ONCE: LA VUELTA

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HOLA QUÉ TAL, MIREN QUIÉN VOLVIÓ DESPUÉS DE TANTO TIEMPO!!!

Bueno, no oficialmente. Les paso a contar por qué.

Hoy no es viernes, así que no podía volver él si no es viernes (el capítulo anterior fue una excepción). Para los que quizás no me siguen en twitter, se vienen cuatro capítulos FINALES de esta historia, los que transcurren durante la Copa América que ganamos hace nada.

Así que sí, señoras y señores. VUELVE JEREMÍAS. Bastante recargadito.

No obstante!! Esta actualización no es un capítulo oficial. Esto es algo cortito que escribí después del último partido de Enzo Pérez en River que subí nada más en twitter, así que muchos seguro no lo leyeron. Lo tuneé un poco y aproveché a usarlo para avisar que se vienen nuevos capítulos. Es súper suave, no tiene nada guarango y son menos de 700 palabras.

Pero bueno, más que nada era para avisar que vuelven los viernes de Jeremías 🍒


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Enzo cerró la puerta de su casa y se quebró de nuevo. Las luces estaban apagadas, todo era silencio, pero levantó la mirada cuando escuchó los pasos ligeros en el piso de parqué acercarse a él.

Tenía las manos en su cara húmeda, pero cuando unos dedos delicados se cerraron en sus muñecas tembló y sonrió mientras seguía llorando. Ese perfume que tan bien conocía —y que hasta a veces compartía— lo invadió y lo hizo sentir seguro.

Porque su Enzo era su lugar seguro.

—Mi amor —murmuró el menor contra su pelo, pasando la mano por su nuca y rodeando su espalda con el otro brazo, apretándolo contra su cuerpo. Enzo le devolvió el abrazo, hundiendo su cara en el hombro del más chico, mojando su remera con sus lágrimas.

Había hablado mucho de su futuro y continuidad en River con el menor, quien siempre le decía con total honestidad que él quería que terminara su carrera en el club que amaba, pero que lo seguiría a cualquier lado donde fuera. Ciegamente. Sin importarle a dónde o cómo. Lo seguiría hasta el fin del mundo si era necesario.

Dejó que el más chico le sacara el bolso y lo apoyara encima de la isla de la cocina, y también se dejó arrastrar a la pieza con su mano envuelta en las del menor. La tele estaba prendida, pero en silencio, y la cama se veía deshecha de haber estado ahí hasta hace un momento. Sintió alivio cuando se acostaron juntos y Enzo encontró su lugar en el pecho del menor, quien le acarició el pelo y lo rodeó con su calor.

El menor le besó la frente y acarició su pelo con suavidad. Enzo cerró los ojos y soltó un suspiro, porque ese chico era como una curita para su corazón.

—¿Qué sería sin vos? —le preguntó Enzo.

—Un ídolo —contestó el menor rápidamente, bajando la mirada para encontrar sus ojos y pasando una mano por su pelo—. Un grande. Un campeón. Una leyenda. Te lo digo como hincha y te lo voy a decir siempre, amor, porque es lo que pienso.

Enzo lloró un poquito más. El menor sonrió y le besó la coronilla, pero también buscó su boca. El jugador suspiró aliviado, deslizando una mano por la mandíbula del más chico, encontrando contención en donde siempre sabía que podría ir a buscarla.

—Te dice capi —dijo el menor contra su boca. Enzo se alejó y lo miró con las cejas arrugadas, sin entender de qué estaba hablando. El más chico chasqueó la lengua—. Ese pibito. El chico de las poesías. Mucha confianza ahí.

Enzo soltó una risita.

—¿Celos? ¿A esta altura del partido?

—Una simple observación —lo corrigió el menor, pasando una mano por todo el pecho del jugador. Se mordió el labio—. Sos todo mío. Que siga participando.

—Igual no quiero a nadie más —afirmó el jugador, buscando los labios contrarios de nuevo—, no cuando tengo al amor de mi vida esperándome siempre en casa.

—Qué hombre —dijo el menor mordiéndose el labio, sin poder resistirse a besarlo de nuevo—. Pero qué hombre.

Ahí, justo ahí, en los brazos del amor de su vida, Enzo siempre iba a tener un lugar seguro al cual ir siempre que su vida fuese más incertidumbre que seguridad. Porque esto era lo que más tenía asegurado y no pensaba soltarlo nunca más. Por nada del mundo.

Eran dos historias de amor que habían empezado casi de la mano con River y Enzo. Podía decir que esos dos amores eran un mismo amor incluso, sin duda alguna. Sin River, no existiría Enzo. Pero sin River ni Enzo, su vida no hubiese tenido el mismo significado.


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Nos vemos el viernes que viene!

mi nombre es jeremías » enzof/enzopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora