Capítulo 33

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Apo debía admitir que su luna de miel con Mile fue de ensueño. En los tres días que estuvieron aislados del mundo conoció una nueva faceta de él. Este era un Mile tranquilo, juguetón, atento e incluso se mostró más expresivo que de costumbre.

Cada vez que tenía la oportunidad le decía cuánto lo amaba. En algunas ocasiones no hubo necesidad de palabras, solo con ver la forma tan abrasadora en que Mile lo miraba, como si Apo fuera el oxígeno que necesitaba para respirar y él estuviese ávido de llenar sus pulmones de él, era más que suficiente para hacer que se estremeciera.

Honestamente, Apo no pensó que algún día fuera a sentir un amor tan paralizante como el que sentía por Mile. Estaban a tal nivel de sintonía que sabían si alguno de los dos estaba en la habitación antes de siquiera verse u oírse.

Cada memoria que hizo con Mile se convirtió en su favorita. Incluyendo las peleas y momentos de vulnerabilidad, porque todo formaba parte del largo camino que habían recorrido hasta este punto.

Sin embrago, no todo fueron corazones y rosas cuando regresaron. Apenas pusieron un pie en el lugar de Mile, Tong los contactó con urgencia.

Apo no pudo odiar más al tipo que en ese momento. Ni siquiera habían desempacado y él ya estaba bombardeándolos con información.

A medida que avanzaba la conversación, la expresión de Mile se  oscureció poco a poco. No había nada bueno que Tong pudiera comunicarles y en consecuencia fueron los actos de Mile.

Bien, por algún loco azar del destino Barcode se había autoproclamado heredero de la fortuna de los Romsaithong y estaba liderando una campaña en la empresa y en los negocios familiares.

A Mile no podía importarle menos aquello, pero la seguridad de su hermano, por muy distanciados que estuvieran, siempre sería su prioridad. Y dadas las circunstancias, Man corría un grave peligro en esa mansión llena de víboras.

—Tengo que ir allí yo mismo—dijo Mile en un tono que no admitía objeciones—

—No—Apo lo enfrentó—¿Estás demente? Te van a asesinar antes de que te des cuenta—

—No me pasará nada. Ninguno de esos cabrones tiene los cojones para meterse conmigo—Mile se puso de pie y prendió un cigarrillo—

—¿Te estás escuchando?—Apo lo miró con incredulidad y a la vez una terrible sensación en el fondo de su pecho. Miedo, Apo estaba aterrorizado de que le pasara algo a Mile y él no estuviera ahí para ayudarlo—Estás caminado hacia tu muerte—

Mile soltó agresivamente una capa de humo por la nariz y agarró con amabas manos el rostro de Apo. Chocolate y miel se fundieron en una profunda mirada, sus respiraciones reflejaban la falsedad de sus acciones medidas y calmadas. Ambos estaban frenéticos, eufóricos, pero por razones diferentes.

Mile quería ir allí, derramar sangre y abrirle la garganta a todo aquel que intentara traicionar al legítimo Romsaithong. Y Apo quería mantener al hombre que amaba a salvo de la masacre que se avecinaba. Porque eso era lo que iba a suceder, se asesinarian entre ellos sin escrúpulos por el poder y la avaricia.

El solo pensamiento de perder a Mile lo volvía loco. Ese hombre lo era todo para él, juró morir por él si era necesario, pero tampoco iba a permitir que cometiera este acto suicida.

—Estaré bien—prometió Mile sin romper el contacto visual con Apo—

Apo agarró su brazo con una última mirada suplicante, pero Mile solo besó su frente y se alejó.

—Tong, te voy a dar el contacto de una persona que te ayudará a mantener un perfil bajo por un tiempo—Mile se giró hacia él con una expresión cerrada—También estará garantizada la seguridad de tu familia—

Dios de la guerra // MileApo +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora