"JAMÁS SERÉ EL PLATO DE SEGUNDA MESA"
—Sarah, lo nuestro no puede seguir —declara Roger Morgan, poniendo fin a su relación de cinco años con Sarah Marshall, una de sus empleadas más dedicadas.
Sarah queda atónita. Las palabras se le atascan en la garganta, y el nudo que siente apenas le permite respirar. No puede creer lo que está escuchando. Después de haber dedicado tantos años de su vida a esta relación, tanto en lo personal como en lo profesional, Roger la está dejando sin ofrecerle una explicación.
A pesar de todas las advertencias, Sarah decidió seguir su corazón. Aunque todos le dijeron que Roger era un seductor, ella, como una romántica empedernida, confió en él. Ahora, siente cómo su corazón se quiebra en mil pedazos.
Sarah, una joven de 28 años, es conocida por su optimismo, su sentido del humor y su lealtad como amiga. A los 18 años, decidió seguir su pasión y estudiar organización de eventos, inspirada por su madre, una destacada organizadora de bodas. Desde niña, había disfrutado ayudándola a planificar fiestas, y esa pasión se convirtió en su vocación.
Tras terminar sus estudios, Sarah consiguió una pasantía en Morgan Eventos, la empresa de Roger, la más prestigiosa del país. Trabajar allí era un sueño hecho realidad. Roger había organizado eventos para las figuras más importantes, incluida la boda de la hija del presidente, lo que catapultó a la empresa a la fama internacional. Sarah estaba convencida de que estaba en el camino correcto al unirse a Morgan Eventos.
Sin embargo, con el tiempo, Roger comenzó a acercarse de manera más personal, invitándola a cenas y a viajes de "negocios". Resistirse a su encanto era casi imposible, con sus palabras dulces y esos ojos verdes que cautivaban a cualquiera. Su apariencia desaliñada, con barba y cabello sin cortar, solo acentuaba su atractivo.
Finalmente, Sarah logra hablar, aunque su voz tiembla:
—Creo que merezco una explicación.
—No lo hagas más difícil, acéptalo —responde Roger, con frialdad.
—Te entregué cinco años de mi vida, Roger... ¿y me lo dices así? —Sarah, normalmente contenida, pierde el control. Siempre había sabido ocultar sus emociones, salvo una vez en su adolescencia, cuando enfrentó a un chico que la sacaba de quicio. Pero ahora no puede detenerse. Se acerca al escritorio de Roger, toma un pisapapeles valioso y lo lanza contra el ventanal, haciéndolo añicos. Luego, derriba todo lo que encuentra sobre el escritorio en un arrebato de furia incontrolable.
Roger se apresura a detenerla, sujetándola por los brazos mientras ella lo golpea con fuerza en el pecho:
—¡Basta! ¡Contrólate, por favor! —grita, intentando hacerla entrar en razón.
—¿Cómo puedes pedirme que me calme? ¡Eres un idiota que jamás se preocupó por mis sentimientos! ¡Y ni siquiera tienes el valor de decirme por qué terminamos!
—¡Porque voy a casarme! —confiesa Roger, sorprendido por la intensidad de la reacción de Sarah, quien siempre había sido sumisa y complaciente.
—¡No puedo creer lo que estoy escuchando! ¡No me cabe en la cabeza haberme enamorado de alguien tan despreciable como tú! —Nunca se había sentido tan humillada, ni siquiera cuando el hermano de su mejor amiga difundió una mentira sobre ella.
—Escúchame, Sarah, déjame terminar de hablar —Roger intenta recobrar el control de la situación.
—Ya he escuchado suficiente. Esta misma tarde te presentaré mi renuncia.
—No tomes decisiones apresuradas, Sarah. Eres mi mejor empleada, no puedes abandonarme.
—Entonces habla, maldita sea —las lágrimas empiezan a correr por sus mejillas, finalmente desbordadas.
—Sarah... lo que estoy pidiéndote es que terminemos nuestra relación, pero eso no significa que no podamos seguir viéndonos. Me encantas, eres hermosa, y no puedo dejarte ir.
Antes de que Roger pueda continuar, Sarah le propina un puñetazo que lo deja en el suelo, llevándose la mano al ojo dolorido.
—¿Te has vuelto loca? —grita Roger, incrédulo y furioso.
—¡No quiero volver a verte nunca más, Roger Morgan! ¡Jamás seré el plato de segunda mesa de nadie! ¿Te quedó claro?
—Sarah, espera, no me malinterpretes —Roger intenta acercarse, pero Sarah lo detiene con la mirada.
—No te acerques más o te dejaré el otro ojo morado.
—Está bien, Sarah, tranquila. Cuando estés mejor, hablaremos —Roger retrocede cobardemente.
—No hay nada más que hablar contigo. Olvídate de mí, no volverás a verme nunca más.
—Sarah, tómate unos días de vacaciones para pensar. Te necesito en la empresa, y mis clientes adoran trabajar contigo.
—Olvídalo, Roger Morgan. ¡Jamás volveré a trabajar para ti, jamás! —grita Sarah, saliendo de la oficina y dejando un rastro de destrucción a su paso. El portazo que da hace temblar las paredes.
Ya en su auto, Sarah se toma unos minutos para calmarse antes de arrancar. Mientras conduce, enciende la radio y pone "Wrecking Ball" de Miley Cyrus, cantando a todo pulmón mientras las lágrimas le caen por las mejillas. Sin embargo, su momento catártico es interrumpido por una llamada entrante en su teléfono celular, conectado al sistema del auto.
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El odioso hermano de la novia.
RomanceDos personas que dejaron de verse hace muchos años. Dos personas que se odian desde que el mundo es mundo... Y al reencontrarse se dan cuenta de que ese odio sigue latente... Pero... ¿Sabrán que del odio al amor hay solo un paso? ...