31- Prologo

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Juan miró la habitación sin poder creérselo, ignorando el maullido de Pelusa al reconocerle desde su cama

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Juan miró la habitación sin poder creérselo, ignorando el maullido de Pelusa al reconocerle desde su cama. Aún parado en el umbral de la puerta, el sueño se le había ido por completo de un segundo a otro e inspeccionaba el lugar de rincón a rincón, sintiendo un nudo en la garganta cuando quiso tragar saliva.

Se giró hacia la derecha, en donde Spreen tenía una mano en la cadera y la otra se la pasaba por los ojos, con una mueca de frustración más que evidente, le estaba evitando la mirada a Juan y murmuraba algo en voz baja que ahora mismo el castaño no podía comprender.

Juan soltó el aire que tenía retenido antes de entrar a la habitación y detenerse en la alfombra al medio de esta, girando sobre si mismo y sintiendo su corazón palpitar cada vez que veía algo nuevo.

–¿Es... en serio?–, se odió por dejar que su voz saliera como un pequeño hilo a punto de romperse, y sintió sus ojos arder y nublarse cuando notó a Spreen apoyado con una sonrisa avergonzada en la puerta.

–Se suponía que debía ser una sorpresa... pero se me había olvidado con la visita de mamá–, explicó con un largo suspiro, levantando las cejas y rascándose la nuca, sin dejar esa mueca de frustración y mirando como Pelusa se paraba a duras penas de su cama y se iba a refregar a las piernas de Juan en busca de cariño, pero este estaba demasiado concentrado viendo su sorpresa fallida.

–No puedo creerlo–, soltó una risa, entrecerrando los ojos y dejando que la primera lágrima saliese de estos, se llevó las manos a la boca mirando hacia el techo toda aquella decoración.

–Maaaaaaaal, Supongo que la he cagado, ¿no?–, Spreen se rió junto a él, negando con la cabeza y mirando hacia el suelo. El pequeño plan que tenía se había ido por la borda por su pequeño descuido y ahora ya no sabía que hacer, tampoco que decir, solo podía ver la sombra de Juan pasearse por su habitación un par de instantes, antes de detenerse frente a él y abrazarlo con tanta fuerza que le faltó el aire por un momento al azabache, sintió un par de cosquillas al sentir el rostro de Juan ocultarse en su cuello, y más aún como una pequeña lágrima caía a su clavícula. Rodeó el pequeño cuerpo con sus brazos, sintiendo como el hechicero se acoplaba contra él y soltaba suspiros de felicidad mientras lloraba suavemente.

Juan jamás se esperó que al entrar a la habitación de Spreen , se encontrase con el lugar lleno de globos azules, verdes y rojos, de los cuales colgaban pequeñas rosas y las pocas fotografías que tenían juntos impresas, al igual que su cama decorada con pequeños lazos de seda y un ramo de claveles blancos con bordes tintados en rojo -sus flores favoritas-, envueltas en género cromado y con un montón de bombones junto con un sobre negro encima de las sábanas blancas, pero por supuesto estaba con la temática de Spiderman y Dr strange.

–Eres un reverendo pendejo oso –, susurró el castaño, afianzándose aún más sobre Spreen y sintiendo la burbujeante risa del chico retumbar contra su pecho.

–Ya sé, che que todo esto te lo debía mostrar yo, no descubrirlo vos solo–, volvió a reír por su fracaso, sintiendo a Juan alejarse de él y mirarle. Y solo pudo tomar ese bonito rostro entre sus manos y limpiarle las lágrimas, –No llores ahora que ni siquiera haz abierto las cajas y te haz encontrado tus peores miedos boludo, anda por rata.

For me? [] Adaptación SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora