28

646 71 2
                                    

La vida de conejos era un poco difícil, pensaba Gun, y también muy estereotipada por los otros animales.

Bueno, a ver, ¿eran miedosos? ¡Por supuesto que sí! Los conejos eran casi la base de la cadena alimenticia, ¡vivían en constante peligro! Sus ancestros, los conejos normales, estaban rodeados de animales al menos el triple más grande que ellos que podían comérselos. ¿Vivir en la selva? Un león podía comerte. ¿Vivías en los bosques y te ibas a alimentar a un río? ¡Una serpiente te iba a devorar! ¿Querías sólo saltar entre el césped? Un águila podía agarrarte desde el cielo. Incluso vivir en los campos era difícil, ¡los perros de caza te tomaban del pescuezo y adiós vida!

Así que sí, obviamente los conejos serían miedosos por naturaleza. La vida los había preparado para sobrevivir, y para eso, si tenían que orinar a todo el mundo, ¡bienvenido sea!

¿Algún otro estereotipo? ¡Por supuesto, las zanahorias! La mayoría de las personas consideraban que las zanahorias eran un buen regalo para hacerle a los conejos. Qué gran equivocación. Es decir, a Gun le gustaban las zanahorias. A veces, si no tenía nada más que comer, solía comerlas sin problema alguno. El problema venía cuando se las regalaban, ¡como si fueran el mejor regalo del mundo! Eso era una porquería. Gun recibiría la zanahoria con una sonrisa en la cara, aunque en el fondo, se imaginaba cómo sería apuñalar a esa persona con dicha zanahoria.

Aunque, la primera vez que recibió un ramillete de zanahorias como regalo, fue cuando conoció a su mejor amigo Nunew Chawarin. Quizás a Nu era la única persona a la que le perdonaba dicho regalo, porque se lo dio cuando tenían cinco años.

―¡Me-me caes muy bien, Gunie! ―barboteó Nunew, con esa vocecita chillona y las mejillas coloradas. En esa época, todavía no era un niñito regordete, pero sí muy tímido y le costaba hacer amigos―. ¡Fe-feliz cumpleaños, Gun!

Y le ofreció ese ramillete de zanahorias con una sonrisa deslumbrante. Gun lo recibió con una gran sonrisa también, sin tener corazón para decir algo contra ese regalito, y le aseguró a Nu que serían amigos para siempre.

Sin embargo, ahora, a esa edad ya no estaba dispuesto a aceptar más regalos tontos y sin sentido como ese. Nu, por supuesto, no repetía regalos dos veces y pronto comprendió por cuenta propia que no era un presente ideal, así que nunca más le dio algo como eso.

Y, ¿cuál era el estereotipo más grande que existía? ¡Por supuesto, el considerar que los conejos eran calientes!

Es decir, Gun era caliente, ¡pero no porque era un conejo!

Vale, sí, los conejos tenían un pequeño problema: celos seguidos. Ni siquiera eso. ¿Sabías que los conejos vivían siempre en celo al ser animales presas? Debían asegurar su vida, ¡su linaje! Y por lo mismo, los conejitos pasaban toda su vida en celo.

Bueno, una excepción. Los híbridos de conejo no vivían en constante celo. Eso sería incómodo y poco útil para ellos. Pero si tenían un celo una vez al mes, y que duraba dos días. La mayoría de las veces podían reprimirlo a medias con supresores, al menos lo suficiente para no montar cualquier cosa que se les cruzara. ¡Pero eso no significaba ser caliente!

Gun no se consideraba un conejito caliente. Al menos... hasta que conoció a Off.

Off era un híbrido muy extraño, pensaba Gun al inicio, cuando estaban conociéndose. Era un lobo ártico y su cabello era más que rubio, casi blanco ceniza, enmarcando ese rostro que muchos consideraban aniñado e inocente. Si no hubiera sido un lobo ártico y con ese aroma tan fuerte, su primer pensamiento habría sido que era un omega. El mayor tenía todas las características de un omega: la voz suave, el porte elegante, las mejillas rechonchas y una sonrisa juguetona.

🐯WILD CHIPMUNK🐹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora