Continúa la aventura

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Seguían buscando aquellas esferas. En el camino encontraron a un cerdito llamado Oolong que estaba atemorizando a un pueblo entero que cambiaba su forma, pero con ayuda de una pastilla, Bulma podía controlarlo para que dejara de hacer de las suyas o cuando la molestara.

Cada que decía: "Pi pi pi pi", el cerdito sufría retortijones horribles, obligándolo a ir tras los arbustos.

También se enfrentaron a un ladrón bastante conocido del desierto. Yamcha, un hombre moreno de pelo largo, y su amigo Puar, un gatito azul que también podía cambiar su forma, pues había asistido a la misma escuela que Oolong. Aunque se burlaba del cerdito por ser el peor en ello.

Fueron al Monte Frypan, pero Oolong les advirtió sobre un gigante, Ox Satán, quien resguardaba su castillo, el cual estaba envuelto en llamas.

Y efectivamente, si había un gigante, el cual los atacó.

Pero se detuvo al notar que el muchachito tenía el báculo sagrado y la nube voladora, la cual estaba utilizando para sobrevolar el castillo.

No es como si fuera necesaria sí o sí usarla, pero deseaba hacerlo, después de todo, era un regalo. Al igual que aquel brazalete que portaba.

Goku le explicó quienes le habían regalado esos objetos y este le pidió un favor. Que buscara a su hija, Chichi, a quien envió a buscar al maestro Roshi, para que le diera el Basho-Zen, un abanico que podría apagar el fuego de su castillo.

No esperó más y fue a buscarla.

Se encontró con una niña pelinegra, la cual lo vio con curiosidad cuando este se le acercó y le habló.

Goku: Tú debes ser Chichi, ¿no es así?

Chichi: Sí, pero ¿cómo lo sabes? ¡Ah, ya sé, tú también debes estar enamorado de mí.

Se había topado con Yamcha, quien la atacó al principio, pero volvió para despertarla y fingir que le gustaba, pues se enteró que era la hija de Ox Satán y si descubría que la había golpeado... no quería ni pensar.

Goku: ¿Eh? No, tu papá me envió para que te buscara y vayamos a ver al maestro Roshi—La nube bajó más para estar a pocos centímetros del suelo—Por cierto, mi nombre es Goku.

Chichi: Oh, ya veo. ¿Tú sabes dónde se encuentra?

Goku: Pues por lo que vi, él se fue con una tortuga hacia el océano. Así que ya tenemos un indicio de dónde se encuentra, vamos sube.

Miraba a esa chica, quien caminó hacia él.

Chichi: ¿En este algodón de azúcar? ¿Seguro que puedo subirme?

Goku: Sí, si tienes el corazón puro y sin malos sentimientos o pensamientos.

Chichi: Ya veo, entonces sí puedo—Subió con él, aunque al hacerlo le tomo de la cola, la cual ya no era una debilidad, pero igualmente le incomodaba un poco que la agarraran así.

Goku: Hey, no toques mi colita.

Chichi: ¿Eh? Creí que era falsa.

Vio como Goku la movió, así haciendo que la esponjosidad que había ganado se vaya.

Chichi: Qué extraño eres. Bueno, no importa, vamos a buscar al buen Roshi.

Mientras viajaban, ella se sujetaba de sus hombros, ambos iban sentados, estaban cruzando el desierto.

Chichi: Goku, ¿Cuántos años tienes?

Goku: Quince.

Chichi: Igual que yo, aunque eres bajito para tu edad...

Mi papá, el Dios de la destrucción 《Goku y Beerus》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora