ʟʟᴀᴍᴀᴅᴀ ᴇɴᴛʀᴀɴᴛᴇ

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Yandere stalker x reader

⚠️ Advertencias: acoso, robo de pertenencias, amenazas e intento de allanamiento

OC: ¿? (Al que adivine le doy una paleta)
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No voy a contestar, nunca suelo hacerlo a menos que el contacto este registrado en la agenda. Va a sonar exagerado, pero recuerdo a cada persona a la que le doy mi número. Antes, cuando uno tenía que ir al seven eleven o al oxxo siempre procuraba dar mi número anotado en un papel y me cercioraba de que no hubiera pájaros en el alambre; ahora gracias a la bendita tecnología me he librado de esos menesteres ya que las recargas puedo realizarlas yo misma por la aplicación del banco.

Mis familiares, amigos, la tienda departamental, Amazon, mi empleador y la estética de mascotas son los únicos que conocen mi número, pero las llamadas que me hacen desde hace dos meses no vienen de ninguno de ellos, ya pregunté. Me di a la tarea de investigar con cada uno por que la insistencia de ellas me había hecho pensar que se trataba de una emergencia, que alguien de mi círculo no tenía saldo o batería, ¡yo que se! y que por esos inconvenientes recurrieron a hablame de un número prestado.

Una sola vez cometí el error de contestar, baje la guardia y por costumbre descolgué, no me juzgues, ya hacía más de un mes que nadie fuera de mi agenda me llamaba. Al otro lado no se escuchaba nada más que una suave respiración y el sonido del viento chocar con la bocina del aparato; tras un breve instante sin obtener respuestas di por finalizada la llamada, pero en seguida ese mismo número volvió a marcar ni bien colgué y tras la misma rutina de silencio de la primera mi interlocutor hablo por fin.

"𝑵𝒐 𝒄𝒖𝒆𝒍𝒈𝒖𝒆𝒔 ____"

Naturalmente pensé que se trataba de una broma y después de que el extraño -si, un hombre- colgará confronté furiosa a cada una de las personas que tienen mi contacto pero al final quedé como una loca ya que eran inocentes, me vi forzada a creerles ya que nadie de ellos tiene una voz tan ronca y casi cavernosa como la que escuché, aunque se esforzaran en fingir dudo mucho que sus cuerdas vocales llegaran a esa tesitura. Un día después de ese incidente desapareció mi playera favorita del tendedero en la azotea.

El, ellos o quien sea el bromista, me dejaron en paz por unos días después a esa llamada y pensé que ante mi evidente desinterés por responder y continuar con la conversación extraña se habían cansado, pero me equivoque por que empezaron a llegarme mensajes de texto y uno de ellos decía lo siguiente.

𝙼𝚎 𝚎𝚗𝚌𝚊𝚗𝚝𝚊 𝚝𝚊𝚗𝚝𝚘 𝚝𝚞 𝚊𝚛𝚘𝚖𝚊 𝚚𝚞𝚎 𝚑𝚊𝚜𝚝𝚊 𝚍𝚎𝚓𝚎́ 𝚍𝚎 𝚖𝚊𝚗𝚍𝚊𝚛 𝚌𝚒𝚎𝚛𝚝𝚊𝚜 𝚍𝚎 𝚖𝚒𝚜 𝚙𝚛𝚎𝚗𝚍𝚊𝚜 𝚊 𝚕𝚊 𝚝𝚒𝚗𝚝𝚘𝚛𝚎𝚛𝚒́𝚊 𝚢 𝚖𝚎 𝚌𝚘𝚖𝚙𝚛𝚎 𝚎𝚕 𝚖𝚒𝚜𝚖𝚘 𝚜𝚞𝚊𝚟𝚒𝚣𝚊𝚗𝚝𝚎 𝚍𝚎 𝚝𝚎𝚕𝚊𝚜 𝚌𝚘𝚛𝚛𝚒𝚎𝚗𝚝𝚎 𝚢 𝚋𝚊𝚛𝚊𝚝𝚘 𝚚𝚞𝚎 𝚞𝚜𝚊𝚜

Acto seguido mandó la foto de mi playera tirada en una banquetita de concreto, misma que reconocí como parte de mi patio trasero y que rodea el contorno de las plantas sembradas al pie de las paredes, eso iba más allá de lo que un simple bromista haría. Mi playera estaba iluminada por el flash de la cámara de su teléfono y estaba cuidadosamente acomodada cerca de las suculentas que mi abuela planto hace dos años, el suelo se encontraba húmedo por qué media hora atrás yo había regado ahí y accidentalmente se me cayó la manguera de las manos haciendo un desastre por la presión del agua. Las siguientes fotos hicieron que mi corazón se detuviera, en la segunda estaba yo persiguiendo la manguera por todo el pasto de abajo ya que alguien -el ¿Quién si no?- había abierto la llave completamente.

La tercera foto era de mi ventana, tras la cortina se podía ver apenas la luz amarilla de mi foco, las siluetas de los objetos dentro y el mensaje después de eso fue la cereza del pastel.

𝙰𝚌𝚊𝚋𝚘 𝚍𝚎 𝚎𝚗𝚌𝚘𝚗𝚝𝚛𝚊𝚛 𝚎𝚕 𝚎𝚜𝚌𝚘𝚗𝚍𝚒𝚝𝚎 𝚍𝚎 𝚝𝚞 𝚕𝚕𝚊𝚟𝚎 𝚍𝚎 𝚛𝚎𝚙𝚞𝚎𝚜𝚝𝚘 ¿𝚃𝚎 𝚎𝚜𝚝𝚊́𝚜 𝚋𝚊𝚗̃𝚊𝚗𝚍𝚘? 𝚅𝚘𝚢 𝚊 𝚎𝚗𝚝𝚛𝚊𝚛.

Me envolví en una toalla apenas distinguí las palabras, corrí como loca hasta la entrada principal y puse el seguro extra que viene en la cerradura, por más que ese idiota intente usar la llave el pequeño pero eficaz seguro le impedirá el acceso, después miré las ventanas cubiertas por las cortinas semi transparentes y apagué la luz. No me limite a asegurar solo esa puerta, también hice lo mismo con la puerta trasera y en mi carrera casi me resbalo por el vitro piso color terracota gracias a que salí del baño escurriendo de agua. Mi casa en penumbras estaba en silencio y ahí estaba yo enmedio del pasillo que conecta todo mirando a mi alrededor con la respiración entrecortada y temblando aterrada.

Varias veces confundía las siluetas de mis muebles con siluetas humanas agazapadas, pues la poca luz de la calle colándose por las cortinas blancas no ayudaba ni a mi vista ni a mi muy alterada imaginación, sentí el corazón en mi garganta cuando escuché la llave ser introducida lentamente por la cerradura de la entrada principal. Sargento, un chihuahua gordito y más enano que el promedio, comenzó a ladrar furioso desde su camita de dona glaseada a un lado del librero beige. La pequeña y blanca bola de manteca se abalanzó casi rodando hasta la puerta con una agresividad que no le conocía, propia de una raza de perro más grande. Sus ladridos escandalosos solo hicieron reír al hombre de afuera que empujaba con su cuerpo la puerta, en algún punto se cimbró la pared y por un momento pensé que lograría tirarla.

"𝑫𝒆́𝒋𝒂𝒎𝒆 𝒆𝒏𝒕𝒓𝒂𝒓 𝒑𝒆𝒒𝒖𝒆𝒏̃𝒂 𝒄𝒆𝒓𝒅𝒊𝒕𝒂 𝒐 𝒔𝒐𝒑𝒍𝒂𝒓𝒆..."

Le divertía eso, saberme temblando dentro, buscando donde esconderme, le divertía provocarme miedo. A tropezones fui a mi habitación y tomé el teléfono para mandar unos cuantos mensajes; primero avisar a mi abuela de la situación y segundo pedir ayuda a mis tíos y a mis primos que ya estaban al tanto de las cosas. Los ladridos de Sargento se acercaban más a mí cuarto, siguiendo la trayectoria del sujeto afuera. Cómo pude me vestí, tome mi bolso y el transportador del perro para poder salir de ahí sin perder el tiempo.

"𝑺𝒆 𝒒𝒖𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒂́𝒔 𝒂𝒒𝒖𝒊́"

Un sonido estridente empezó a resonar en la ventana, por instinto me tapé los oídos y salí corriendo a encerrarme en el cuarto de mi abuela junto con Sargento, al que tomé entre mis brazos ni bien vi en el pasillo. El bastardo estaba usando una segueta para cortar la protección de mi ventana, solo le basta remover dos piezas largas para entrar y estaré muerta. Miro por última vez la habitación de mi abuela, la cama hecha perfectamente con sus cobertores floreados, las carpetas tejidas sobre las cómodas, dos retratos de mis tíos y cinco de su querido Sargento sobre el tocador y lloro, no por que ella quiera más al perro que a mí sí no por que no volveré a ver a ninguno si la ayuda no llega en los próximos minutos.

Mi teléfono comienza a sonar, no necesito ser adivina para saber que es el de nuevo. El ruido de afuera se detuvo, fue reemplazado por silbidos, bulla y gritos repletos de insultos, de voces que conozco a la perfección.

"𝚃𝚎 𝚜𝚊𝚕𝚟𝚊𝚜𝚝𝚎 𝚎𝚜𝚝𝚊́ 𝚟𝚎𝚣 𝚌𝚎𝚛𝚍𝚒𝚝𝚊 𝚎𝚜𝚝𝚞́𝚙𝚒𝚍𝚊"

『✙ Yᴀɴᴅᴇʀᴇ Oɴᴇ Sʜᴏᴛs ✙』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora