Capitulo 38

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Jonathan sonrió y se marchó abrazado a su padre.

—¿Qué crees que significan? —preguntó Camila mientras miraba el anillo.
—Si no me equivoco, son letras del alfabeto griego; solo es cuestión de averiguar cuáles.
—El anillo lo incrimina directamente; al menos, con el envío del paquete a _______ —comentó Camila.
Niall asintió.
—Sigo sin verte demasiado convencido al respecto.
—Me habría convencido más si Jonathan lo hubiera identificado.
—¡Pero llevaba una gorra y una bufanda que le cubría casi todo el rostro! A cualquiera le habría sido difícil dar una identificación positiva bajo esas circunstancias.
—Tienes razón. —Respiró hondo—. Será mejor que hable con él.
—Está bien, me quedaré aquí para observaros.
Cuando Niall entró en la sala de interrogatorios notó de inmediato le expresión de fastidio en el rostro de Jack Gordon.
—¿Para qué demonios necesitaban mi anillo? —preguntó y levantó la voz.
Niall se sentó y puso la bolsita que lo contenía sobre la mesa.
—El que hace las preguntas aquí soy yo. —Se cruzó de brazos—. Deja que haga mi trabajo, Jack.
—No hablaré hasta que mi abogado esté presente.
—Es un derecho que tienes y no pienso violarlo; aunque en tu lugar, no me mostraría tan reacio a cooperar.
Jack Gordon no dijo nada.
La puerta se abrió en ese instante y Richard Müller, su abogado, entró y se unió a ellos.
—Señor Gordon, espero que no haya respondido a ninguna pregunta durante mi ausencia —dijo y miró de reojo a Niall.
—No se preocupe, abogado. Estábamos apenas comenzando —respondió Niall sin ocultar su sarcasmo.
Se sentó junto a su cliente y abrió una carpeta. Niall no iba a esperar más.
—Hábleme del anillo.
—¿Qué pasa con él?
—¿Tiene algún significado?
—Es el anillo de la fraternidad a la que pertenecí cuando estaba en la universidad —respondió—. Delta Omega.
—Bien. ¿Podría decirme dónde estaba la mañana del día quince?
—No tengo muy buena memoria —respondió con frialdad.
—Le recomiendo que intente recordar —dijo Niall mientras se armaba de paciencia.
—No lo sé, supongo que estaría trabajando.
—Usted trabaja en un taller mecánico, ¿verdad?
—Sí. El taller de Alfie. Él y los muchachos podrán confirmarle que esa mañana me encontraba allí.
—Hablaremos con ellos.
—¿Por qué es tan importante el anillo, detective? —quiso saber Richard Müller.
—Alguien lo ha reconocido como el mismo que llevaba el hombre que le envió un paquete a _______
Carmichael con la cabeza de su gato en el interior.
Jack Gordon se quedó atónito.
—¿Y ahora creen que yo también lo he hecho?
—Debemos comprobar su coartada.
—El plazo para retener a mi cliente vence hoy, detective —replicó el abogado.
—Lamento informarle que, ante las nuevas evidencias que han surgido, su cliente deberá pasar un tiempo más entre rejas.
Jack Gordon miró desesperado a su abogado.
—¿Eso es legal? ¿Puede retenerme más tiempo aquí?
Richard Müller lanzó un suspiro.
—Me temo que sí, Jack. No hay nada que yo pueda hacer al respecto. Confiemos en que comprueben su coartada —agregó mientras miraba a Niall.
—¡Pero yo no tengo nada que ver en todo este asunto! —Se giró hacia Niall—. ¿Sabe cuántos más deben andar por ahí con el mismo anillo? Todos lo que pertenecimos a Delta Omega tenemos uno.
—No es solo el anillo, Jack. También está el bisturí —le recordó.
—En el que, según tengo entendido, no encontraron las huellas de mi cliente —intervino el abogado.
—Mire, estamos haciendo nuestro trabajo. Sí su cliente es inocente, saldrá en libertad; y si por el contrario es el hombre que buscamos, yo mismo me encargaré de que pague por todo el daño que ha hecho.
—¿Es eso una amenaza, detective?
—Es una promesa, abogado.
Se levantó de su silla, recogió la bolsa que contenía el anillo y salió de aquella habitación que ya comenzaba a ahogarlo.
— Niall, necesito que hablemos. —La voz de su jefe le hizo detenerse en seco.

_______ observó a través de la ventana de su taller improvisado y la embargó una sensación de impotencia. Era un día maravilloso y el sol pendía en lo alto del cielo e inundaba la ciudad de Fresno con su calor. Era una jornada ideal para aprovecharla al aire libre y no encerrada entre aquellas cuatro paredes. Se consoló pensando que al menos tenía sus cuadros y podría entretenerse con ellos mientras el reloj corría sin que ella se diera cuenta. De todos modos, extrañaba los paseos por el parque con Emma y las carreras matutinas diarias. Desde que vivía en casa de Niall había salido a correr solo una vez y no podía protestar al respecto. Ella misma había estado de acuerdo en aceptar sus condiciones. Si él no podía acompañarla, no saldría. Y, dicho y hecho, casi nunca estaba disponible para hacerlo.
Dejó escapar un suspiro de resignación. Deseaba que aquella pesadilla llegara a su fin lo antes posible; de lo contrario terminaría por enloquecer.
Sam se acercó por detrás y comenzó a saltarle.
—Al menos te tengo a ti para no aburrirme —le dijo y le rascó la cabeza.
Decidió que lo mejor que podía hacer era ponerse a pintar. Comenzaría una nueva obra aquella mañana; se sentía con el ánimo renovado y necesitaba volcar en sus lienzos lo que experimentaba.
No sabía cuándo regresaría Niall. Al marcharse por la mañana después de que hubieran hecho el amor nuevamente, le había dicho que procuraría volver lo antes posible. Lo echaba de menos, recordar los momentos vividos entre el calor de sus brazos solo hacía que lo extrañara más, que lo necesitara desesperadamente y que el amor que sentía por él la arrollara con la fuerza de un huracán.
Se estremeció al evocar la noche de pasión que habían compartido. Ninguno de los dos había mencionado la palabra «amor»; sin embargo, _______ sabía que no había hecho falta. Lo amaba y estaba segura de que él la amaba también.
Colocó un lienzo en blanco sobre el bastidor y vació un poco de trementina en un recipiente de vidrio limpio.
De pronto, Sam se puso inquieto.
—Sam, ¿qué sucede?
El perro ni siquiera la escuchó; corrió hacia la puerta y comenzó a arañarla, pedía salir.
_______ se acercó y le abrió la puerta. Sam corrió a través del pasillo y se perdió de inmediato del alcance de su vista.
—¡Sam, ven aquí!
_______ corrió tras él y alcanzó a ver su trasero bajando por las escaleras.
Intentó alcanzarlo pero Sam corría como el mismísimo demonio, se escabullía una y otra vez. Creyó que lo encontraría frente a la puerta del loft; tal vez había presentido la llegada de Niall. Pero la puerta estaba cerrada y no había señales de él en ninguna parte.
Entonces, lo escuchó ladrar; sus ladridos provenían de la planta baja. Sin dudarlo, bajó los últimos escalones y cuando llegó abajo y vio a Sam tirado en el suelo creyó que se desmayaría...

No me olvides (Niall Horan & Tu) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora