Capítulo 17

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Apo pensó que estaba preparado para ver a Jeff, pero ese no fue el caso. Su mejor amigo, su hermano, estaba lleno de tubos y feos moretones se extendían por su pálida piel.

Apo tragó un bulto en su garganta y se acercó a la cama. El único sonido en el perturbador silencio era el pitido de la máquina, lo único que podía confirmar que, de hecho, el corazón de Jeff estaba latiendo.

Mile miró la escena desde la puerta con el ceño fruncido y los brazos cruzados. Jeff se veía peor de lo que imaginaba. Esto fue ensañamiento. Le hicieron daño para obtener una reacción de él a través de Apo y, por consiguiente, Jeff.

Mile tenía bien claro que el objetivo era él. Sea quien sea que se dedicó a cazar su cabeza, era alguien que lo conocía, alguien de su pasado putrefacto y enfermo del que no quería volver a recordar.

Apo se sentó en la silla junto a la cama de Jeff, indeciso. Se lamió los labios secos, enderezó la espalda y suspiró. Estaba fuera de su elemento. Se percató Mile.

Apo no era un hombre que mostrara su debilidad ante otros. Siempre era firme, audaz y soberbio. Sin embargo, ahora tenía una mirada completamente nueva para Mile. Preocupación, ira y sed de venganza.

Apo quería rajar la garganta de las personas que hirieron a su amigo y beberles la sangre como un bárbaro. Porque en el fondo, eso era, un asesino a sueldo pagado por el gobierno bajo la excusa de ser militar.

Mile no tenía dudas de lo despiadado que era Apo. Toda esa dulzura y ecuanimidad que desbordaba era solo una fachada. Debajo se escondía un monstruo feo y ambicioso. Ambicioso por tragarse el mundo entero y mantenerlo en sus entrañas.

El médico apretó los labios en una fina línea mientras escuchaba las protestas de Apo. El pobre hombre hizo lo que pudo, pensó Mile. Era un milagro que Jeff estuviera vivo. Neumotórax, contusión cerebral, huesos rotos por doquier. Lo habían mutilado.

—¿Al menos puede abrir los ojos, hablarme?—cuestionó Apo con la voz temblorosa, aunque intentó ocultarlo—

—Va y viene de la inconsciencia, soldado Nattawin—el médico se arregló las gafas sobre su nariz—Tiene pronóstico de reservado, no hay muchas esperanzas de que pueda volver a caminar, pero estamos haciendo lo posible—

Apo sintió que le dieron un puñetazo en el estómago. La noticia devastaría a Jeff.

—Necesito un informe completo de todos los estudios que se le hicieron desde que ingresó. Soy rico, puedo pagar lo que sea...—

—No se trata de dinero...—

—Usted solo haga lo que se le ordena—contestó Apo con voz dura y el hombre solo cerró la boca y se retiró para buscar la información en los archivos—

Mile aguardó unos segundos antes de avanzar con pasos medidos.

—Está muy mal—murmuró Apo mientras acariciaba la cenicienta mano de Jeff—

Se veía tan frágil, sus dedos normalmente delgados lucian esqueléticos, con venas azules a la vista.

—El responsable va a pagar con su sangre, Apo. Te lo prometo —Mile le puso una mano en el hombro discretamente y ese simple gesto para Apo fue suficiente—

Mile no era muy expresivo. Al menos con palabras. Prefería demostrar sus emociones a través del tacto, los besos, los abrazos. Apo los quería todos. Sus caricias, sus mordidas, sus golpes, sus uñas enterradas en su piel, sus gritos, sus sonrisas suaves, porque sentía que se iba a derrumbar.

No podía contactar con la familia de Jeff, mucho menos con la suya. ¿Qué le diría a los Satur? ¿Que falló miserablemente en su misión de proteger a Jeff? ¿Cómo vería a los ojos a su madre, tan buena y querida que le era?

Dios de la guerra // MileApo +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora