Capítulo 2.

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Tomo las caderas de la castaña para luego embestir con fuerza por una última vez. Beso la espalda de la jueza antes de salirme de adentro suyo y tenderme a su costado cuando me percato que ella también ha acabado.

—Oí que te vas —susurra a mi lado, jugando con mis manos. Ruedo los ojos antes de llevarme el brazo que tengo libre a los parpados, no quiero hablar de eso.

Sus ojos negros parecen esperar una respuesta cuando se acomoda en mi pecho mirándome fijamente y casi gesticulando un puchero. Corro las hebras de cabello que se le vienen al rostro, guiándolas tras su oreja, beso su boca por una última vez antes de apartarla y levantarme de su cama.

—Me voy —le comento recogiendo mis cosas.

Laura es algo así como mi casi algo, no es mi novia, pero es con la que más he cogido este último tiempo y una mujer a la cual podría decir que aprecio y de la que no me desagrada su compañía.

—Solo dime si es cierto —ruega tímidamente—. Escuché también que pediste un traslado a Estados Unidos, ¿Por qué irte tan lejos?

Yo no pedí ni un traslado, me trasladaron por un tiempo que es otra cosa. Nada que hacer ni nada que decir, son solo gajes del oficio que lamentablemente tengo que acatar y si no me trasladaban igual y me hubiese tenido que ir, ya se me acabó el mes y concluí con la petición de mi padre.

—¿Luciano?

Me visto rápido ignorando sus preguntas. Me desagrada el saber que no encontré más que las mismas cosas que Alessandro, resultando que Natasha Vasil'yeva es exactamente lo que las redes dicen.

Casi me costó mi maldito puesto de trabajo por ponerme a investigar de forma fraudulenta a una abogada del otro lado del océano para solo llegar a la conclusión de que la maldita si es un ser increíblemente perfecto. Inteligente, osada, carismática y preciosa. Titulada a los veintitrés, con doctorado en derecho penal. Algo imposible de creer si no es porque entró con solo dieciséis años a la universidad y encima adelantó un semestre. Cuando dijeron que tenía uno de los IQ más altos a nivel mundial, jamás pensé que se refirieran a eso.

En su práctica laboral ganó tres juicios y logró dejar a un pedófilo tras las rejas. Luego de terminar esta, ha ido solo en ascenso y es que hasta la fecha no ha perdido ni un solo juicio, lo cual han sido veintiséis desde que se tituló, liberando nuevamente ya a dos criminales en lo que va de año. Descubrí que es adoptada igual a como lo era su hermana. Tiene una extraña pero asombrosa fascinación por las aves y el arte. Visita constantemente teatros y galerías, donde exponen las obras de los artistas más vitoreados del momento; toca el piano, el arpa y le gusta beber vodka, cosa que no me extraña ya que aun viviendo en Estados Unidos casi toda su vida no deja de tener raíces rusas.

En los tribunales se le conoce como Víbora y es que lanza todo su maldito veneno con tal de defender a sus clientes sin importar de la calaña que sean y eso es lo que no me cuadra. ¿Por qué independiente de todo eso Antonio quiere trabajar con ella?

Dicen las malas lenguas que compra a los jueces, otros mencionan que los seduce, Alessandro llegó a la conclusión de que los chantajea y manipula, sin embargo, mis investigaciones desmienten todas esas conjeturas, pues la chica no es más que un diez de diez, sabe lo que hace y ya está.

Un mes, un mes trabajé para dar con información confidencial y solo conseguí lo mismo que todos: Natasha Vasil'yeva es una mente maestra. Nada fuera de lo normal, todo en orden con la ley, aparentemente sin trabajos sucios, pero no metería las manos al fuego por ella. Porque algo sigue sin calzarme, no sé qué es, pero lo voy a descubrir.

—¿Por qué jamás me contestas? —averigua Laura, tomando mi mano cuando me agacho a besarla para despedirme.

—¿Para qué haces preguntas si sabes que no te responderé? —le refuto besándole la boca— No me gusta que se metan en mi vida privada y lo sabes, deberías agradecer el que me vine a despedir de ti. Que a las otras ni mensaje de texto les dejé —le guiño un ojo antes de tomar mi reloj del velador junto a mi arma y salir de su casa.

NATASHA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora