¿Quién eres?

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Ha pasado ya algún tiempo desde que Vegeta fue a buscar a Goku al planeta del señor Beerus, llevándose la sorpresa de que este se había ido a otro planeta.

Así que decidió emprender ese viaje luego de varios meses. Quizás fueron seis o siete.

Debía encontrarlo.

—¿Qué hara, príncipe?

Vegeta:—Mira al saiyajin de cabello largo—Lo que debí haber hecho hace mucho, traer a tu hermano. Esta vez no habrá nadie que lo evite.

—Entiendo. Esperemos que acepte venir con usted.

Vegeta: El único que podría haberlo evitado está profundamente dormido, Raditz. Así que no te preocupes por eso.

Raditz: Le deseo buen viaje.

Vegeta: No se maten.

Metió sus cosas, entró a la nave y cerró la compuerta. Esta se elevó y fue perdida de vista.

—Vaya, creí que este día sería sólo un sueño—Se acerca a Raditz. Quitándose su rastreador, al igual que el otro saiyajin.

Raditz: Ya ves que no.

—El príncipe ha cambiado, ¿no crees?

Raditz: ¿Y apenas lo notas, Nappa? Desde que volvió se ha portado diferente.

Nappa: Bueno, no lo vimos como por casi diez años. ¿Qué le habrá pasado para cambiar así?

Raditz: Ni idea. Creí que nos abandonaría, no esperaba que volviera después de tanto.

Nappa: ¿Habrá sido la convivencia con Kakaroto y ese supuesto dios de la destrucción?

Raditz: quizás.

Dejaron hasta ahí la conversación, aún debían fingir ser leales a cierto emperador. Ambos subieron a sus naves y emprendieron viajes por separado. Tenían misiones qué realizar.

El pequeño príncipe volvió cuando ya era un adulto joven, pero también había otro gran cambio, su actitud. Seguía siendo orgulloso y también alguien que se molestaba con facilidad, pero ya no tenía esa mala forma de tratarlos. Y este se extrañaba cuando ellos reaccionaban con miedo al verlo enojado.

Ellos no habían olvidado esa indiferencia hacia ellos y la forma en que se expresaba, pues sabían que el príncipe podría matarlos. Pero se extrañaron al oírlo suspirar e ignorar lo que ellos hacían para no explotar.

Nunca hablaron de eso, pero las miradas que compartían Nappa y Raditz mostraban lo confundidos que estaban, pero en el fondo, se sentía bien ese cambio.

Vegeta se había acostumbrado a tener que reprimir los malos sentimientos que querían apoderarse de él. No podía lastimar a Goku o su padre lo haría polvo, a lo que fue adoptando ese hábito y lo transformó en una manera de mantener la calma ante situaciones que le resultaban estresantes... y sí, Goku solía estresarlo bastante.

Pero también se divertía con él. Estar a su lado era tener una aventura todos los días.

Se sonrojó un poco, al fin admitiendo que extrañaba a su amigo, pero sonriendo porque volvería a verlo.

Su amigo. Que bien se sentía poder expresarse sobre lo que verdaderamente siente.

Vegeta: Insecto tonto...

Recordaba las veces en que molestaba a Goku, llamándole insecto y combinarlo con algún otro adjetivo calificativo. Este se enojaba y reclamaba, haciendo que suelte carcajadas, era raro verlo molesto y él podía lograr sacarlo de sus casillas. Pero luego él se vengaba, convenciendo a Whis de que lo pusiera a limpiar parte del palacio.

Mi papá, el Dios de la destrucción 《Goku y Beerus》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora