Capitulo 30

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Jack Gordon no era un asesino, no el Jack Gordon que ella había conocido y del cual se había enamorado cuando tenía veintidós años. Nunca había vuelto a saber de él en todo ese tiempo y la última vez que lo había visto había sido en aquella fatídica noche en la que su vida había cambiado para siempre. Se mordió los labios. Si hubiese aceptado que él la llevara en su coche hasta su casa todo habría sido muy diferente y su vida no se habría convertido en una pesadilla.
Tal vez tampoco las cosas habrían sido tan así. Si aquel sujeto pretendía raptarla lo habría hecho en cualquier otra ocasión; habría esperado el momento oportuno para acercarse a ella.

El destino no se podía cambiar ni torcer, y aquel hombre parecía estar marcando el suyo desde aquella noche.
Se rodeó las piernas con ambos brazos y se quedó un instante así con los ojos cerrados. Buscó en su mente el momento en que había visto a Jack por última vez.

Ella salía de la biblioteca y había perdido el autobús. Jack apareció en su viejo Chevy y se ofreció a llevarla hasta su casa. Se negó de inmediato; sabía que su intención era convencerla de que volvieran a salir. Él había insistido en reanudar su relación pero ella había sido sincera con él y le había dicho que ya no lo amaba. En ese momento, lejos en el tiempo, se daba cuenta de que, en realidad, nunca había amado a Jack Gordon y que se había convertido en su novia para cubrir más las expectativas de los amigos y de la familia de él que las suyas.

Después de la partida de Jack se quedó sola en la parada de autobuses, y en ese punto su mente comenzaba a traicionarla. No lograba recordar qué había sucedido después. Podía recordar qué ropa llevaba y qué libros había sacado de la biblioteca, recordaba también que sentía mucho calor y hasta podía recordar el de las flores alrededor, pero los acontecimientos que llevaron a su secuestro se habían borrado sin explicación de su memoria, como si alguien los hubiera apagado para siempre.

Abrió lentamente los ojos. Era en vano cualquier esfuerzo por recordar cómo había acabado aquella noche.
Observó de nuevo los platos en la mesa, la cena se había echado a perder. La carne se había enfriado y la salsa de almendras se había espesado demasiado. Niall ya no iba a venir, y aquella cena no se llevaría a cabo.
«Tal vez es lo mejor», pensó y se estiró en el sofá. Se recostó e invitó a Sam para que la acompañara. Le pesaban los párpados y el sueño estaba venciéndola, al menos aquella noche no le costaría dormirse. Lamentó por enésima vez que él no hubiese llegado a tiempo y se quedó profundamente dormida.

Niall estacionó su Mustang junto a la acera. Había dejado a Camila en casa de su hermana después de haber pasado otra vez por la casa de Jack Gordon para interrogar a su madre.
No habían obtenido mucho de aquella mujer que parecía defender, a capa y a espada, a su hijo. Le habían preguntado por la conducta de Jack Gordon en los últimos tiempos y les había dicho que había sido normal. Cuando le preguntaron sobre dónde había estado su hijo las noches en que se habían cometido los asesinatos, la única respuesta que obtuvieron fue un «no sé». Volvieron a preguntarle sobre la noche del secuestro de _______ y les reiteró que ella y su esposo lo habían visto subir a su habitación y no lo habían visto hasta la mañana siguiente en el desayuno.
Se habían ido de allí con un amargo sabor en la boca, decepcionados por no obtener nada que pudiera retener a Jack Gordon en la comisaría de policía por mucho tiempo más. La única evidencia que tenían en su contra no bastaba para arrestarlo, debían encontrar algo más antes de que expiraran las cuarenta y ocho horas que la ley disponía en aquellos casos.
Recogió una bolsa del asiento del acompañante y se bajó del automóvil. Entró en el edificio casi corriendo. La distancia que lo separaba de su casa le pareció interminable y el deseo de volver a ver a _______ era insoportable.
Abrió la puerta y la vio acostada sobre el sofá; la cabeza de Sam se apoyaba sobre sus pies. Notó los dos platos con comida, un par de copas y una botella de vino sobre el baúl.
La contempló de nuevo y un sentimiento de ternura lo invadió. _______ se había esmerado en preparar aquella cena para él y hasta se había vestido para la ocasión. Se maldijo en silencio una docena de veces por no haber llegado antes; si ella le hubiera avisado las cosas habrían sucedido de otra manera. Era probable que no le hubiera mencionado nada porque quería darle una sorpresa; tal vez, como recompensa por haberle hecho correr en castigo aquella misma mañana.
Sam percibió su presencia y de un salto se bajó del sofá.
—No hagas ruido, Sam —le pidió en voz baja—. No despertemos a _______.
El perro dio un par de saltos alrededor de Niall y moviendo el rabo se fue caminando muy despacio a la terraza.
—Buen chico.
Dejó la bolsa que traía en el suelo; se acercó a _______ y le pasó un brazo por debajo de la espalda. La obligó a sentarse y ella apoyó la cabeza en el hueco de su hombro. Murmuró algo ininteligible pero no se despertó. Con cuidado logró levantarla y alzarla. Los brazos de _______ enseguida rodearon su cuello y Niall entonces enterró la cara en la espesura de su cabello castaño.
Cuando estaba con ella se sentía desvalido, vivo y estremecido hasta la médula. Niall mantenía la cabeza quieta, aspiraba el aroma de su perfume y pensaba en lo agradable que sería que _______ se despertara justo en ese momento y le pidiera que le hiciera el amor. Se humedeció los labios secos y tragó saliva.
La sujetó con fuerza y la llevó hasta la habitación. Deseaba que no se despertara; sabía que si lo hacía, le sería imposible resistirse.

No me olvides (Niall Horan & Tu) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora