Capítulo 1

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El mundo ya no era como Lawler y Shiri lo conocían, la pelea por los escasos omegas hacía que ellos estuvieran preocupados por el destino de su futuro cachorro.

- ¿Crees que será un omega Lawler? - pregunta la joven madre con su voz quebrada.

- Cielo, eso no tenemos cómo saberlo ahora, sin embargo, sea cual sea su rasgo secundario estaremos aquí para él, te prometo que no le pasara nada y nadie lo alejara de nosotros- le dice mientras con ternura la abraza.

- Eso espero Amor, eso espero- contestó la madre con lágrimas en sus ojos, acariciando su prominente vientre.

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Veintidós años después

- Profesor, enserio ocupo ir al baño ya - corría un niño tomado de la mano de su profesor.

- Lo sé cariño ya llegamos, entra, rápido- metió al niño en el cubículo sanitario, cerrando la puerta, esperando recostado junto a ella y pasando una mano por su rostro en señal de agotamiento.

- En serio no me pagan lo suficiente por esto, no soy bueno para correr.- se dijo a sí mismo.

- Profesor García- escuchó desde la puerta de entrada a los sanitarios, reconoció la voz y volteó hacia ella, ahí de pie había un hombre que lo miraba con una gran sonrisa, gentil y cálida, Nataniel realmente amaba esa franca expresión; era un beta de veintiséis años, delgado pero con músculos muy bien definidos, de un metro con setenta y cinco centímetros de altura, cabello rubio, lacio y sedoso, sus ojos celestes brillaban con destellos, era el profesor de deportes de la institución y el mejor y único amigo de Nataniel.

- ¡Pablo!, ¿por qué tan formal, Profesor Castañeda? Y, qué haces por aquí – se dirige a su amigo devolviendo la sonrisa con una mirada juguetona, Pablo realmente se derretía cuando Nataniel lo miraba de esa forma pícara.

- Estás con un estudiante, no quiero ocasionar malos entendidos, vine a dejar un reporte y vi a un pequeño beta dándolo todo en una carrera al baño, rojo como tomate y con falta de oxígeno, tenía que ver ese espectáculo de cerca - susurró al oído del más bajo, mientras que con su mano despeinaba de forma juguetona los cabellos castaños de un enojado Nataniel.

- Oye pedazo de - se interrumpió al escuchar la puerta del cubículo sanitario abrirse.

– ¿Terminaste pequeño ? – dijo cambiando el tono de voz por uno más gentil.

- Sí profe, casi no la cuento, gracias por ayudarme, usted sabe que soy tímido y no me gusta ir al sanitario del aula.-

- Tranquilo Elías, sabes que siempre estoy para ayudarte, pero por favor, avísame con tiempo, mi condición física no es buena y casi me ahogo por correr del aula hasta aquí, anda lávate las manos-

- Lo siento profe, es que estaba distraído- decía el niño mientras se lavaba las manos.

- Tienes al mejor profesor niño- le dice Pablo al sonriente niño.

- Lo sé profesor Castañeda, el profesor García es el mejor- Pablo voltea a ver a Nataniel quien está sonrojado y con la cabeza inclinada.

- Profesor- dice Nataniel en un tono de reproche y con sutileza lo empuja para abrirse espacio y salir junto al niño de regreso a su aula, mientras voltea hacia atrás, le guiña un ojo a su amigo y saca su lengua, de forma infantil, Pablo sólo sostiene su estómago y larga una sonora carcajada que fue interrumpida por una enfurecida profesora que salió del aula contigua a los sanitarios, al verse regañado, se disculpa y se dirige corriendo al gimnasio.

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Llega la hora de la salida y Nataniel se dirige a la entrada del edificio del Jardín de Niños en el que trabaja, junto a los pequeños a su cargo, todos en fila, cantando una canción de despedida.

- ¡Oh profesor García, lo vamos a extrañar!, ¿Está seguro en querer dejarnos? - se queja una de las madres mientras le tapa los oídos a su hijo, según ella para que el niño no escuche que su profesor no estará con ellos el siguiente periodo.

– Señora Montero, son solo unas vacaciones y es algo que he querido hacer desde hace mucho tiempo, yo también los voy a extrañar mucho, pero debo hacerlo, por mi-

-Profesor García- dice otra madre - Vaya y viaje, conozca gente nueva y si es posible consígase una pareja, usted se lo merece- y le sonríe con gentileza.

- No seas quejumbrosa Cristina, todos extrañaremos al profesor porque es excelente, pero por la diosa Luna mujer, él es muy joven y ocupa vivir- dice mientras ve por encima del hombro a la primera mujer que había hablado.

- Bien, bien -dice Nataniel.

- Por favor señoras, no discutan frente a los niños, muchas gracias por todo el apoyo siempre y por favor cuiden todos bien de sus niños – luego de una caravana de despedidas, regalos, llanto por parte de algunos niños, y de Nataniel, él se retira a su aula.

Ya en el aula se dirige a su escritorio y comienza a recoger sus pertenencias, alguien toca a la puerta.

-Nataniel, no llores, mi corazón no lo puede resistir- habló el profesor Castañeda.

- Tonto, pasa y ayúdame a ordenar mis cosas, déjame llorar, lo necesito.-

- ¿Nat sabes qué día es hoy verdad?, - habló mientras con el rabillo del ojo observaba la reacción de su amigo.

- Claro que lo sé Pablo, es el aniversario luctuoso de mis padres. –

Mi Adorado OmegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora