Khastell:
Casi me vuelvo loco cuando vi a Ariah llegar con Phill. Es que acaso no entiende el peligro en el que podría estar ella en ésta misión. No sólo teniendo en cuenta el lugar al que vamos, si no que vamos tras esa maldita familia.
Pero tan pronto como yo le reclamaba, el me aseguraba con total confianza que él mismo había entrenado por años a Ariah, y que era no solo capaz de defenderse por sí misma si no que ha llegado al punto de poder derrotar al mismo Phill.
Eso genera sorpresa, conmoción y orgullo en mí. Además de que ella había decidido venir con nosotros y que es muy terca para cambiar de opinión. Y lo sé bien, a pesar de verse más adulta, más fuerte, sigue siendo la misma pequeña que se negaba a dejar que mi desconfianza en las personas de ese lugar le impidiera ir a mi celda continuamente.
Río ante el recuerdo volviendo a mi carreta.
Ariah me abandonó cerca del río antes de poder siquiera refutar el tener que volver con los demás. Sigue siendo tímida también.
- ¿Y esa sonrisa? ¿Has estado observando otra vez a la mujer de tus sueños? - Dierich me da una sonrisa burlona y mueve sus cejas de arriba a abajo repetidamente. Yo en mi lugar le doy una mirada asesina - Oh, por favor, ya te lo he dicho, yo jamás coquetearia con ella. Jamás te haría eso. Solo estaba siendo amable al decir que su sonrisa era brillante, Khastell.
- Si pues, que tu amabilidad se quede dentro de tu boca. - me dirijo hacia la parte trasera de la carreta para subir.
- Sabes, tal vez no le gustes siendo así, tan celoso - estaba subiendo cuando me congelo en mi lugar y me tenso de inmediato al oírlo. Él en respuesta a mi reacción, comienza a reír a carcajadas. Y si no fuera porque huyó veloz, lo habría golpeado directamente en su molesta boca.
Idiota. Como se atreve a insinuar algo así. Aún que sé que sólo lo decía para molestarme, eso no quita la preocupación de que su comentario pueda ser verdad. Diosa, en serio espero que no.
...
Llegamos. Hemos podido pasar desapercibidos, como simples comerciantes ambulantes.
Al llegar, hacemos unas compras rápidas de comida y yo decido a pasar por una tienda de armas, para ver si algo nos es necesario. Cuando salgo de allí, la veo. Está hablando con unos niños. Uno de ellos tiene el rostro con lágrimas y sus ropas con tierra. Parece que se calló y Ariah lo ayudo a levantarse, y por como le sonríe esta tratando de levantarle el ánimo.
Voltea hacia los costados, como buscando la manera de hayar algo que calme al pequeño. De repente, se acerca a un puesto donde venden distintas cosas al azar. Habla con el comerciante y luego de unos minutos vuelve a acercarse a los niños. En sus manos tiene un poco de papel y un lápiz.
Comienza a garabatear algo que desde mi lugar no logro ver. Pero si que puedo ver su rostro concentrado, su mano se mueve con rapidez, su cabello cae por el costado de su rostro y rápidamente lo acomoda tras su oreja. La punta de su lengua sale entre sus labios como signo de concentración. Es tan hermosa y tan tierna que mi corazón apenas lo soporta.
Le entrega el papel a los niños, y casi de inmediato el niño deja de llorar y comienza a sonreír. Hablan unos segundos más y luego de que ella les acaricia su cabeza, ambos se marchan saltando hacia sus padres.
Siempre adoré eso de ella. Su gran corazón y su amabilidad con las personas. Incluso conmigo. Un niño extraño que la miraba con frialdad y la alejaba. Ella aún así estuvo allí, día a día, entrando a mi corazón sin siquiera darme cuenta.
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El Príncipe Oscuro Y La Princesa Bastarda
Historical FictionAriah no tenia una vida sencilla, en su familia era la "bastarda" que no debió nacer, el cariño y la felicidad no eran parte de su monótona y oscura vida diaria. Hasta que un día encontró a un niño encadenado en la vieja torre del castillo. Con una...