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Cuando Juan escuchó a Spreen cerrar la puerta de su casa detrás suyo, soltó un suspiro cansado y aliviado, el cual no tenía idea de que debía soltar

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Cuando Juan escuchó a Spreen cerrar la puerta de su casa detrás suyo, soltó un suspiro cansado y aliviado, el cual no tenía idea de que debía soltar.

Aquellos simples 10 minutos de discusión en su trabajo le habían dejado exhausto, y eso que él ni era el que había discutido con la azabache. Y de camino a casa, Juan comenzó a pensar y a cuestionarse si su comportamiento iba o no afectar en su relación con Spreen, si Sally seguiría sospechando -ahora aún más, y con más razones- y si se debió quedar callado y oculto con tal de que Spreen se librase del problema por su cuenta.

Juan se mordió el labio, escuchando a Spreen quitarse los zapatos y colgar la chaqueta que llevaba en el perchero de la entrada, y Juan mordió su labio preocupado, ¿y si el hibrido se enojaba con él por haberse metido en un tema que no le incumbía? Bueno, en este caso sí lo hacía, porque él mismo fue la principal razón para que Spreen no se enamorara de sally.

De pronto, y en medio de sus más profundos pensamientos mientras se mordisqueaba el labio y la punta de su dedo índice, sintió la presencia de Spreen detrás suyo, su aroma a miel en bosque y aquella fuerte respiración chocando contra su nuca. La preocupación de que el hibrido estuviese enojado se esfumó al sentir aquellos gruesos brazos rodear su cintura y dejarse caer hasta el hueso de la cadera, entrelazando sus dedos en el vientre de Juan y acercándolo suavemente del cuello, como si fuese un objeto frágil, codiciado y querido que deseara romper de un apretón como un desquiciado.

Sintió el duro y ancho pecho de Spreen en su espalda, y tirando un poco la cabeza hacia atrás, la apoyo en el hombro de este mismo, mirándole entre sus desordenados cabellos castaños con una mueca de mal gusto. Y Spreen, de alguna u otra forma, intuyó aquello que pasaba por la cabecita de Juan , con solo ver esos ojitos, supo lo que atormentaba a su pendejo. Por lo que, con una pequeña sonrisa, dejó un sonoro beso cargado de cariño en la frente descubierta y tersa, justo en el surco despejado de su cabello.

—Che, me haz salvado de un dolor de huevos boludo —, le habló, con total sinceridad y viendo el rostro de Juan iluminarse, esas mejillas abultarse ante la sonrisa que le dedicó, y Spreen pudo jurar que cayó un poquito más por Juan con tal imagen.

Juan, colocándose de puntitas, dejó un pico en la mejilla del hibrido , con las mejillas levemente sonrojadas y tirando de las grandes manos contrarias para separarse del cuerpo contrario y caminar perezosamente por la casa del azabache , pasando de la puerta de la cocina en donde pudo ver a la tan escuchada Pelusa, la gata de Spreen, comer desde su plato al lado del lavaplatos, y entrando a la sala de estar para dejarse caer en el sofá de dos cuerpos.

Miró a Spreen seguirle los talones, y haciendo inconscientemente un puchero con los labios, estiró los brazos y abrió y cerró sus puños incontables veces, diciéndole al azabache que viniese a recostarse con él y mimarlo como el niño presumido en búsqueda de atención que era.

Spreen no tardó nada en captar lo que quería, y soltando una risita por lo malcriado que parecía ser Juan, caminó el par de pasos que lo separaban de su cosita y se dejó caer a su lado, enterrándose entre los almohadones y sintiendo enseguida el peso extra en su torso. Juan había colocado su cabeza en el pecho del hibrido oso, lo suficientemente abajo como para escuchar sus latidos irremediables, y con su dedo indice, ociosamente comenzó a trazar en la suave tela de la camiseta que llevaba Spreen patrones que ni él mismo entendía.

—Al chile si me cague cuando entre en improvisación —, susurró Juan, llamando la atención del pelinegro, quien le miró desde arriba y riéndose mientras le jalaba el cabello para molestarlo y comenzando asi una pequeña pelea de ver quien aguantaba mas.

—Che,vos sabes que no soportare ni una mierda si ella te dice algo cuando lo descubra, ¿entendido boludo? —, el castaño asintió, soltando un pequeño sonidito que Spreen tenía que clasificar como entre tierno y gracioso, —Aparte de que, ya no voy a aguantar mucho tiempo más sin ir hasta tu trabajo y comerte toda la boca si paso demasiado tiempo sin verte, ahora bésame antes de que reviente a todo el mundo a piñas.

Juan abrió los ojos como plato y se apartó sorprendido de Spreen , el chico tenía una sonrisa en el rostro, burlona, pero muy dentro de si, Juan sabía que Spreen no le estaba tomando el pelo..Bueno, si pero no de la otra forma- Arrugando la frente, le dio un pequeño golpe en el pecho, fingiendo molestia, pero con el impulso de que salió de su cómoda posición para sentarse a horcajadas en las piernas gruesas y tonificadas del azabache .

Enseguida, aquellas manos apresaron su cintura, dejando pequeñas caricias en el borde de su pantalón y tanto en la piel de la misma zona debajo de su camiseta.

—Bueno, le dijiste a Sally que iriamos a ver un videojuego—, Juan arqueó la ceja, sin entender el punto y logrando una risita aguda de Spreen, una de sus favoritas y la que logró calentar su estómago agradablemente, —¿Qué tal si jugamos un toque? un pvp distinto.

—No entien-, —Juan no pudo terminar antes de sentir los rápidos labios del hibrido oso impactar con los suyos, soltó un gemidito de sorpresa ante aquello, indudablemente siguiéndole el beso mientras colocaba sus manos en los anchos hombros de Spreen para sostenerse.

Esos hombros que sally había tocado hoy mismo.

No se consideraba celoso, pero si se trataba de Spreen , el sentimiento de querer tocarlo solo él era bastante latente en muchas situaciones. Él solamente quería tomar su mano, sentir su piel caliente, esconderse en su cuello o ser rodeado por esos fuertes brazos y pitote-jaja-.

Spreen adentró su lengua a la boca de Juan luego de morder el labio inferior de este mismo, y el castaño no pudo hacer más que comenzar a jugar con la lengua contraria, y acercarse un poco más a el azabache, dejando caer su poco peso en los muslos y sus piernas encajándolas suavemente en la pelvis contraria.

El hechicero tiró despacio de los cabellos de la nuca de Spreen, más abajo y profundo, lamiendo y succionando uno de sus belfos con vehemencia y suspirando entremedio del potente beso, subiendo sus manos para tocarle aquellas suaves y tan sensibles orejas de oso. Spreen le comía la boca con avidez, moviendo sus labios de forma rápida y recorriendo su boca con la lengua antes de juntarse con la contraria. Choques de dientes, pequeños soniditos y el sonido de la ropa contra el otro era lo único que se escuchaba.

Claramente, hasta que Pelusa llegó a la sala de estar, y clamó atención con 3 fuertes maullidos que hicieron saltar a Juan sobre Spreen, y ante eso, este sacar un gemido de dolor y separarse del beso.

Claramente, hasta que Pelusa llegó a la sala de estar, y clamó atención con 3 fuertes maullidos que hicieron saltar a Juan sobre Spreen, y ante eso, este sacar un gemido de dolor y separarse del beso

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For me? [] Adaptación SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora