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El híbrido le había agarrado la mano

Spreen.le.habia.agarrado.la.puta.mano.

Juan casi se descompone y casi entra en proceso de mitosis al sentir la grande mano envolver la suya, que era apenas comparable a la del hibrido

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Juan casi se descompone y casi entra en proceso de mitosis al sentir la grande mano envolver la suya, que era apenas comparable a la del hibrido. Siempre odió sus manos de un tamaño común,  Pero ahora mismo, con el peso de la pesada mano del oso, la calidez de esta que calentaba su fría piel, la textura suave, la diferencia de tamaño que era bastante pero para él perfecta, ahora mismo se sentía tan bien, tan correcto, tan suyo.

Juan definitívamente no quería soltar su mano. Y con un asentimiento torpe y un balbuceo, se levantó y reafirmó su agarre contra la mano de Spreen, evitando por todos los medios de que se resbalara de las suyas y colocándo como excusa el guiarlo a la sala de empleados.

Al entrar a esta, dejó caer aquella pesada y perfecta mano con amargura para ir a colocarse su abrigo y colgar su bolso con sus pertenencias. Se quitó el mandil suavemente y en silencio, sintiendo a el híbrido detrás suyo contemplarle en la misma condición, guardó aquella bonita tela dentro de su bolso al igual que su teléfono y se colocó la ancha chaqueta de mezclilla. Cuando estaba por tomar su bolso, sintió aquellas manos asentarse en la curva de su cintura y caderas, temblando al sentir un apretón de parte de estas con algo que pudo notar como posesividad.

-Alaverga... ¿S-spreen? -preguntó en un susurro bastante nervioso, el chico detrás suyo emitió una especie de gruñido grave que erizó la piel del castaño

Spreen le giró con lentitud, Juan dejándose hacer como una masita de pan sin cocer y conectando sus ojos con los del azabache. La brecha entre ellos no sobrepasaba cinco milimetros al tocarse las puntas de sus narices. Y Juan prontamente se vió fundido y embelesado por aquellas maravillosas cuencas castañas que le miraba los labios.

Juan le dió una pequeña caricia en la nariz a el hibrido, entrecerrando los ojos y posando sus manos en los hombros del otro para apretar la tela de su bomber jacket, él sentía ese momento tan íntimo, las manos del oso tan calientes incluso por encima de su ropa que llegaba a quemarle satisfactoriamente.

Spreen tenía tanto poder sobre él que entraba en un estado de satisfacción, tensión y embriaguez al sostenerle de esa forma.

Entrecerró sus ojos perezosamente y arqueó la espalda al sentir los dedos del azabache cosquillear y serpentear por el centro de su espalda baja, erizándole la piel y soltando un pequeño suspiro tembloroso.

Escuchó a Spreen balbucear algo que no se tomó el tiempo en procesar, antes de que esos pequeños besos esquimales llevaran paso a que los labios de Spreen se aventuren a encontrarse con los de Juan.

Juan cerró los ojos, cruzando sus brazos por detrás de la cabeza del hibrido y ladeando la suya propia, buscando un mayor contacto. Jadeó suavemente cuando sus labios se acoplaron con los del azabache con suavidad pero aún así, con hambre. Sus belfos chasquearon al separarse un segundo, antes de volver a besarse un poco más duro y fuerte que la primera vez. Los brazos del oso descansaron en los huesos de la cadera del hechicero, mientras lo acercaba a su cuerpo al máximo posible, con el mayor contacto de piel que se le permitiera.

For me? [] Adaptación SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora