—¡ME VOY A DESMAYAR!.— escuché gritar a mi pololo. Me reí suavemente mirando a la Sofía, ella hizo lo mismo.
—Está histérico weona, peor que tú.— me dijo rodando los ojos.
—Está nervioso, y yo igual pero sé controlarme.— dije mirándome al espejo.— ¿Segura que me veo bien?
—Celeste te vei' preciosa. Pareces princesa.— lloriqueó falsamente.
—Gracias Sofi. ¿Viste a la Trini?.— pregunté curiosa. No he visto a mi amiga hace bastantes horas.
—Estaba arreglando unas últimas cosas. Pero me mandó mensaje de que ya venia.— respondió mirando su teléfono y justo abrieron la puerta dejando ver a la Trini.
—No me wei.— habló tapándose la boca, sorprendida. Yo sonreí avergonzada.— ¡Te vei' hermosa, Celeste!.— sus ojos se pusieron brillosos.
—Ah no, porfavor no llori' porque vamos a terminar llorando las tres y cagó el maquillaje.— la retó la Sofía haciéndonos reír.
—Falta poquito ya.— recordó la Trini y yo suspiré asintiendo. Me miré por última vez al espejo y me giré para mirarlas.
Nunca pensé que llegaría a este momento. Mis amigas vestidas del mismo color, vestidos hermosos que quedaban totalmente con su personalidad. Yo vestida de blanco, con el vestido de mis sueños, el que me demoré meses en elegir porque quería que fuera perfecto. Y el David gritando histérico porque estamos a minutos de casarnos.
Mis ojos se empezaron a cristalizar cuando mi mamá abrió la puerta de la pieza donde estamos. De su mano estaba agarrada una niña pequeña. Mi hija.
La Matilde cumplió hace poco 1 año y cada día aprende algo nuevo. Eso me alegra pero me da mucha pena porque me doy cuenta que está creciendo, y en algún momento ya no va a estar tan chiquitita.
Su vestido morado le queda tan lindo que me dieron ganas de llorar. Sus rulitos oscuros estaban muy formaditos y la hacían ver aún más tierna. Ella al verme me sonrió con los pocos dientes que tiene, haciéndome reír con ternura.
—¡Mami!.— habló soltándose de mi mamá para venir hacia mi, pero al ver mi vestido se quedó un poco lejos.— Princesa, mami.
—¿Crees que parezco una princesa, mi amor?.— le pregunté agachándome un poco.
—Si, bonita.— dijo con un poco de dificultad. Aún no sabía hablar muy bien pero conocía hartas palabras y siempre trata de juntarlas.
—Gracias, mi amor.— respondí estirándole los brazos para que se acerque a mi. Ella con cuidado lo hizo y me abrazó con sus brazos pequeñitos.
—Papi.— dijo haciendo que la miré.— Príncipe.
—Estuvo todo el rato diciéndole al David que parece un príncipe.— dijo mi mamá riéndose, la Mati asintió.
Nos quedamos hablando un poco hasta que tocaron la puerta. Mi mamá se asomó para ver quien era y entró rápidamente casi desesperada. Es ahora.
Suspiré muy nerviosa, sintiendo que se me va a salir el corazón. Mi hija me sonrió y se despidió de mi con su manito, yo hice lo mismo tirándole un beso.
Salí de la "pieza" en la que estaba y me llevaron a la puerta de donde se haría el gran evento. Ahí me estaba esperando uno de los mejores hombres que tengo en mi vida. El que nunca me ha dejado sola a pesar de los mil cagasos que me puedo mandar.
El Felipe me miraba con sus ojos rojitos, sonriendo a más no poder. Me abrazó suavemente cuando llegué a su lado, diciéndome lo feliz que estaba por mi y por su hermano. Finalmente me tomé de su brazo, dispuesta a caminar cuando abrieran esas puertas.
ESTÁS LEYENDO
𝐀𝐋𝐆𝐎 𝐃𝐄 𝐓𝐈 ; Kidd Voodoo
Hayran KurguAveces la vida nos pone desafíos. Siempre fui capaz de superarlos. Pero nunca pensé que solo unos ojitos tiernos podrían hacerme débil. La historia es 100% mía, no acepto copias ni adaptaciones.