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"... Todo el mundo tiene

un capítulo de su vida

que no lee en voz alta..."

Pov San

Habían pasado ya dos semanas desde mi celo y mi lobo estaba feliz de haber podido estar libre junto con su omega, disfrutando de estar unidos y por fin conocerse de una manera más íntima.

Pero... a veces por la madrugada sin razón alguna, mientras Wooyoung dormía, le oía llorar en mi interior arañándome el pecho, despacio, lleno de pesar, gimoteando como si tuviese miedo de algo que yo no entendía.

"¿Qué te pasa peludo?" susurré bajito mientras miraba mi reflejo.

Me encontraba de pie frente al espejo, intentando como un loco tener una conversación profunda con mi lobo, observando detenidamente el destello de mis orbes que mostraba, con pequeñas, casi imperceptibles estrellas verdes escapando de mis pupilas.

"Omega no está bien" levanto apenas la pata para rascar el suelo cabizbajo "¿Qué le sucede a nuestro omega?" volvió a acostarse sobre sus patas "omega está roto" otra vez aquella frase que me causó un nudo horrible en la garganta, tanto misterio estaba quemándome y empezaba a agobiarme.

"No le pasa nada, él está bien" me autoconsolé pensando que quizá era solo cosas de lobos, nada realmente importante.

Que equivocado estaba...

Fue en la tarde del viernes que siguió a aquella semana, cuando toda la tormenta se nos vino precipitadamente encima.

En aquel momento pasé por alto varios detalles, como que hace días no me decía alfa y a veces tampoco se giraba cuando lo llamaba omega.

E incluso los atisbos de luces violetas de sus ojos no volvieron a brillar.

Aquella tarde, hacíamos el amor en nuestra cama, como siempre, todo era mimos y abrazos, pero hubo algo que me llamó demasiado la atención.

En el momento de acabar mientras se desinchaba el nudo, su cabeza no se ladeó esperando una mordida, no expuso su cuello para que lo marcara, luego, esperé el conocido llanto y la tristeza posterior a la que estaba acostumbrado, pero todo esto nunca llegó.

Le miré fijamente y pude sentir una especie de vacío en el pecho que no supe cómo debía reaccionar.

Él seguía tan tranquilo, relajado, sonriente, se le veía completamente feliz, radiante y satisfecho, tan ajeno a toda la crisis que se estaba desatando en mi interior.

Algo había cambiado y me maldije internamente por no haber prestado más atención y buscar el origen de todo aquel malestar.

"Omega se ha ido" susurró mi lobo ahora gimiendo y bajando las orejas con pena, lloriqueando de dolor.

"No digas tonterías" le dije callándolo y él aulló, triste, desconsolado, haciéndose bolita en una esquina y repentinamente toda la piel se me erizó.

Fui a preparar algo para merendar mientras él se duchaba sin haberme invitado, pensando y dándole vueltas a las cosas sin parar. No entendía qué es lo que estaba pasando, pero no podía dejar de sentir que algo iba mal, muy mal.

Le vi salir del baño y vestirse contento, tarareando una canción.

Se secaba el pelo con una toalla mientras caminaba hacia mí, arrastrando los pies, casi como un fantasma. Andaba ahora en silencio y con la mirada fría, ausente.

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