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Tras decir eso Amy se retiró de su hogar dejando a solas a los dos mejores amigos en completo silencio.

Después del ruido de la puerta cerrándose no se había pronunciado palabra en todo ese tiempo. Podrían haber pasado tranquilamente veinte minutos y ambos seguirían evadiendose con la mirada.

Tails seguía en el cómodo sillón de la eriza rosada, hecho una bolita escondiéndose entre sus colas y rezando a todo Dios existente que se lo trague la tierra en ese momento.

Pudo escuchar alzando la oreja como el cobalto avanzo algo temeroso en su dirección, posiblemente sentándose a su lado, no lo sabía al cien porciento, seguía escondido.

Era una sensación incómoda que calaba sus huesos y lo dejaba con un calor e incómodidad increíble en el cuerpo, como si lo hubieran metido a una bolsa plástica.

Tal vez así se sentía la vergüenza por sus acciones tan infantiles.

Aunque suponía que solo el mismo era conciente de ello. Nadie más que el propio Tails sabía la razón de haber huido tan repentinamente de todos.

Para los demás, solo había sido un descuido o un juego salido de manos; Para el zorro, fue un escape de un momento que había tratado de evitar a como de lugar, pero que termino sucediendo de todas formas.

Hablar con él.

No le desagradaba la idea de pasar tiempo con el ojiverde, lo que le desagradaba era enamorarse cada vez más cada que lo hacía. Odiaba y amaba ese sentimiento tan metido en su corazón.

Cada mínima cosa por más idiota que salga de la boca del erizo, era música a sus oídos, cada error y cada burla parecían el mejor de los cumplidos.

Ese era el problema, sabía que estaba mal enamorarse tanto de una persona que ni siquiera era consciente de los sentimientos que le tenía.

Un completo imbécil que no tenía ni la menor pista de su enamoramiento tan profundo en su ser. Pero eso mismo era lo que le encantaba de él. ¿Confuso no?

Pero en pocas palabras podría decirse que Miles odiaba amarlo.

Sentía su mundo hacerse pequeño cuando una mano se posó sobre la parte posterior de su cabeza que estaba al descubierto. Una caricia cálida pero algo brusca.

—. ¿Te sientes mejor Buddy? .–

« No »

Pensó, pero sin embargo asintió levemente en señal de que sí.

¿Espera, qué? ¿Por qué había hecho eso?

—. Me alegro de que te sientas mejor, pero creo que tendrás que quedarte en casa aún tiempo, eh? —. Río —. De todas formas amas quedarte en tu laboratorio encerrado por meses .–

Siguió refugiándose entre las cálidas mantas, sin encararlo, como un cobarde.

Sonic no dijo nada por un momento mientras aún acariciaba entre sus orejas tratando de mostrarle algo de empatía.

Se quedó en blanco dejándose tocar y tratando de pensar en otra cosa que no sea lo mucho que le estaba gustando ese tacto amistoso.

Cerró los ojos y no los abrió. No tenía intenciones de hacerlo tampoco, pues el sueño lo estaba invadiendo de a pocos, realmente le relajaba mucho sentir esas caricias por parte de quién amaba tanto en secreto.

—. ¿Quieres que duerma contigo? .–

Qué.

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—. Cuando éramos niños y te enfermabas, siempre me pedías que te acompañe a pasar la noche a tu lado por si te daba fiebre .–

Siguió sin respuesta.

—. Y bueno, yo siempre me confundía cuando me pedías un vaso de agua en plena madrugada y te terminaba tirando un balde encima .– río algo incómodamente.

Esos momentos vividos se reprodujeron en su mente haciéndolo removerse en su sitio y moviendo las mantas consigo.

A veces le costaba creer la estupidez que era capaz Sonic de tener para hacer algunas acciones simples.

Pero se lo perdonaba.

Eso y mucho más.

—. Oh, ¿eso fue un ""? ¿Quieres que me quedé contigo por esta noche? .–

Lo lógico era negarse, pero hace unas horas había perdido su habilidad de pensar las cosas antes de hacerlas y respondió espontáneamente desde el fondo de su corazón un:

—. Quédate por siempre .–

Salió de abajo de las colcha de Amy con los ojos llorosos y una expresión indescifrable.

Sonic no sabía nada de los sentimientos de las personas, pero claramente Tails no estaba bien.

Y por una vez en mucho tiempo, se dejó abrazar por Prower en vez de negarse con su clásico.

« Bien, ya fue suficiente, no hagas esto raro »

Aunque el erizo no entendía al cien lo que pasaba por la mente de su mejor amigo, sabía que algo andaba mal con él.

Tal vez le dio un resfriado por andar en plena lluvia, si seguro fue eso.

Nada más que eso.

𝙎𝙩𝙞𝙡𝙡 𝘿𝙞𝙚 𝙁𝙤𝙧 𝙔𝙤𝙪 ,, ˢᵒⁿᵗᵃⁱˡˢ ᴮᵒᵒᵐDonde viven las historias. Descúbrelo ahora