Helados

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Kagami, convencida de la destreza de su novio Félix en el arte de la esgrima, lo persuadió para explorar el taller de su escuela juntos.

Maestro de esgrima: -¡Recuerden chicos, deben darlo todo!- (Mira a Kagami y a Félix) -¡Oh! Ustedes deben ser los nuevos, adelante, estamos a punto de iniciar-

El maestro distribuyó las parejas de entrenamiento y para su suerte, Félix y Kagami fueron emparejados juntos, lo que les llenó de alegría y emoción. Juntos, se pusieron en posición, listos para comenzar el duelo. El sonido de las espadas chocando llenó el aire mientras Félix y Kagami se enfrentaban en un intercambio emocionante de golpes.

*

Félix y Kagami desarrollaban una conexión especial, aprendiendo a anticipar los movimientos del otro y a trabajar juntos en armonía. Ambos se tocan con sus espadas al mismo tiempo, quedando inmóviles por un momento. Se miraron el uno al otro, con una mezcla de sorpresa y admiración en sus ojos. El Maestro de esgrima sonrió, reconociendo el progreso de la pareja.

*

Al finalizar la clase, el maestro reunió a todos sus estudiantes en el centro del taller de esgrima. Con una sonrisa en el rostro, miró a cada uno de ellos con orgullo.

Maestro de esgrima: -¡Excelente trabajo hoy, chicos! Han mostrado un gran progreso y dedicación en sus entrenamientos. La esgrima es un arte que requiere paciencia, disciplina y pasión, y puedo ver que todos ustedes lo poseen en abundancia, recuerdan las parejas que les toco para la próxima clase-

Los estudiantes asintieron con entusiasmo, algunos intercambiando miradas emocionadas mientras absorbían las palabras de su maestro.

Estudiantes: -¡Sí, maestro!-

Los estudiantes, con el espíritu de la clase aún palpitando en sus corazones, se dirigieron a los vestuarios del taller de esgrima. Con rápidos movimientos, se despojaron de sus uniformes de entrenamiento y se vistieron con sus ropas cotidianas.

Félix: (Ajustando la correa de su mochila, se acercó a Kagami con una sonrisa radiante) -Fue agotador, pero al menos pasamos el tiempo juntos-

Kagami: -Sí, definitivamente valió la pena-

Félix: -Estoy de acuerdo contigo, Kagami. No hay nada que prefiera más que pasar tiempo contigo, incluso si implica una sesión agotadora de esgrima ¿Qué te parece si vamos por un helado?-

Kagami: -¡Me encantaría! Un helado suena como el premio perfecto después de tanto esfuerzo. Vamos por un helado con André el heladero-

Duusu: (Revolotea) -¡Uh! ¡Helados de los enamorados!-

Félix: -¡Duusu!- (Lo regaño ya que debe estar escondido)

Duusu: -Ya se que soy un secreto, pero aquí no hay nadie-

Long: -Aunque se supone que cada uno tiene su propio vestuario- (Félix y Kagami se sonrojaron)

Duusu: -Sera mejor que vallan por helados antes de que alguien descubra sus secretos-

Félix y Kagami asintieron, reconociendo la sabiduría en las palabras de Duusu. Con una sonrisa cómplice, se levantaron de sus asientos y se prepararon para salir del lugar. Antes de partir, Félix y Kagami abrieron sus mochilas y con cuidado dejaron que Duusu y Long se escondieran dentro, asegurándose de que estuvieran cómodos.

Con sus kwamis escondidos y seguros, Félix y Kagami salieron del lugar, dirigiéndose hacia la heladería con una sensación de alivio y anticipación. Sabían que era importante mantener sus identidades en secreto, pero también estaban emocionados por disfrutar de un momento dulce juntos sin preocupaciones.

*

Al llegar con André quien estaba despidiendo a una pareja con una sonrisa radiante, Félix y Kagami se acercan.

Kagami: -¡Bonjour, André!-

André: -¡Bonjour, Kagami y Félix! Siempre es un placer verlos. Y sí, ustedes dos ciertamente tienen una dinámica única y especial que los hace destacar-

André empieza a preparar un helado.

André: -Pistache para sus ojos, vainilla para su piel, arándano para su cabello y chocolate para sus ojos. Aquí tienen, su helado especial hecho con amor y creatividad. Espero que disfruten de cada bocado tanto como yo disfruté preparándolo-

Kagami y Félix agradecieron a André con una sonrisa mientras aceptaban el helado. Se despidieron de André y se fueron a sentar en una banca cercana, disfrutando de la frescura del helado y la compañía el uno del otro. Mientras saboreaban cada bocado, compartían risas y conversaciones íntimas, sumergiéndose en la felicidad del momento.

El sol se ponía lentamente en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos y dorados mientras Félix y Kagami continuaban su dulce tarde juntos. Se sentían agradecidos por tenerse el uno al otro y por la complicidad que compartían, sabiendo que cada momento juntos era un regalo preciado.

Mes FeligamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora