Capitulo 38: Demasiado Tarde.

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—¿Tu hermana? —preguntó sorprendida, mirándolo a los ojos— nunca me has hablado de ella.

—Es verdad y lo siento, últimamente no he podido ver a mi familia como debería. Después del secuestro fue todo un caos... Así que no tienes que preocuparte ni estar celosa —confesó John con una sonrisa, divertido y avergonzándola.

—¿Yo?... ¿Celosa? —Annie desvió la mirada hacia la ventana— No lo estoy.

—Sí lo estás y no lo niegues, puedo verlo en tus ojos y en tus reacciones. Estás celosa y enojada.

—Que no lo estoy, déjame en paz —en ese momento Annie sintió que el vehículo se detenía en la carretera; al parecer, habían pinchado un neumático.

—Oh no... —se quejó— creo que pinchamos Annie.

—¿Qué? No puedes decir eso, estamos muy lejos de la ciudad todavía...

—Lo peor es que no tengo un neumático de repuesto, el auxiliar está en el taller mecánico. Debemos esperar a que vengan por nosotros.

—No puedo creer que te hayas arriesgado de esa manera, John... ¿Cómo salir a la carretera sin un neumático de repuesto? —preguntó un poco enojada...

—Tienes razón, Annie, lo siento. Creo que no pensé en las consecuencias, pero no te preocupes, estoy seguro de que vendrán por nosotros enseguida —John tomó el celular y, después de una llamada de un minuto, cortó con una leve sonrisa en el rostro— lo sabía, en media hora estarán por aquí. Solo relájate y descansa.

—Lo dices con tanta tranquilidad...

—¿En qué estábamos, Annie? Ya lo recuerdo... En que estabas enojada y celosa de mi hermana —John le brindó una hermosa sonrisa, burlándose de ella, lo que la hizo enojarse aún más, realzando aún más su belleza.

—No sabía que era tu hermana... —Annie se dio cuenta de que había metido la pata— olvídalo —furiosa siguió mirando por la ventana.

—Admítelo... Estabas celosa...

—¿Sabes qué? Sí, estaba celosa. Ahora déjame en paz —John tomó la mano libre de Annie, sorprendiéndola, y la entrelazó con sus dedos.

—Te ves mucho más bonita enojada y celosa... Me encanta —Annie sintió que John estaba actuando un poco extraño y se acercaba a ella peligrosamente.

Después del cambio de look, de sus celos hacia Paulie y de recordar las caricias de esta mañana, John sentía que se estaba volviendo loco. Necesitaba besarla, acariciarla, hacerle el amor; sin embargo, tenía miedo de que se asustara, y eso era lo último que quería.

Sigilosamente, se acercó a ella y alzó su mano para acariciar dulcemente su mejilla. Esa leve caricia hizo que cada centímetro del cuerpo de Annie reaccionara. Era increíble lo que ese hombre generaba en ella. Debería pensar que él era el presidente de la nación, tenía 43 años, podría ser su padre... Pero en este momento, esos no eran los pensamientos que le venían a la cabeza.

Dejándose llevar por un impulso, John regó dulces besos por su cuello, haciendo que ella cerrara los ojos para disfrutarlo. No sabía en qué momento se había acercado tanto a él, porque cuando abrió los ojos, estaba sentada sobre John en el asiento del conductor, disfrutando de cada una de sus caricias.

John comenzó a desabrochar los botones de la camisa blanca de Annie, dejándola solo con el sujetador, acariciando dulcemente la suave piel de su vientre mientras la besaba con una increíble pasión, que hacía mucho no sentía... Debería detenerse, lo sabía, pero en este momento no se encontraba lo suficientemente cuerdo para hacerlo. Quería disfrutar de ella, de su inexperiencia, de lo que tenía para ofrecerle.

Un presidente enamorado. Una historia de amor, secuestro y Venganza.(en Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora