Capítulo 14

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Más tarde, esa noche, quien estaba montando una polla no era otro que Apo.

Sus bonitos labios estaban abiertos, soltando un montón de maldiciones y gemidos rotos mientras rebotaba con abandono en la polla de Mile.

Apo movió sus caderas en círculos, amando lo profundo que podía sentir a Mile y los gruñidos que este soltaba cada vez que la fricción se hacía insoportable.

Mile pasó su lengua por toda la garganta de Apo, luego por su barbilla, hasta que la empujó en su boca.

Apo tembló ligeramente. Chupando con hambre la boca de Mile. El rastro húmedo de saliva en su piel le provocó escalofríos comparado con la elevada temperatura corporal de ambos.

El movimiento de Apo cesó solo unos segundos para reanudarse con rebotes totalmente fuera de control. Apo lo montó rápido y duro, como si estuviera en una carrera por correrse.

—Eso es...—gruñó Mile moviendo sus caderas mientras se encontraba con el culo de Apo—Deshazte en mi polla, Apo—

Apo lo miró con ojos vidriosos y totalmente desenfocados. Dios, se sentía tan bien, tan lleno. Simplemente no podía parar.

—Mírate...—Mile acarició sus labios con el dedo pulgar—Eres un buen chico—sus miradas no se apartaron mientras Mile hablaba en voz baja—Sentándote obedientemente en mi polla—

—No soy tu chico—Apo frunció el ceño y se aferró a los hombros de Mile para coger más impulso—

—Serás lo que me dé la gana mientras te folle—Mile le agarró la mandíbula y murmuró contra sus labios:—Ahora, correte para mí—

Apo no sabía qué tipo de hechizo tenía Mile sobre él. Solo le decía una palabra y bastaba para que su cuerpo reaccionara violentamente a él como si fuera una droga. Esta vez no fue la excepción. Apo gruñó lanzando tiras de su semen por todo el pecho y cuello de Mile.

—Me encanta cuando haces un desastre—Mile se embarró los dedos de los fluidos de Apo y los chupó—Mmmmm... jodidamente delicioso—

Apo se volvió a correr, así como así. Solo le dijo esa frase en ese tono malditamente seductor y lo llevó al orgasmo. El que estuviera lamiendo su semen como si fuera un manjar tampoco ayudó mucho en su control.

—Recuéstate y separa las piernas—indicó Mile—

Apo se levantó, haciendo una muñeca cuando su ano se resistió a dejar ir la polla de Mile. Se sentó en la mesa y se recostó de espaldas con las piernas abiertas.

—Agárralas con tus manos. Déjame ver tu agujero abierto por mi polla—la voz de Mile era ronca por la excitación—

Apo se agarró las piernas y miró cómo Mile se masturbó devorándolo con esos ojos café oscuro. Se sentía una puta, abriéndole las piernas a Mile cuando quisiera, mostrándole su agujero brillante y dilatado contrayéndose por el ansia de ser llenado nuevamente. La mirada de completo abandono en Mile lo hacía ir por más.

Mile le dio duros y rápidos tirones a su carne hinchada. El agujero de Apo estaba enrojecido por el brutal movimiento de ambos, estaba completamente dilatado, apretándose de vez en cuando al rededor de la nada como si extrañara su polla. Mile gruñó y, cuando estuvo al límite, empujó la punta en Apo y se retiró con un suspiro satisfecho. Apo gimió al sentir el semen derramarse lentamente de su interior hasta gotear en la mesa.

—Ven aquí—Mile agarró el cuello de Apo y lo besó profundamente—

Apo dejó caer sus piernas y devolvió el beso totalmente saciado.

Mile lo agarró por el culo y lo hizo sentarse a horcajadas sobre él en la silla de su despacho. Apo lo abrazó como un bebé koala y apoyó la cabeza en su hombro.

Dios de la guerra // MileApo +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora