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Cuando Juan escuchó el motor de una moto fuera del local, no pudo evitar mirar por los cristales a quien sea que fuera que se estacionara frente al tranquilo local de comida vegana en donde el castaño había conseguido un trabajo

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Cuando Juan escuchó el motor de una moto fuera del local, no pudo evitar mirar por los cristales a quien sea que fuera que se estacionara frente al tranquilo local de comida vegana en donde el castaño había conseguido un trabajo

Bajó el libro de hechizos que estaba hojeando, curioso, al ver a un pibe enfundado en un skinny jean de mezclilla, una camisa amarilla junto a una corbata oscura elegante alrededor de su cuello y una chaqueta de cuero que le quedaba como un guante. Juan se extendió sobre el mesón por encima de la caja registradora y se relamió los labios al verlo sujetar el casco y comezar a quitarselo de la cabeza.

"Santa mierda..", susurrando, se quitó los lentes y observó al adonis que se acercaba a la puerta del local.

Piel blanca acompañada de pecas rodeando al completo este, cabello oscuro cayendo por sobre su frente y cubriendo sus cejas, ojos medianos, oscuros y tan profundos y penetrantes que Juan se sintió intimidado aún así si el chico no le estaba mirando, unas esponjosas orejas de oso cubridas con poco cabello y unos labios tan rellenos y rosados que parecian cerezas tan dulces que el castaño quería probar.

Escuchó la campanilla que indicaba que aquel guapo ser había entrado al local. Juan rápidamente volvió a su sitio en la silla y se acomodó unos cabellos desordenados que tenía y aclaraba sutilmente su voz. Vió al chico caminar como modelo hacia la caja registradora, inspeccionando el lugar con el casco entre su brazo y costilla, pero sin mirarlo a él.

Cuando llegó a la barra, bajó la mirada hasta su lugar, Sonriendo sutilmente y logrando que Juan tragara saliva tan nervioso, que se tuvo que obligar y esforzar para no tartamudear.

"H-hola, bienvenido a Ban-boobs, ¿qué desea?", sintió el impulso de llevarse uno de sus dedos a la boca, un mal hábito que tenía, por lo que para evitarlo se mordió el labio para bajar su nerviosismo al sentir al caliente chico que estaba frente a él inspeccionándolo como un pedazo de carne.

"Lo siento, no vengo a comprar", Juan se Confundió un poco, ¿a qué venía, si no era por eso?, el chico le vió confundido y arqueó una ceja, sin dejar esa sonrisa altanera, "Vengo en busca de Sally, trabaja aquí, ¿no?"

Enseguida, Juan sintió como le tiraban un balde de agua fria a la cabeza, sus labios apretándose y atinando solamente a asentir. Porque tal vez ese chico era algo de su compañera Sally, tal vez era su novio, y la leve esperanza de poder conocerlo estaría arruinada.

"E-eh, si.. voy a ir a buscarla', sonrió torpemente, pareciendo más una mueca y apuntando con su pulgar hacia la cocina, donde la azabache seguramente estaría esperando un pedido.

"Dile que Spreen la busca", El castaño asintió, sin dejar de mirar al chico mientras se bajaba torpemente de la silla y finalmente girando para ir en busca de su compañera.

Se pasó una mano por el rostro, suspirando y bajando la vista para entrar por la puerta que separaba la cocina del local y ver a Sally con una sonrisa en el rostro hablando amistosamnente con uno de los cocineros al cual Juan no recordaba ni su nombre. 

-Ey morra fifas -llamó, la chica viró su atención inmediatamente hacia su dirección, enarcando una perfilada ceja -Un tal Sprite la busca afuera.

El rostro de la chica se iluminó como un lucero resplandeciente, y Juan sintió nuevamente aquella amarga sensación de no poder conocer al grandioso hombre que seguramente tendría una relación más que amistosa con la bonita figura de Sally, la carrerista

-Oh, hechicero, ¿puedes decirle que me espere un poquitin? Entrego este pedido y termina mi turno -sonrió, aquellos pequeños ojos desapareciendo ante el asentimiento crudo de Juan

El castaño se dió la vuelta, pasando sus manos por el bonito mandil blanco decorado con flores y hojas bordadas color verde. Salió de la cocina con un pequeño suspiro, mirando al tal Spreen apoyado en un codo sobre la barra individual y mirando los distintos tipos de café e infusiones que él mismo se encargaba de preparar.

-Ella dice que espere un poco, su turno termina en un par de minutos -habló quedito al llegar a la caja registradora, y recibiendo la potente mirada del hibrido sobre él nuevamente.

El azabache suspiró pesado y rodó los ojos ante lo dicho, sacando su teléfono para ver la hora -Está bien.

Luego de eso, apartó la mirada de Juan un poco molesto. Y el colombiano se sintió un poco muy ofendido ante las acciones del hibrido, no le había enojado él, cierto?, no tendría sentido.

Intentó apartar la mirada del joven a un metro suyo cuando llegó un cliente pidiendo un bubble tea de leche de soya con vainilla. Pero mientras se levantaba y hacía el pedido en el espacio que tenía, no podía evitar rodar los ojos y mirar de reojo al recogedor de Sally, sintiéndose sonrojar cuando una de esas veces, el chico le estaba mirando.

-¡SPREEN! -pegó un salto con un pequeño chillido al escuchar a Sally salir por la puerta con un plato en mano y dejarlo frente a una señora con una sonrisa. No se había dado cuenta de lo tenso que estaba ni tampoco de la pelea de miradas que el híbrido y él estaban disputando.

Tapó el bubble tea y se giró para entregárselo al cliente deseandole una buena tarde, cuando vió a una efusiva Sally apretar al tal Spreen con un amor y cariño especial, y este, rígido como una piedra, sobándole los hombros casi imperceptiblemente.

Ignoró exitosamente la conversación revisando su calculadora en su teléfono para pasar desapercibido. Tambien cuando Sally fue a buscar sus cosas y dejó al híbrido nuevamente, frente a él. Pero su curiosidad fue tanta, que cuando se estaban marchando, volvió a mirarles, llevándose la sorpresa de que Spreen iba un paso más atrás que la azabache y había girado la cabeza en su dirección. 

Por su torpeza extrema, accidentalmente pasó a presionar un botón de la caja registradora de un puñetazo por los nervios, abriendo el contenedor del dinero y golpeándose directamente en el estómago, cayendo al suelo de la agonia entre varios insultos mientras que su cliente lo señalaba y se burlaba de él con total confianza.

Oh dioses, Juan era un pendejo

Un pendejo enculado

Un pendejo enculado

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For me? [] Adaptación SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora