Capítulo 11

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Mile tarareó pensativo cuando Apo le terminó de contar todo lo que había hablado con Tong. Esta era una excelente oportunidad, pero había algo que no encajaba, o más bien le molestaba.

No estaba dispuesto a vender a Apo por esto. Él era suyo para besar, para follar, para destruir y arruinar. No de Tong ni de nadie más, suyo, maldita sea.

Ya ni siquiera se sorprendía por sus pensamientos más que posesivos y aterradores. Hacía tiempo había hecho las paces con su obsesión por Apo.

-¿Aceptaste?-le dijo con calma-

-No dije que no-Apo cuadró los hombros-, pero tampoco dije que sí-

Mile apoyó los codos sobre la mesa de su despacho y entrecerró los ojos.

-¿Estás dispuesto a utilizar tu cuerpo con otro hombre?-

Apo frunció el ceño. No le gustaba para nada aquello. El único hombre que quería que lo tocara era Mile. La simple idea de que otra persona lo hiciera le provocaba náuseas.

-Haré lo que creas mejor, capitán -contestó Apo en su lugar-

-Bien-Mile lo miró de arriba a abajo-Me alegra que después de todo pidas mi opinión-

-Siempre he respetado tus opiniones -dijo Apo con calma-

-No, no lo has hecho, pero bueno. No nos detengamos en eso-Mile se reclinó en su asiento -No participarás en nada sexual, Apo-

-Pero...-

-Es una orden-el tono de voz de Mile no admitía protestas -

Apo suspiró aliviado. En el fondo estaba aterrado de que Mile dijera que sí.

-Ahora, ¿por qué mierda dejas que Tong te coquetee abiertamente?-Apo miró a Mile como si le hubieran salido dos cabezas-

-¿Qué querías que le dijera, Mile?-Apo se encogió de hombros-Él sabe que soy un hombre casado enamorado de su esposo, aún así está dispuesto a meterse entre nosotros en el ámbito sexual. Muchas personas lo hacen hoy en día, agregar a otra persona para el sexo, quiero decir. No le veo nada extraño-

Mile apretó la mandíbula y le ordenó a Apo con un tono de voz bajo y ronco:

-Ven aquí-

Apo parpadeó desorientado.

-¿Qué?-

-Te dije que vinieras, Apo. No me hagas repetirme-

Apo tragó saliva y se puso de pie. Rodeó la mesa y se paró junto a Mile, sin saber qué hacer. ¿Era esto otro juego mental?

-Siéntate-

Apo obedeció y se sentó en las piernas de Mile, con evidente vacilación.

-¿Qué estás haciendo?-la voz de Apo sonaba pequeña e indefensa-

-Demostrando mi punto-

Fue la única respuesta que tuvo Apo antes de que Mile lo besara. Gimió de sorpresa, pero en pocos segundos enhebró sus dedos en los largos cabellos de Mile y enredó su lengua con la de él.

Mile tenía el cabello suave, labios esponjosos y un sabor adictivo. Apo se retorció sobre él, colocándose a horcajadas sobre sus muslos sin separar sus labios una sola vez.

Amaba lo duro que se sentía bajo su cuerpo. Una pared de músculos caliente que lo estaban aprisionando, absorbiendo su alma.

Apo gimió restregando con entusiasmo su trasero sobre el bulto que podía sentir en los pantalones de Mile. Dios, se sentía enorme, delicioso, quería probarlo.

Dios de la guerra // MileApo +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora