Capítulo 9

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Ariah

El sol se cuela por mi ventana y me hace fruncir el entrecejo en molestia. Tomo una de mis almohadas y la coloco sobre mi cabeza, en modo de defensa ante la cegadora luz.

Solo diez segundos tardé en caer por completo en mi realidad y todo lo acontecido el día anterior apareció en mi mente, haciendo que me levante en un rápido movimiento, mandando a volar mi almohada con él.

Me revuelvo entre mis sabanas para salir de la cama, pero con mi torpeza de las mañanas y el nerviosismo de saber si aquel hombre sigue en el pueblo o no, termino tropezando y cayendo al suelo. Mierda, eso dolió.

De inmediato me levanto y me quedo paralizada. Dios, estoy exagerando.

Revuelvo mi cabello con exasperación en un gran suspiro mirando el techo.

No entiendo tanta rapidez por ir a recorrer el pueblo para saber su paradero. No es como si pudiese hacer algo al respecto.

Lo mejor sería quedarme quieta y seguir con mi vida. Si lo ignoro seguro todo pasará más rápido y volverá a estar como siempre. Si actuó precipitadamente solo me delataría. Tal vez se olvidaron de mi existencia y ésta es solo una maldita y desafortunada casualidad.

No tendrían como saber mi verdadera identidad ya que muy pocas personas sabían que compartía sangre real. Además, la familia Kers debe haber muerto ya, por lo que será un asunto terminado. Ni siquiera tengo o tuve alguna vez ningún maldito interés en esa familia y la realeza.

Aún así, eso no explica el porqué de su llegada aquí. Pero aun así no dejaré que ese hombre arruine mi forma de vivir o comportarme. Además, si son asuntos privados de Phill, no me entrometeré. Él siempre respetó mi privacidad hasta que yo decidía abrirme, así que yo haré lo mismo. Aunque la curiosidad me carcoma cada nervio en mi cuerpo. Y mira que sí soy curiosa desde niña. Esto parece tortura.

Con un último suspiro, voy a darme un baño para calmar mis nervios de una vez. Una vez que ya me he cambiado y peinado bajo para desayunar con mis padres, los cuales se encuentran charlando, y al oírme llegar a la cocina, voltean a verme con una sonrisa y dejan su conversación para sentarnos a comer.

El rato lo solemos pasar hablando de cosas del pueblo y sus habitantes. O en ocasiones cosas que conciernen al bar. Aunque hoy ha sido un poco silencioso. ¿Tal vez hayan discutido otra vez? Pero se ven bastante bien.

Cuando quiero ayudar a levantar los platos, Lucin me dice que ellos podían y que vaya tranquila a prepararme para ir al bar. Así que con un asentimiento voy por mis cosas para luego dirigirme allí.

Me maquillo un poco y arreglo el cabello para ponerme mi peluca, luego miro mis trajes pensando en cual usaré hoy. Decidiendome por uno color coral. Una vez lista y con el rostro tapado, salgo para dar mi baile.

Pasadas unas horas y con mi turno terminado, decido ir a dar una vuelta por el pueblo y tal vez pasar por la galería.

Me cambio en mi habitación, me coloco una capa con mi capucha, pues aunque he decidido que haré como si nada, es mejor prevenir que curar.

Tomo mi bolso y lo cruzó por mi cuerpo mientras paso por la cocina y me llevo uno de los sándwiches que hay allí, saliendo de la casa. Camino por la calle saludando a la gente a mi paso y entre mordidas observo el pintoresco ambiente. Siempre que se realizan celebraciones, todo el pueblo se vuelve aún más familiar y alegre.

Hoy comienza la primavera, por lo que hay flores por doquier y colores cálidos cubren cada rincón. La gente canta, baila, ríe y sin duda algún, disfruta.

Una mano cae en mi hombro y por acto reflejo la tomó con fuerza doblando un desconocido brazo, empujando a la persona contra una pared de espaldas a mi.

El Príncipe Oscuro Y La Princesa BastardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora