Capítulo 11.

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—Me negué a venderle mi casa y eso no le pareció. Descubrí el negocio que escondía y mi terquedad y anhelo por hacer justicia se vieron marchitos cuando ese hijo de puta mató a mi niñita frente a mis ojos.

Müller me cuenta su historia a mayor detalle a diferencia de la tarde de ayer, trato de prestar atención, pero mi cabeza no para de reproducir las imágenes del italiano bajo mi cuerpo, la cena, el coqueteó involuntario... Su hermano. Todo está allí, mezclándose y no dejando que me concentre en mi trabajo como corresponde. Ayer firmé el acuerdo con Brandon sobre ser su representante legal ante el juicio que celebraremos prontamente.

Hoy, estamos trabajando juntos para darle claridad al caso y mostrarles a los jueces porque es que Francisco Vargas, es culpable. Pero no tengo mi mente aquí, sino que en la tarde de ayer y en la noche de esa desagradable cena.

—Creo que te entiendo mejor que nadie —le comento, paseándome por la sala aspirando a su confianza—. Con mis padres también tuvimos ese desolador sentimiento de no obtener respuestas, ni soluciones. La diferencia, Brandon —lo miro a los ojos dejando caer mi mano en la mesa—, es que tu hija a comparación de mi hermana sí tendrá justicia.

—Eso espero, señorita Vasil'yeva —su esperanza suena a demanda—. He pagado mucho dinero y estoy dispuesto a pagar aún más con tal de que ese malnacido se pudra en una prisión de por vida por lo que me hizo.

El hombre está roto por dentro. Le quitaron lo único que le da vida a un padre y por feo que parezca, no hay nada como el desespero de un hombre hecho trizas. Su esposa lo abandonó, lo culpó del homicidio de su hija. Su hija murió en manos de una bestia y ahora está aquí, rogando por ayuda y justicia en el sitio correcto.

—Y lo hará —le aseguró—. Es hora de que ese tipo comience a pagar cada crimen que ha hecho, no solo en este país, sino que en todo América y el mundo. Una bestia así no puede estar suelta.

—Usted lo libró de prisión —rebate.

—Y ahora lo puedo volver a meter. Yo ya cumplí el favor que debía al sacarlo la primera vez, ahora ya no debo nada —trato de darle confianza. Supongo que no debe ser muy alentador para él, el enterarse de que la mujer que lo va a representar será la misma que en alguna oportunidad dejó libre a su mayor verdugo—. Él creé poder comprar a la justicia, Brandon, pero se equivoca, porque mientras él paga por ella, yo la hago y manejo a mi antojo sin necesidad de gastar un mísero dólar.

Seguimos charlando por un rato, hasta que toma la decisión de irse. Adelanto trabajo y me enfocó también en el caso de Pavlovsky. Luciano me ha llamado toda la mañana, pero no le he dado el gusto de responder. Iván e Irina siguen discutiendo por causa de su familia, sin embargo, mi padre ya logró persuadir a mi madre con que la familia italiana si necesita de nosotros. Es por ello que no me sorprende toparme en la recepción con Antonio De Simone.

—Un gusto volver a verlo, señor —le tiendo la mano mientras que con la otra me guardo el móvil en el bolsillo de mi blazer rojo.

—El placer es mío, Natasha. Tu padre me dijo que viniera —explica acomodándose el saco del traje. «Me da exactamente igual»— tenemos una pequeña junta, me preguntaba si te gustaría estar.

Finjo la sonrisa agradecida. La verdad, no. No quiero estar allí.

—Estoy ocupada ahora, pero si me desocupo pronto, gustosa me iré a dar una vuelta por la oficina.

—Espero estés. Les tengo una propuesta a ti y a tu madre que posiblemente las haga cambiar de parecer.

—Claro —acepto con una sonrisa fingida— trataré de pasar por allí. Nos vemos después —me despido caminando hacia la salida del edificio. 

NATASHA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora