exclamó queriendo besarlo. Sin embargo, se detuvo cuando el llanto de su novio aumentó―. Oh, bebé... ¿tú no querías? ―preguntó, asustado.

―¡No puedo cargar bebés ―gritó Nunew― porque yo sigo siendo un bebé!

Zee no pudo evitarlo y soltó una carcajada, sintiendo la felicidad del omega a través del enlace que compartían. Le envió olas de calor y amor a través del lazo, ahora sí besándolo y haciéndole saber lo feliz que se encontraba. Nunew sólo recibió el beso y lloró un poco más, pero el consuelo de su alfa era todo lo que necesitaba.

―Me... me pondré muy gordito ―barboteó Nunew más tarde, mientras estaban en la cama―. ¿Te gustaré incluso así?

El alfa tenía muy claro que, a veces, Nunew volvía a tener bajones o pensamientos invasivos. Era normal, al fin y al cabo, porque en su infancia y adolescencia fue muy dañado y ese tipo de daño no era algo que se borraba de un día para otro.

Así que sólo le besó la mejilla.

―Te amo en todas tus formas ―le aseguró, enamorado―. Además, ahora será porque cargarás con mi bebé. Es normal, Nunu ―hundió su nariz en el cuello de Nunew, sobre su marca―. Tu aroma materno ya me encanta.

Nunew se rió por las cosquillas que le provocaba que Zee le hiciera eso.

―Podrían ser dos bebés ―bromeó―. Las ardillitas tenemos camadas grandes.

―No te preocupes ―insistió Zee―. Te amaré más cuando te vea cargando con mis cachorros 

―un nuevo beso―. Te verás tan lindo cuando estés panzón.

Ahora eso lo enfadó.

―¡Eres horrible! ―rezongó Nunew, agarrando la almohada, y Zee simplemente se carcajeó por la felicidad. Su omega y sus cachorros era todo lo que necesitaba para ser feliz.


🐯WILD CHIPMUNK🐹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora