8

295 38 7
                                    

Otro par de días después, su jefe estaba en la cafetería para supervisar algunos asuntos y al parecer cambiar algo minúsculo del menú

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Otro par de días después, su jefe estaba en la cafetería para supervisar algunos asuntos y al parecer cambiar algo minúsculo del menú. Y Juan debía escabullirse un par de segundos cada diez minutos para responderle a el híbrido.

Leyó el último mensaje que le había mandado el azabache, mordiéndose el labio con una sonrisa al ver la foto que le había enviado desde la preparatoria con el cabello desordenado y una carita de sueño que Juan encontró adorable y completamente besuqueable, inconscientemente, los labios de Spreen hacían un pequeño puchero hacia la cámara.

Se la habian pasado mensajeando como locos, Spreen últimamente no se había aparecido por la cafetería y Juan se enteró que era por estar en periodo de exámenes. Por lo que su único recurso para no perder contacto con él, era a través de mensajes.

Cada día sentía más aquella conexión con Spreen, como si algo los incitara a buscarse aunque sea de la más simple manera. Jamás quedaban sin tema de habla. Juan estaba maravillado de que por fuera, Spreen se viera introvertido y varonil, pero su personalidad era la de un chico dulce, amistoso y torpe que no sabía decir que si aveces cuando se trataba de sus amigos o decia no de una forma tan fría pero igual hacia lo que le pidiesen porque le ganaba la risa.

-Sally Carrera, necesito hablar contigo un momento, sígueme -escuchó la voz de su jefa y su teléfono resbaló un par de veces de sus manos antes de atraparlo y sostenerlo contra su pecho. Vió a la pelinegra algo frustrada desaparecer por la puerta de la cocina, y por un momento se preguntó que pudo haber pasado.

Su teléfono vibró contra su pecho, un nuevo mensaje le había llegado. Desbloqueó el aparato y leyó como Spreen le exigía que era su turno de enviarle una foto de lo que fuera que estaba haciendo.

Mordisqueó su labio, y abriendo su cámara frontal, se retocó un poco. Desordenó sus cabellos y Tomó una foto de costado, sin quedar satisfecho con el resultado. Bajó la cabeza hasta su blusa, y desabrochó el botón de más arriba, dejando a la vista parte de su pecho y clavículas, y, recordando que Roier le había pasado un chocker -nunca supo específicamente el por qué-lo sacó de su bolsillo y se lo ajustó a su cuello.

Era una simple tira de gamuza negra y fina, con una piedra preciosa pequeñita en el centro. Juan volió a abrir su cámara y tomó otra foto en la misma posición, quedando satisfecho esta vez al verse más bonito, y enviándola sin dudarlo al hibrido.

Dejó el teléfono de lado al llegar un cliente, y se entretuvo por un par de minutos mientras tomaba la orden y hacía con extrema delicadeza y agilidad el bubble tea. Le encantaba su trabajo, el olor de diferentes hierbas, especias o frutos secos se mezclaba en su nariz de forma exquisita y jugar con las máquinas era una de las formas de pasar el tiempo. Ser barista al principio le había resultado muy dificil, pero ya lo manejaba bien.

Cuando volvió a desocuparse, desbloqueó su teléfono y se sentó en una silla frente a la caja registradora, pero casi se va de hocico al suelo al ver el mensaje no leido del híbrido

Een-Dmc:
Che, gafotassssss
Te ves lindo con el choker

Juan se llevó el dorso de su mano a la boca y mordisqueó la piel arrugando la nariz, chllando lo más bajo posible para no alertar a los clientes ni llamar la atención de su Jefa.

Spreen definitivamente le estaba coqueteando, y él se dejaba hacer sin ningún tipo de resistencia, porque muy en el fondo, le encantaba tener la atención del hibrido, le encantaba su nueva cercanía y que el azabache le adulara cada vez que se retocaba un poco más de lo usual. El chico parecía estar tan al pendiente de él, darse cuenta de todos los detalles de su parte y corresponderlos de igual manera.

Juan se acurrucó contra si mismo en la silla donde estaba, llevándose los dedos a los labios y sonriendo con alegría. Una felicidad y un sentimiento cálido asentándose en su estómago con fuerza como si se tratase de miles de mariposas peleando a muerte con cuchillos

Sentía que Spreen era para él, y él para Spreen.

Pero el hechicero había ignorado su más grande problema, que ahora salía echando humos por las orejas hacia las mesas vacías para retirar la vajilla sucia.

Al día siguiente, Spreen nuevamente había llegado sin las intenciones de ver a Sally, si no a él. A Juan le tocaba cerrar la cafetería hoy, por lo tanto, la compañía del hibrido desde las 9 hasta las 10 y media -horario en donde casi nunca habían clientes- se le hacía lo más anhelado.

Juan despidió a las 10 al último empleado que quedaba, quedando solamente él y el híbrido durante la media hora restante en donde tendría que verificar que todo estaba en orden antes de cerrar.

-¿No prefieres irte a casa niño? Es tarde ya y tus papis deben de andarte buscando -habló Juan, él en realidad no había querido decir aquello, pero tampoco quería obligar a el oso a que se quedase junto a él y fuera a dejarlo a casa.

El chico esta vez llevaba una camiseta negra normal con una bomber jacket para cubrirse del frio, había comenzado octubre y las tardes se hacían cada vez más heladas. Spreen llevaba un par de papeles en mano, que Juan supo que eran partituras, un portaminas el cual mordisqueaba el extremo con sus dientes y por último hojas de calculo y tarea de contabilidad. El azabache levantó la vista hacia el chico de gafas, arqueando una ceja incrédulo y molestándolo haciendo una mueca de asco al recorrerlo de pies a cabeza

Por algún motivo amaba cuando se veían como si tuvieran tanto odio o jugaban a ello

-¿Acaso no te gusta mi compañía oshito gominola? -Juan soltó una risa molesta mientras le levantaba el dedo del medio y le veía de la misma forma, negando con la cabeza y rodeando la barra para acercarse a él y sentarse en la silla de al lado

-Sabes que no es eso boludo.... Bueno, aveces. -El híbrido oso le sonrió, dejando caer una mano y volver su vista hacia los papeles. Juan la miró, antes de acercar la suya para que se rozaran suavemente, uno de los dedos de Spreen amagó en envolverse con el suyo, y Juan no pudo decir que no, terminando por enredar su dedo indice con el de Spreen mientras que internamente daba gritos de victoria.

-¿Sabes? Es probable de que despidan a Sally
-El hibrido no despegó la vista de las hojas de trabajo de contabilidad, y Juan frunció el ceño, ¿Despedirían a Sally, qué?

-No mames, ¿Por qué?

Spreen se encogió de hombros, desinteresado. Y Juan frunció aún más el ceño.

-Ya no me cruzo tanto con ella, creo que me evita y no se si es porque gane una apuesta que hicimos o porque se cansó de que le diga fifas -el castaño incontables veces notó como la chica parecía estar cada vez más lejos de él, como no le hablaba ni le saludaba como antes y solamente cuando era necesario, y como la actitud hostil de Sally parecía salir cada día más a flote.

-No tengo ni la menor idea boludo, Sally está rara, no la estoy tomando demasiado en cuenta estos días porque es un dolor de huevos -Spreen guardó las partituras y el portaminas dentro del bolso lleno de dibujos y parches al costado de su asiento junto a hojas de calculo y nóminas, -¿vamos? Ya son las 10:15.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
For me? [] Adaptación SpruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora