Las Aventuras De Nasho (Natsux)

Tesoro.

Fairy Tail no me pertenece, todos sus derechos están reservados por Hiro Mashima y su respectiva editorial.

¡Pero la historia es mía, cabrones...!
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Tesoro, capitulo 1: Vida y Muerte.
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Normalmente los Dioses están por encima de todo. Epitomes de poder y supremacía, hijos del caos que hace ya muchísimo tiempo; incluso sobrepasando a la existencia misma; los habían creado, sea accidentalmente o no.

Pero incluso ellos, insignias de poder cuasi infinito, podrían ser castigados por sus actos...

Primordial, solo uno.

Su nombre era Ankhseram, dueño de la vida y la muerte en partes iguales. Existía desde antes del inicio del todo y perecería mucho, mucho tiempo después de que todo deje de existir.

Era el encargado de la vida, de crearla y dejarla ser como tal para que cumpliera su propósito individual.

Encargado de la muerte, de cosechar aquellos vestigios que ya habían cumplido su propósito.

Pero también tuvo otra tarea... Impartir castigo a quienes cometen blasfemia ante el orden natural del mundo... Erase hace mucho tiempo, Zeref Dragneel saboreo en su propia carne inmortal la desdicha de una de sus maldiciones.

Ser primordial significaba estar por encima de todo, de la existencia misma inclusive.

Siendo tal insignia de poder inimaginable, no había nada que lo pueda juzgar pues ese ser era ley y justicia.

Al menos hasta que la misma fuerza que lo creó se hizo presente. Sin emitir juicio, sin emitir palabras. Simplemente lo cambió, partiéndolo en dos y así su poder.

Ankhseram por un lado, dueño de la muerte por toda la eternidad.

Zivot por el otro, dueña de la vida por toda la eternidad.

Y así continuó y continuaría hasta el fin de los tiempos...

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"Oh... Ahí tienes pequeño, un punto final a tu soledad... Mis ojos siempre están sobre ti, así que sigue tu camino con fé."

Era una mujer joven, no aparentaba treinta pero tampoco veinte. Su edad era un misterio más su forma física evidenciaba que, así dicho, era joven.

Su cabello lacio, largo; que caía y se curvaba en el suelo debajo sus pies, era de un color dorado prístino.

Sus facciones divinas, sin imperfección alguna.

Ojos miel con los que veía atentamente el pozo que daba visual a las múltiples vidas que ella quisiera prestar atención en ese momento.

— No me olvidé de ti, pequeño, toda vida tiene su par y no serás la excepción...

Devuelta a su pozo se podía ver a un joven entrado en sus veinte, postrado de rodillas luego de que Ankhseram cumpliera con su labor y se llevara el último suspiro de su madre ya entrada en sus noventas.

Más el joven nunca estuvo solo, pues una mujer bella lo consolaba... Aquella que sería su amor para toda la vida.

Porque así era la labor de la vida; crearla y asegurar la prosperidad de la misma.

"Veo que sigues hablando sola como de costumbre."

Detrás de ella se oyó una voz familiar.

Era un hombre, lo opuesto a ella.