EPILOGO

830 104 21
                                    

Zee se había acostumbrado a llegar a casa y ver a cinco niños esperándolo en la entrada, con ojitos brillantes por la emoción. Por lo mismo, cuando no los vio al abrir la puerta, no pudo menos que fruncir el ceño.

―¿Cachorros? ―preguntó.

―¡En la cocina, Zee! ―escuchó el grito de Nunew, y se apresuró en ir allí.

Su esposo estaba preparando la cena. Sentado en la mesa, con un puchero triste y expresión desolada, se encontraba su pequeño Charan. Parecía haber estado llorando por su nariz enrojecida y ojitos hinchadas, lo que lo preocupó casi de inmediato.

―¿Qué ha pasado, cachorrito? ―preguntó, yendo a verlo―. ¿Mamá no te ha mimado hoy?

―¿Qué dices? ―farfulló Nunew, antes de girarse para mostrarle su colita de ardilla―. Sus hermanos lo han hecho llorar.

―¿Cómo...?

Y, como respuesta, vio como unas pequeñas cabecitas de ardilla se asomaban del enorme y peludito rabo de Nunew. Parpadeó, viendo a sus cuatro cachorritos observándolo, antes de ponerse a chillar.

―Se pusieron a jugar a las escondidas ―explicó Nunew, sacudiendo su cabeza― y le tocó a Charan. No los ha pillado, así que le dije dónde estaban y sabes que...

―Oh.

Zee miró con reprobación a los cuatro cachorros antes de tomar en brazos a Charan. El mes pasado habían cumplido los seis años y a Zee le gustaba mucho mimarlos al tenerlos allí, acurrucados contra él.

―Quielo sel a-dilla ―sollozó Charan en sus brazos.

El último año ese había sido todo un problema para su cachorro mayor. En muchos juegos que tenía con sus hermanos había un momento de quiebre, pues a veces solían transformarse en sus formas animales y las diferencias entre pantera y ardilla se hacían más notorias. Por ejemplo, a Charan le costaba medir su fuerza y hubo ocasiones en las que, sin querer, era un poco más brusco con sus hermanos y eso terminaba con alguno llorando. O, por la diferencia de tamaños, de manera inevitable Charan quedaba algo apartado del juego. Zee se imaginaba que su panterita quizás quiso esconderse en la colita de mamá como hicieron los otros chicos, pero se sintió mal ante lo que era evidente: él no podía hacerlo, porque era demasiado grande. Además de que a mamá le iba a doler si trataba de subirse.

―No digas eso ―dijo Nunew, viéndose triste―, eres hermoso como eres, Channie. Mamá ama que seas una hermosa pantera, como papá.

―No ―sollozó Charan―, ¡no, no me gusta!

Nunew se veía más desolado ante esas palabras y Zee supo que era porque debía estarse sintiendo culpable. Si bien el alfa le aseguraba que no le importaba que sólo uno de sus cachorros fuera pantera, su pareja pensaba que pronto le iba a reclamar por eso. Incluso había sugerido el año pasado tener otro bebé, tal vez así saliera otra panterita, para que Charan no se sintiera tan solo. Zee le dijo que no por tres motivos: el primero, es que no podían asegurar que sólo fuera un bebé, considerando que tuvieron una camada de cinco niños; segundo, nada aseguraba que fuera pantera; y tercero, un nuevo bebé implicaba nuevos gastos, y si era otra camada, entonces quedarían en la pobreza. O, bueno, quizás no tan así, pero sí sería difícil económicamente hablando.

Además, Zee sabía que Nunew tampoco quería otro bebé. Así que no había nada más qué discutir.

―Está bien, cariño ―suspiró Zee, acariciándole el cabello a Charan con ternura―, está bien si te sientes así, mi pequeño cachorrito... Pero debes saber que papá y mamá te aman así como eres, siendo la linda pantera de nuestra manada.

―¡Nosotlos igual te amamos! ―gritó Ohm, que había saltado al suelo y se transformó en su forma humana―. ¡No... no quedíamos hacelte sentih mal! ―dijo, antes de ponerse a llorar.

―¡No, no quedíamos! ―sollozó Kris, que le siguió a su hermano y fue a abrazar a Zee por las rodillas.

―¡Peldón, Channie! ―Kai fue el tercero en transformarse y también corrió a abrazar a Zee.

―¡Nunca más lo hademos! ―apoyó Soobin, llorando sin control alguno.

Al final todo fue un poco desastroso tratar de controlar a cinco niños llorosos, en especial cuando las ardillitas empezaron a decir que querían ser panteritas y ya no les gustaba ser ardillas. Se les pasó cuando la cena estuvo lista y Nunew les sirvió su plato favorito (o la comida vegetariana de ardillas y la comida carnívora de pantera).

―Sigo preocupado ―suspiró Nunew más tarde, acurrucado contra Zee mientras miraban televisión―, no quiero que Charan se siga sintiendo así, Prukie...

―Bebé... ―el alfa le besó la frente―, los niños están notando sus diferencias y hay que comprender que se puedan sentir de esa forma, pero nosotros debemos estar allí para apoyarlos y enseñarles que esas diferencias los hace únicos ―una caricia en la mejilla―. Lo importante es que les expliquemos todo con cuidado y siempre estemos al lado de ellos para apoyarlos.

―¿Por qué siempre debes decir las cosas perfectas en el mejor momento? ―se quejó Nunew, aunque había una sonrisa dulce en su rostro―. Realmente eres muy lindo, Zee...

―No tan lindo como tú ―Zee ahora le dio un beso en la boca―, mi linda ardilla...

Nunew comenzó a reírse, con el beso profundizándose y sintiendo las habilidosas y rápidas manos de Zee acariciándolo. Le encantaba que su alfa le tocara de esa forma, haciéndolo sentir tan deseado y querido a pesar de los años.

―Una pantera tan salvaje... ―Nunew gimoteó al sentir los labios deslizándose por su cuello―, para una ardilla tan salvaje...

―No me provoques ―gruñó Zee, subiéndose sobre él para deslizarle la ropa hacia abajo―. ¿Aprovechamos que los niños duermen?

―¡Debes aprender a aguantarte, Zee! ―jadeó el omega―. Bueno, pero rápido...

―Sabes que lo hago rápido, bebé...

―Mmm... ―una sonrisita burlona por parte de Nunew―, sí, la otra vez fueron dos minutos...

Zee soltó una carcajada sin control, con sus dedos deslizándose por el trasero del omega y sintiendo el lubricante.

―No fue mi culpa ―se defendió Zee―, es que tú me montas muy rico, Nu...

―¡Zee! ―se rió Nunew sin control alguno.

No tuvo que reírse tanto. Para su desgracia, los niños se despertaron ante sus carcajadas sin control alguno.

―¡Papá! ―gritaron desde su habitación, y los dos suspiraron.

―Fue tu culpa ―se dijeron al mismo tiempo, provocando una nueva risa dulce entre ellos.

―Los iré a ver ―dijo Zee―, si se vuelven a dormir...

―No, ya perdiste tu oportunidad ―bufó Nunew, y Zee se fue refunfuñando.

Nunew sólo pensó, con una sonrisa enorme, en que la vida podía ser muy buena para una ardillita como él. En especial ahora que tenía una linda manada protegida por esa pantera que le protegía y amaba con todo su corazón.


🐯WILD CHIPMUNK🐹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora