One Shot MemorieDoll

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—Andrew— Llamó Meison a la puerta, obteniendo el permiso del mencionado para entrar estrepitosamente. Esperó unos segundos a que el más joven terminara de dactilografiar unas cartas, y entonces, comenzó a hablar con una gran sonrisa que pocas veces el colorado veía en el rostro de su jefe —Un cliente solicitó nuestro servicio. TÚ servicio— Remarcó exageradamente el más alto.

—Que grandioso ¿Pero cual es la novedad aquí?— Le preguntó Andrew extrañado. No entendía el contexto por el que su amigo se encontraba de esa forma, pues era un nuevo cliente al que iba a atender y ayudar a expresar lo que quisiera sobre una liza hoja de papel. Era su trabajo; tan fantástico, común y corriente, que lo llevaba a conocer nuevas historias en los distintos reinos esparcidos por la tierra.

—La novedad, Andy, es que no es cualquier cliente— Hizo énfasis el superior del cobrizo, a la par que se acercaba al mismo para enseñarle la carta que tenía en sus manos. A simple vista ya se podía ver que no era cualquier carta, pues tenia un tramado delicado sobre su superficie en diferentes tonos de azul. Eso sin mencionar cierto detalle especial —Mira el sello de esta carta ¡Es del Reino de los Hechiceros!.

Andrew, con la mención de aquel misterioso reino, abrió su boca formando una perfecta "A" por el asombro. Jamás llegaban peticiones de aquel reino al las oficinas de memoriesdoll "Lettres et Cœurs" o a ningún otra en realidad, pues los magos usaban su magia para todos, incluso si era ético o no, como robar el corazón de alguien, sin mencionar que eran un reino poderoso por su uso natural de magia.

Era un hecho que ser solicitado para trabajar para alguien de ese reino no era para nada normal, y aquello lo sorprendió tanto, que no pudo evitar que los nervios lo invadieran de una forma violenta, y perdiera toda la gracia y elegancia que era característica de él, siendo esta reemplazada por un pequeño temblor en el cuerpo del colorado.

—¿Qué? ¿Y qué dice? ¿Para quién es el servicio?— Preguntó insistentemente el pecoso, sin poder creer aún que tenía frente a él una carta de ese reino mágico.

—Aún no la abrí.

—¿Y a qué esperamos?— Andrew, con rapidez, buscó entre sus cajones una pequeña navaja con la que abrió el sobre delicadamente para, finalmente, tener en sus manos la carta con la petición del remitente.

Se trataba de una carta de puño y letra escrita por la familia real del respectivo reino con la más fina letra que haya visto. La misma, solicitaba al pecosos para que fuese él quien escribiera cartas para la prometida del príncipe heredero. Pero eso no quedaba ahí, con cada palabra, la cosa se ponía más interesante.

El propósito de las cartas, era hacer que ese compromiso arreglado se volviera y se viera real para los demás integrantes del reino, y como los reyes escucharon de los buenos trabajos que realizaban los memoriedolls de la compañía de Lettres et Cœurs, decidieron decantarse por Andrew y el poder que tenía sobre las palabras que volcaba en las cartas que escribió hasta ese momento.

El memoriedoll jamás se había sentido tan afortunado ni tan emocionado. Durante toda la semana, y hasta que fue hora de ir al Reino de los Magos, aquella radiante emoción fue reflejada en su rostro, y estando tan sumido en ella, que no supo en qué momento ya estaba subiendo al tren que lo llevaría a su destino. Era un hecho que los días se habían pasado rapidísimo, incluso más de lo que imagino. Sin embargo, lo que no pasaba, era su emoción combinada con cierto nerviosismo. Cualquiera que lo viera diría que era como un niño pequeño que estaba siendo fascinado por todo lo nuevo que sus ojos veían. ¿Y cómo no estarlo? Jamás había visto magia real. Era fantástico.

Y si así estaba con solo abordar el tren, su impresión creció más al estar frente al imponente castillo con aires victoriano que se alzaba frente a él. Era simplemente majestuoso, tanto, que no podía apartar la mirada. Tampoco se percató de que los locales lo miraban extrañados al ver su figura resaltante de entre tantos colores oscuros que decoraban el reino, específicamente, no podían apartar sus ojos del cabello largo color fuego que tenía el pecoso. Pero más allá de eso, a los locales les llamó más la atención el que las grandes rejas del castillo se abrieran para un extranjero.

Once In a Blue Moon Another World | Douxie x MaleOCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora