ᴘᴇϙᴜᴇɴ̃ᴀ ʏ ᴅɪsᴄʀᴇᴛᴀ sᴜɢᴇʀᴇɴᴄɪᴀ

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Esta es la quinta vez en la semana que escucha aquello y francamente está harto, como siempre, solo se limitó a disculparse con una sonrisa de vergüenza y una promesa al aire sobre poner cartas en el asunto de forma inmediata. Las miradas de reproche de los inquilinos no aligeran la presión sobre el, pero poco le importan los juicios que se hagan sobre su desempeño laboral. Siendo sinceros, atender las demandas de un montón de "turistas" que no hacen nada más que parasitar las ciudades, exigir que se les trate como si fueran de la realeza y tratar horrible a los nacionales es algo que detesta; si, el también es extranjero, pero a diferencia de ellos hace las cosas de manera correcta para no ser una sanguijuela neocolonial pululando libremente por ahí.

—No pagas impuestos a pesar de vivir aquí y quieres venir a gritarme— Susurra fastidiado hacia el gringo obeso que camina a la salida.

Sven regresa a su asiento y el guardia de seguridad le entrega el buzón de quejas hecho de plástico. Rueda los ojos al pensar en atender las demandas y se lleva las manos a su cabeza, exasperado por tener que leer un montón de simple y grosera palabrería yanqui. A su lado el anciano guardia palmea su espalda para animarlo y le ofrece un café a pesar del clima caluroso, Sven agradece el gesto y toma un pan de dulce de la mesa del microondas al que le da una mordida.

—¿Y que harás al respecto hijo?— Le pregunta el hombre— La situación esta color de hormiga y no me refiero por la bola de gringos racistas que me han tirado hasta basura en mi cubículo del estacionamiento. Todos tienen casi el mes quejándose.

Lo mira incrédulo para explotar en ira después, el pan pierde su forma bajo los dedos encrespados del rubio. Las demandas de ese montón de gente pueden esperar. Respira hondo, tratando de apaciguar el impulso asesino que amenaza con salir mientras se dice a si mismo que ya encontrará la manera de hacer que respeten al anciano o de hacer que el dueño de los departamentos saque a esa gentuza, y lo hará aunque eso signifique jugar muy sucio para lograr su cometido. Mira todos los sobres sobre su escritorio y se dispone a leerlos por obligación pero el guardia ya se le adelantó, con un ingles apenas fluido verbaliza el contenido de los papeles.

"𝑯𝒂𝒚 𝒖𝒏𝒂 𝒇𝒖𝒈𝒂 𝒆𝒏 𝒆𝒍 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒄𝒊𝒐𝒏𝒂𝒎𝒊𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒊𝒎𝒃𝒆́𝒄𝒊𝒍𝒆𝒔 𝒅𝒆 𝒊𝒏𝒕𝒆𝒏𝒅𝒆𝒏𝒄𝒊𝒂 𝒏𝒐 𝒔𝒆 𝒉𝒂 𝒎𝒐𝒍𝒆𝒔𝒕𝒂𝒅𝒐 𝒆𝒏 𝒓𝒆𝒑𝒂𝒓𝒂𝒓, 𝒉𝒂𝒈𝒂𝒏 𝒂𝒍𝒈𝒐 𝒚𝒂 𝒔𝒊 𝒏𝒐 𝒒𝒖𝒊𝒆𝒓𝒆𝒏 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒆𝒔 𝒑𝒂𝒓𝒕𝒂 𝒆𝒍 𝒄𝒖𝒍𝒐, 𝒃𝒐𝒍𝒂 𝒅𝒆 𝒎𝒂𝒓𝒊𝒄𝒂𝒔"

—Bienvenido a México, puñetas— Se burla el anciano— No han pavimentado la calle de atrás por trece años y este pendejo quiere que arreglen la fuga ¡JA! pobre iluso.

"𝑵𝒆𝒄𝒆𝒔𝒊𝒕𝒂𝒏 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒓 𝒂𝒍𝒈𝒐 𝒄𝒐𝒏 𝒍𝒂 𝒎𝒖𝒋𝒆𝒓 𝒈𝒓𝒊𝒕𝒐𝒏𝒂 𝒅𝒆𝒍 𝒑𝒊𝒔𝒐 13, 𝒔𝒖𝒔 𝒈𝒓𝒊𝒕𝒐𝒔 𝒔𝒆 𝒆𝒔𝒄𝒖𝒄𝒉𝒂𝒏 𝒉𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒎𝒊 𝒑𝒊𝒔𝒐 𝒚 𝒏𝒐 𝒎𝒆 𝒅𝒆𝒋𝒂𝒏 𝒅𝒐𝒓𝒎𝒊𝒓"

—La misma queja de nuevo— Dice Sven nada sorprendido— Ya les he dicho que no vive nadie ahí arriba.

—Sabes que no es verdad— Responde el anciano— Ahí vive la señorita esa, la blanquita de cabello corto, castaño y nariz respingona de bolita, la francesa ¿Como era su apellido?— Se pregunta mientras truena los dedos rápidamente.

—Flora— responde Sven— Su nombre es Flora

—¡Andale! así se llama— Reafirma el guardia—me parece que la mujer que grita es su hermana, me contó hace días que su hermana padece de sus facultades mentales y que sus padres por lo mismo no la quieren cerca. Ella no quiere que sepan que hay una enferma de esquizofrenia en el edificio, ya sabes cómo es la gente, sobre todo estos pinches hijos del tío Sam— comenta en voz baja.

『✙ Yᴀɴᴅᴇʀᴇ Oɴᴇ Sʜᴏᴛs ✙』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora