Capitulo 10

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Khastell

Caminamos por el pueblo, recorriendo el lugar y conociendo un poco. Necesitaba estirar las piernas. Las semanas que pasamos a caballo fueron realmente molestas.

Nos separamos y Seth viene conmigo. Dierich sale con emoción a recorrer el lugar, seguro a buscar chicas con quien coquetear.

Aún no he podido revisar bien el lugar. Aún no pude buscar a esa persona. Tal vez era un poco ingenuo e iluso de mi parte. Pero sentía que debía buscarla por más que no fuese ella.

Ayer volví a soñar con ella, después de mucho tiempo. Su imagen que amenaza con borrarse de mi memoria. Esos ojos hicieron que su recuerdo viniera a mi como un rayo atravesando mi pecho.

Me desperté agitado por la mañana, sentía que aunque corriese jamás podría alcanzarla.

Veo puestos de comidas, de artesanías, de todo tipo.

De repente, veo un cartel que llama mi atención. Galería Nora.

Decido entrar y Seth me sigue a mi espalda. Dentro hay distintos tipos de pinturas de diferentes artistas. Muchos son buenos. Sigo mi recorrido hasta que freno en seco.

Frente a mí un gran lienzo con unas hermosas margaritas se alza con esplendor. Me deja enganchado a él. Sus colores, cada trazo de la pintura cosquillea mi interior. Simplemente no puedo quitar mis ojos de él.

Siguiendo solo unos metros otro cuadro, esta vez de un bosque frondoso. Junto a este unos niños corriendo por un campo de flores. Y así hasta que llegó al final del pasillo, donde parece ser la zona central de la galería.

Mis ojos se humedecen y el escalofrío que siento en mi columna me hace temblar. Grande, hermoso, maravilloso, perfecto. Habría mil formas de definir la pintura frente a mí. Pero ninguna llegaría si quiera a explicar un poco de su magnificencia.

Unas dahlias. Las más hermosas que haya visto en mi vida. Cada centímetro de ellas me generan una nostalgia y un dolor en el pecho de añoranza. Observo el cuadro por minutos, sin querer dejar de hacerlo.

Bajo mi mirada y veo la pequeña placa debajo de éste, el cual parece contener el nombre del artista al que pertenece.

Tal vez pueda comprárselo. Lo haría sin dudar un segundo.

Al acercarme lo veo.

Kirim.

Me pongo recto de golpe. Ese nombre. Era su segundo nombre. Lo recuerdo bien. Me inclino para verlo nuevamente y creérmelo. Leyéndolo una y otra vez. No hay duda, dice eso.

Respiro tratando de calmarme, podría ser solo una coincidencia. ¿Pero cuantas personas hay con ese nombre? Y la persona de ayer, esos ojos.

Respiro con rapidez mientras mi cabeza piensa en todas las posibilidades cuando siento a Seth tocarme el hombro.

- ¿Está bien? - me susurra.

- Necesito encontrar a alguien. Alguien de este pueblo.

- ¿A quien, Señor? - alza una de sus cejas con confusión y yo señaló con mi dedo a la pequeña placa de madera bajo la pintura.

- A ella. Kirim.

Salgo del lugar para dirigirme hacia nuestra posada. Debo hacer un plan de búsqueda, o mejor buscar yo mismo por todo el pueblo, no no, eso sería un poco lento, tardaría mucho, entonces podría...

El Príncipe Oscuro Y La Princesa BastardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora