『✙ Yᴀɴᴅᴇʀᴇ Oɴᴇ Sʜᴏᴛs ✙』

ɴᴏᴠᴇɴᴀ

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Yandere esposo x reader

⚠️Advertencia: Matrimonio forzado, diferencia de edad, rapto, venta/intercambio de menores, abuso sexual implícito y homicidio doloso.

OC: Sven Lindström

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Tuve mis razones para no asistir al funeral de ese hombre y son las mismas que me abstuvieron de ir a las oraciones y preparar los tamales para los asistentes. Se perfectamente que mis propios hijos y nietos me ven como una bruja pero eso no es algo que me importe, al fin de cuentas solo conocen una sola cara del prisma que es mi vida y de la persona que fue el cuando estaba en este plano.

Fue el padre perfecto, el abuelo ideal y un hombre maravilloso a la vista de sus dolientes, pero solo a ti voy a contarte mi versión de la historia. Eres mi única nieta mujer y odiaría que vivas una situación similar a la mía, y espero que con esto nunca vayas a dejarte de ningún hombre, que estés consciente de lo valiosa y fuerte que eres, que aproveches las libertades que yo jamás tuve y que no permitas que nadie te corte las alas ni te diga lo que tienes o no que hacer.

Por allá del año 1950 yo contaba con trece años y habían pasado diez de lo que se conocía como el milagro mexicano. Ese tiempo fue considerado como un etapa de crecimiento social para el país. Muchos extranjeros -comerciantes en su mayoría- llegaban a las ciudades y hacían sus negocios, exportaban cosas y traían productos de otros lados que no sabíamos que existían. Aparentemente todo iba viento en popa, pero en ese año, 1950, se estancó solo en el mercado y al parecer a nadie le atraía otro tipo de inversión, así que hubo quejas respecto a este tipo de economía por que los beneficios tardaban en llegar a los más pobres ¿Y que pasa cuando no llega el dinero a todos? Hay desigualdad.

Mi familia se vio afectada por eso, muchos dejaron sus comercios de lado para mudarse a la capital, donde había más oportunidades y mejor calidad de vida. Nosotros apenas teníamos para comer y mi padre se gastaba los pocos centavos de su liquidación con prostitutas y en la cantina del pueblo. Tu bisabuela hacía hasta lo imposible por darnos de comer a mis hermanas y a mi mientras que escondía de mi papá la poca morralla que ganaba planchando y lavando ajeno. Al ser yo la mayor quedé a cargo del hogar, de tus tías abuelas, de atenderlo a el cuando llegaba pasado de copas y esconder a mi mamá y a mis hermanas para que no las moliera a golpes. No tuve problema jamás para mantener a raya a mi papa ni ponerlo en su lugar, por esa misma razón el me decía que así de arisca como era, ningún hombre me iba a querer de esposa y yo le decía que no importaba, que con lo que ganaba lavando ropa de las vecinas podía sobrevivir y para ejemplares de hombres -viejos verdes asquerosos- que había lo mejor era quedarme sola.

Entre esas muchas tareas domésticas que realizaba estaba incluida la de ir al mercado y ahí fue donde vi a tu abuelo por primera vez. Era raro ver a alguien con sus características en un pueblo agrícola como ese, en medio de la nada; donde la gente es del color de la tierra, viste de manta y sombrero. Imagínate tu cual fue nuestra confusión al ver a un grupo de señores altos, güeros de pelos de elote pasearse por las calles (si se les podía llamar así a los caminos de tierra suelta) mirando todo como si fuera el paraíso. Supe mucho después que iban a construir una hacienda ganadera de la que terminé siendo señora. Quizás esto te parezca romántico y dulce hasta cierto punto, por que sabes de sobra que tu abuelo terminó siendo el dueño de más de la mitad del pueblo, pero no te adelantes porque gran parte de las cosas no son lo que parecen.