Capítulo 13.

18 3 1
                                    

Me despierto con la llamada que me entra al teléfono fijo de la casa y desconfiada lo alzo cuando no conozco el número que me llama.

—¿Buenos días? —contesto dudosa. Muy extraña vez me llaman por aquí— ¿Quién llama? —inquiero cuando no recibo respuesta. 

Nadie me contesta cuando reitero la pregunta y solo escucho ruido del otro lado de la línea. Frunzo el entrecejo y cuando ya estoy por colgar una voz me detiene. 

—¿Natasha Vasil'yeva? —averiguan. No reconozco la voz. 

—Sí, con ella. ¿Quién habla? 

—No puedo decirlo, pero el llamado es rápido —me aferro al teléfono, espero que no sea la policía—. Llamo por parte del Güero, por temas judiciales no se puede comunicar con usted, pero me dice que a las diez de la mañana esté frente al parque Tongva, en Ocean Park por la avenida Ocean Ave, cerca de los sanitarios. Allí le proporcionarán un teléfono móvil el cual debe contestar de inmediato. Vaya sola. Ni un minuto antes, ni un minuto después. ¿Entendido? 

—Sí, gracias. 

Hasta luego, señorita Vasil'yeva

—Adiós —me despido. 

¡Al fin!

Checo la hora en el reloj y corro a la ducha cuando veo que faltan dos horas para las diez. Mientras me lavo los dientes le informo a Judith que llegaré más tarde. Le marco a Dalton, para que me confirme si ayer fue a buscar los papeles y cuando ya estoy lista, me preparo un café antes de salir de mi casa para ir rumbo al parque Tongva. 

Ocean Park, no está tan lejos de mi casa por lo que conduzco tranquila. Cuando llego al lugar que me indicaron a la hora estipulada, checo que no haya nada extraño en el exterior y solo procuro tomar mi bolso cuando veo a un hombre vestido de negro cruzar del parque hacia los baños públicos.

Me bajo del coche y el hombre se acomoda la gorra mientras camina en mi dirección. No me dice nada, pero me choca el hombro y cuando me bota el bolso se agacha a recoger mis cosas. Copio el gesto y solo veo su rostro repleto de cicatrices. 

—El Güero no puede hacer una llamada de más de cinco minutos, en cuanto le diga todo deshágase del aparato —informa mientras me ayuda a recoger cada cosa metiéndola dentro de mi bolso.

Noto como introduce el celular y cuando ya me da toda la información que necesito se levanta y marcha dejándome sola.

Me devuelvo al auto con el celular en mano, mientras ingresa una llamada que acepto de inmediato.

Muchacha, soy Héctor —me relajo cuando escucho la voz de García—Esto es rápido, sé que llevas días buscándome, pero no me he podido comunicar hasta ahora. Nunca me llamas a menos de ser necesario y siempre suelo contestar, pero ahora no puedo hablar mucho, tienen a la mitad de mis hombres en prisión por lo que no puedo andarme por los bordes, así que presta mucha atención a lo que diré: mañana llegaré a Los Ángeles, te lo haré saber cuándo alguien vaya a recogerte, necesito que esa misma noche nos juntemos en el lugar que tú conoces. Ahora, saca la tarjeta SIM del móvil y deshazte de ambas cosas por separado. Nos vemos, bonita. 

Hago todo lo que me indica cuando me corta y lo primero que hago al sacar la SIM es morderla mientras conduzco en dirección a la playa que está a metros de mí. Estaciono y camino al océano por medio de la arena y cuando sé que ya tengo el chip lo bastante destruido lo lanzo al mar, antes de volver a la camioneta, pongo el celular bajo las llantas el cual aplasto hasta reventar antes de abandonar Ocean Park e irme en dirección a la oficina. 

NATASHA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora