UNO: 2017

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- Jugadores con los que está EnzoF: Cristian Pavón (mencionado) y Enzo Pérez.

- Tags: smut y nada más extraordinario que eso.


Todo empezó en el cumpleaños número diecinueve de Enzo.

Junto a un par de sus amigos, arrancaron la joda en Club Leloir, viviendo la experiencia a pleno de ir en un bondi escolar desde San Martín con una banda de monos desconocidos que chupaban y fumaban porro a lo loco. Las desventajas de que ninguno de los burros de mis amigos tenga auto, pensó Enzo, mientras no dejaban de empujarlo y apretarlo contra la puerta del medio del colectivo.

Perdió la cuenta de la cantidad de veces que escuchó el mismo típico cántico de «Dicen que estamos todos de la cabeza» y se cansó de hacerlo, porque hasta los tarados de sus amigos se sumaron a esa pelotudez.

La cuestión fue que se aburrieron demasiado rápido del boliche y terminaron en una joda en Parque Leloir con todo su grupo de amigos, todo porque uno de ellos se enculó con una piba y quería concretar con ella a toda costa.

La joda era más grosa de lo que Enzo o cualquiera de sus amigos esperaban. No pasaron ni diez minutos desde que habían llegado que Enzo ya había perdido la cuenta de la cantidad de famosos que se cruzó saliendo y entrando de esa terrible mansión digna de un country. (Estamos en un country, pelotudo, le dijo uno de sus amigos). Todo el grupito se re prestó a pasarla joya, así que empezaron a tomar de lo lindo y a bailar sin parar.

Cuando se quiso dar cuenta, Enzo estaba entonado y dejándose chamuyar por un jugador de fútbol de la B Metropolitana, según lo que le había dicho el susodicho cuando se le acercó. Enzo no era boludo, sabía que el flaco estaba pasado de copas y de rosca, si ahora tocarse la nariz cada cinco segundos era un simple tic.

Enzo realmente no se acordaba del nombre del tipo, pero sí que era jugador de Barracas y zafaba una banda a simple vista (quizás, con menos copas encima, Enzo podría llegar a negarlo). El flaco tenía labia, sabía lo que estaba haciendo, pero claramente se había equivocado de persona, porque Enzo sin duda no era un acompañante VIP, como el tipo le había mencionado mientras le explicaba por qué se había acercado a hablarle. Pero no lo corrigió en ningún momento, dejó que le hablara al oído de los gatos que se garchaba todos los fines de semana, de que no se animaba a pedir pibes porque no quería que sus compañeros lo trataran de puto o que la prensa lo descubriera, pero bien que sabía que más de uno pedía hombres para festejar.

Enzo se perdió media conversación por estar disociando mientras pensaba en los jugadores de fútbol que él se cogería sin pensarlo dos veces, mientras el flaco no paraba y no paraba. Llegó un momento en el que se cansó de escuchar tanto lloriqueo que le terminó comiendo la boca, solo porque le pintó y realmente quería que el tipo cerrara el orto. Enzo podía decir con seguridad que era mejor usando la boca así que para hablar.

Una cosa llevó a la otra y, de alguna forma, Enzo terminó en el Honda del tipo, sentado a horcajadas y montándolo como si su vida dependiera de eso. El flaco lo agarraba con saña de las nalgas y le pegaba chirlos, intercalando la acción con sostenerlo de las caderas para guiar los movimientos de Enzo en cada bajada que empujaba su pija todavía más contra su próstata.

Enzo no era virgen a sus diecinueve años, pero sí era la primera vez que la pegaba dejándose coger por un jugador de fútbol. Si alguien le preguntaba si se veía en una situación así, probablemente se reiría, porque ¿por qué un pibe tan básico como él iba a terminar haciendo algo así?

Al parecer, era su día de suerte.

Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando se encontró siendo empujado contra el asiento de acompañante. El flaco, desesperadísimo, reclinó el respaldo con la palanca y lo agarró de las caderas para volver a penetrarlo, fuerte y seco, el choque de sus pieles haciendo eco en el espacio reducido del auto. Enzo hundió los dedos de una mano en el material de cuero y paró el culo un poco más para poder meter su otra mano entre sus piernas y así empezar a masturbarse.

mi nombre es jeremías » enzof/enzopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora