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El David me acompañó caminando a mi casa, en el camino hablamos de todo lo que nos queríamos decir hace tiempo y ahora estamos parados en la puerta de mi casa.

—¿Queri' pasar?.— le pregunté y él asintió después de pensarlo un poco.

Ambos entramos y avisé mi llegada a mi mamá, que se asomó desde la cocina, saliendo rápidamente cuando vio al David. Se acercó a él y lo apretó en un abrazo.

—Tanto tiempo, mi niño.— dijo con adoración.— Me alegra mucho verlo por acá.

—A mi también me alegra estar acá. Está más regia que nunca usted.— la piropeo haciendo que mi mamá le pegue suavemente en el hombro.

—Tan lindo que eri' tu. Ya suban tranquilos noma', más ratito les llevo algo pa' comer.— habló entrando nuevamente a la cocina. Hicimos caso y subimos a mi pieza.

Una vez adentro, me senté en mi cama, pero el David se quedó parado, mirando todo de mi pieza. En una pared seguían pegadas las fotos que tenía con mis amigos, y claramente con él. Se quedó mirando las fotos por un rato y decidí aclarar.

—Llegamos ayer y cuando me fui las dejé ahí. Por eso no las he sacado.— pero al parecer a él no le gustó mucho la idea.

—Entonces pa' ti sí se terminó todo.— aseguró, yo lo miré confundida y se sentó a mi lado.

—Pensé que ya se había terminado todo.

—Pa' mi no. Aún tenía una mínima esperanza, pero ya la mataste.— habló irónicamente.

—Yo también tenía esperanzas, David. Pero se fueron apenas te vi con ella. Estai' pololeando, David. ¿Que haci' acá intentando recuperar algo que ya fue?.— pregunté cansada.

—¿Podi' dejar de suponer weas?.— preguntó enojado.— No estoy pololeando con ella, Celeste. Ni con ella, ni con nadie. No estaría acá si tuviera a alguien más.— respondió dejándome callada.

—Entonces... los dos pensábamos weas na' que ver.— hablé después de un rato, él asintió.— No se que deberíamos hacer ahora.

—No se... ósea yo quiero muchas cosas, pero... no se si tú queri' lo mismo que yo.— habló lentamente y no pude evitar mirar sus labios. Él se acercó un poco a mi.— Celeste, ¿tu aún me quieres?

No pude hablar. Las palabras se quedaron atoradas en mi garganta y casi me cortaron la respiración. Lo miré directamente a los ojos, aveces cambiando a sus labios, y él hacía lo mismo que yo. Y sin darme cuenta, el David ya tenía su nariz pegada a la mía, nuestros labios casi tocándose.

¿Debería pensarlo más? Quizá aún hay cosas que aclarar.... Pero ¿quien me asegura que él seguirá acá? Prefiero no arriesgarme a perder la oportunidad. Así que tomé su mejilla y lo acerqué más a mi para finalmente darle un beso.

El beso que tanto estábamos esperando. Se nota por la intensidad y rapidez que nos besamos. Ambos desesperados por nuestro toque. Con miedo a perdernos nuevamente. Con miedo a todo pero seguros de que esto es lo que queríamos, que esto es lo que tanto estábamos esperando. Seguros de que nos amamos, y que nunca dejamos de hacerlo.

—Esperé tanto tiempo pa' estar así de nuevo contigo.— dijo después de un rato. Yo estaba acostada en su pecho mientras él me hace cariño en el pelo.

—Yo también... No podíamos por mi culpa.— me lamenté, pero él me tomó del mentón para que lo mirara.

—Deja de culparte por todo lo qué pasó. No te hace bien.

—Pero sabi' que tengo razón.— declaré y él se quedó callado.

—Ya, déjate de pensar weas.— dijo después de un rato, abrazándome.— ¿Queri' salir un ratito?

—¿A donde?.— pregunté levantando la cabeza para mirarlo.

—Mmh a la plaza y podríamos ir al super a comprar algo pa' comer.— propuso y yo asentí parándome de la cama.

(...)

—Esto define todo, David. ¿Dulces o saladas?.— pregunté mostrándole los paquetes de cabritas.

—Dulces po.— dijo como si fuera obvio, yo levanté mi mano para que la chocara.

—Buenos gustos.— declaré.

—Sipo, si me gustai' tú.— soltó haciéndome toser por la impresión.

No esperaba que me dijera eso justo ahora. Pensé que quizá ya no sentía eso por mi, que con el tiempo se le pasó y ahora me veía como una amiga.

—Celeste no podi' esperar que no me gustes si casi me tragaste en tu casa.— dijo mirándome indignado, le pegué en el hombro avergonzada porque justo una señora estaba en el mismo pasillo y escuchó lo que dijo.

—David eri' desubicao'.— me quejé haciéndolo reír.

—Pero si es verda' po. No te hubiese dado el beso si no me gustarai'.— dijo empujando el carrito para ir a pagar.

No hablamos más hasta salir del supermercado, donde se empezó a quejar de una señora que le pasó el carro por un pie.

—¿Como no me iba a ver? Si estaba al frente de ella. Yo creo que me tenía mala.— aseguró quejándose.

—Eri' cuatico, David. La pobre señora casi se puso a llorar pidiéndote perdón.— me reí de él.

El David me quitó la bolsa que tenía en la mano para llevarla él y tomarme de la mano para seguir caminando a la plaza. En el camino no hablamos mucho porque el día estaba muy lindo y el silencio se sentía bien. Cuando llegamos, nos sentamos en el pasto y nos pusimos a comer algunas de las cosas que compramos.

—¿Tu sabi' que Recuérdame es pa' ti, o no?.— preguntó de repente, yo asentí mirando el piso.

—El Pipe me contó antes de que saliera la canción.— me reí bajito.

—Ma' sapo ese weon.— se rió.— Esa canción me ayudó caleta a entender como me estaba sintiendo.

—Perdón por hacerte sentir tan mal.— me disculpé cabizbaja, pero él me tomó del mentón para que lo mirara.

—Quiero que nos olvidemos de esa parte de nuestra relación, Celeste.— habló mirándome a los ojos.— Lo único que necesito es estar contigo.

—También yo.— dije sonriendo.— Te amo tanto David. Perdóname por todo.

—Te amo más, mi Kay.— dijo acercándose para darme un beso.

(...)

—¿Entonces ya están bien?.— preguntó el Pipe, nosotros asentimos.— Oh conchetumare por fin weon. Ya no los aguantaba más.

—Ya Felipe, después me veni' a pedir weas.— dijo resentido el David.

—Pero si es verda' po. Los dos hablan mucho pero no hacen ni una wea.

—Quédate callao' un rato oh.— le pegué en la cabeza haciendo que se quejara.

—Ya, fuera de webeo, me alegra caleta que estén bien ahora.— dijo sonriéndonos y yo le apreté las mejillas con ternura.

—Eri' ma' lindo.— lo abracé. El David se rió y salió de la pieza de su hermano, dejándonos solos.— Igual aún no somos nada serio.

—Pero ¿crei' que sea necesario pedírselo? Ósea es como "¿volvamos?" y listo.— dijo alzándose de hombros.

—Mmh, no se. Ahora me dejaste con la duda.— me quejé.— Ya pero no importa, como se den las cosas noma' po.

—Estoy tan feliz de verte acá de nuevo.— dijo el Felipe abrazándome justo cuando su hermano entró nuevamente.— No creo que hubiese aguantado más sin ti.

—Yo estoy feliz de estar acá, con ustedes.— dije tirando al David para que se uniera a nosotros.— Gracias por volverme a querer.

—Nunca dejamos de hacerlo.— dijo el David sonriéndome y apretándonos en un abrazo fuerte.

𝐀𝐋𝐆𝐎 𝐃𝐄 𝐓𝐈 ; Kidd VoodooDonde viven las historias. Descúbrelo ahora